Espolón de cefeo
POESÍA 23/25.
"La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo".
- Dylan Thomas
Casi toco la piel.
Esa piel que es frontera de mi cuerpo.
Casi mis labios se deslizan sobre este simulacro de carne dispuesta para ser nombre.
Casi mis ojos tienen mirada para ver la aparición de la desaparición.
Casi la nada abre su boca y desdice lo que ha dicho.
Hay túneles
donde los raíles se abrazan con las amapolas.
Si te detienes dentro
el tiempo se para
en esa esquina donde el centro se dispersa y traza raíces de hierro entre pasajeros de cristal.
Los trenes acumulan cuerpos
entre espacios que viajan
aparentemente con rumbo
aunque saben que se dirigen hacia el centro de la tierra.
Todo comienzo es la triste figura de un final
y todo final es la mentira de un comienzo.
Mientras, bebo música de la lluvia y toco con los dedos las canaletas.
Dejo la vida como rastro de un sonido que oculta todo final sin comienzo.
Sueño.
Desnudo por los sueños
dentro de cuerpos vacíos
vestidos con oropeles y máscaras de usar y tirar.
Hubo oscuridad dentro de la oscuridad
como cuando el agua se filtra en el agua
e invade un desierto de flores sin tallos.
Lejos de todo ello ni el miedo ni la esperanza tuvieron lugar.
Tan solo un forcejeo con ese acantilado que golpea mis ojos cuando sueño.
Una buena erección
Se adentra en el anillo solar
Los creyentes complacidos
resaltan con sus súplicas
que gire el anillo sobre sus oraciones.
Quedará la lluvia.
Ese olor de tu piel sobre la arena húmeda.
Quedará el silencio de las conchas vacías atrapadas en la última ola.
Quedará nuestro reflejo en la sombra del horizonte.
O un guiño al atardecer.
La hiperrealidad es un defecto de realidad y la realidad siempre está de carnaval.
Disfrazada, disimula que es real.
Escribo y escribe
Como vivo y vive
La geología de la escritura
Se levanta sobre otro estrato de escritura que la niega y la oculta.
El escritor es un geólogo
que horada los estratos visibles para el que escribe pero ocultos para el que lo lee.
Cada vez que materializas una palabra construyes otro estrato y haces visible lo oculto.
La muerte es muerte.
Imagino pasajeramente
el pasatiempo que deja de lado el instante donde el tiempo se retuerce y retiene el presente y el pasado:
La orilla de la carretera.
El azar del árbol sin raíces.
La quietud de la cuerda del laúd o la melodía de la encina.
El pentagrama en clave de silencio robando al sol la sombra que deja.
La estupidez vociferando
entre estúpidas palabras que no dicen nada.
Cuando el presente y el pasado es un pasatiempo
en un instante que imagino
pasajeramente me echo a un lado dentro de mi cuerpo sin órganos y respiro.
Me llevé el mar
a mis ojos.
Desde entonces el salitre
me sirve de anteojos.
La desaparición es la sombra que nos persigue.
Es la incertidumbre de la noche o el vacío evaporado en su propio eco.
Es la asfixia de estas calles vacías desplomadas por un deshacerte sin fuerza que se extiende en silencio
en un presente que se esconde en los vaivenes de su propio silencio.
La desaparición abandona siempre el despido del comienzo.
Como arrancar flores
en un suelo sin huellas.
La nieve de sábanas.
Peregrinos de mi manta.
Ondean pieles
en el escalofrío.
Derriban ese frío
acumulado.
Calavera de hojas
de otoño.
Cuencos de tierra húmeda.
Quizá vacío.
Siempre llega el momento
cuando no hay tiempo.
Siempre la línea de la piel
construye otra piel.
Siempre el aire necesita
espacio para realizar ese remolino que roba nombres.
Siempre llega tarde
cuando el tiempo se detiene.
Tengo gastada la mentira
Cuando me alejo de la realidad
para explorar.
Conseguiremos todo
lo que no pudimos conseguir.
Y nos iremos sin piel ni camino.
Sólo nuestras huellas aderezarán nuestros cuerpos.
Nuestros cuerpos hundidos en nuestros labios.
Sin voz.
Sin palabra.
El saber es una alfombra para el placer
La verdad, la llave perfecta para equivocarse de puerta.
No hay camino que no te ande.
Ni primaveras que arañen
nuestros cuerpos insondables.
Hay muertos que llevan la tierra en sus bolsillos
y no saben contar baldosas en la noche.
Hay cristales finos
que no dejan espejos
y deambulan buscando la última mirada.
Hay cuerpos sin huesos
en busca de rostros perdidos.
Llegarán las aves del silencio.
Contaremos la aritmética
del humo en nuestras bocas.
Entonces, tal vez, insistiremos
en esa arena que desprenden nuestros cuerpos.
Lejos de la intemperie.
Muy lejos de lo que dejaron
Estamos desnudas
Sin nombre.
Fueron mis pies los que trazaron ese cuerpo.
La levedad de construirme todos los días.
Esas pequeñas desapariciones que dejan de ser nosotras.
Ese escalón que se convierte
en escalera.
Ese grieta que atrapa mi cuerpo y tu cuerpo.
Cago mi mierda.
Y mi mierda me desprende.
Siempre que mi cuerpo anote la decepción de no ser yo.
Cuando cago.
Escatológicamente cagando
La vida es barata.
Sólo con respirar inicias el camino para la expiración.
Debemos cristales en nuestros ojos
Debimos decir quiénes fuimos.
Supongo que alguien dirá que tal vez dejaremos de existir y sin embargo proclamará: vivamos.
Y se reunirán nuestras palabras en nuestros silencios.
Y se abrazarán
los límites de nuestros cuerpos.
Y más tarde se comunicarán en ese vacio que dejamos.
Alguien entre la confusión declarará:
seguiremos como cristales.
Nunca las paredes regresarán a las alas.
Nunca nuestras pieles serán
refugio de las hadas.
Nunca el paraíso se encontrará entre nuestros labios.
Nunca es nadie.
Nadie escuchará los latidos
de nuestras cortinas.
Nadie habla.
Un silencio en el tiempo.
Regreso con mis zapatos hundidos en el barro.
Y sonrío.
Y cuento baldosas
automáticamente consolidadas.
Y ese frío.
Este frío.
Que fue mirada
y ahora es vacío.
2023
Cuerpos fosilizados en calzadas olvidadas.
Rostros sin ojos repasando lecturas milenarias.
Dedos que escriben en piedras
palabras que desaparecieron entre fósiles contemporáneos.
La tierra arrastra a la vida.
Aquella alfombra en el cielo
y tus pies en la arena.
Los vientos respiran fronteras.
Como la madera absorbe sus deseos de ser árbol
las flores borran con sus bostezos las fronteras.
¿Por qué reparan las líneas
cuando nos desvanecemos dormidos dentro del sueño?
No soy valiente.
Nunca fui valiente.
Intenté romper las cadenas y las cadenas se rompieron.
Intenté derribar muros
y los muros cayeron.
Intenté construir e intentaron destruirnos.
No por mis brazos
sino por los que estuvimos ahí sentados frente a militares encadenados a nuestra grieta .
Fuimos capaces de comernos las flores de la paz que construyen ellos.
Me levanto del suelo y no veo el cielo.
Sólo pies curtidos por el sol.
Espero la noche
para dormir en un sueño intenso.
La luna construye el vacío.
La boca lame el borde.
El contenido es nuestro cuerpo disuelto entre cristales.
6 proposiciones aspiradas al azar.
1. La vida cuando destruye
se construye .
2. Caminar entre brasas
y anotar miradas.
3. Deshacer la memoria para tejer el presente en un instante que dejó de existir.
4. La vida dió el último aliento en la boca que cierra y abre a la desaparición.
5. Y siguió ese camino trenzado de equívocos y besos arrojados al vacío de dos bocas que se extinguen en sus labios.
6.
1. Recuerdo y no tengo memoria.
3. Las cosas se quedaron.
4. Los dados no juegan al azar.
5. El aire respira
6. La miseria es el refugio de la belleza.
7. Nunca sucede nada detrás de esta cortina
8.La piel no es la frontera de los cuerpos
Acertijo.
La risa me arranca el vuelo.
La brisa me roba la piel.
Quien esté detrás
sabrá quién es.
El fuego escapó del frío
Los cristales empañados
se acercaron a sus ojos .
El perro dejó de ladrar.
Un viento claro levantó
la última hoja del árbol enterrado.
Estuve dentro de su cuerpo.
Ahora las nubes muerden y
mueren entre mis manos.
Como las entrañas y las rocas de los árboles y las raíces .
Como como la tierra que engendró la tierra.
Como las hojas en este atardecer.
Como un charco evaporándose en medio de la tempestad.
Como cuando mastico cristales dentro del frío.
El cristal y el silencio.
Esa larga noche de espera.
La palabra exacta
y la expiración de la ceniza.
El barro que acumulamos
se convirtió en fuego.
Donde moran los exhaustos.
comencé a comer los cristales
y dejé la madera.
Y seguí y seguí
y nadie supo dónde se reflejaba el vacío.
Vuela la luna ciega
y sueña con su cuento triste.
Duerme la sombra que perdió la tristeza.
Desde fuera de ti mismo
dibuja orillas de un mar sin tiempo.
Rodea las murallas de espuma sucia de sus cuerpos y deja sus pórticos reclinados en la amargura.
Nuestro placer vive de otras fuentes que nada tiene que ver con sus ojos tenebrosos ni sus bocas de odio.
Ver el mar
Sentir el viento
y dejarte llevar
como la concha agarrada a su herida.
El instante es grano de arena.
El tiempo se arrastra como una serpiente cubierta de conchas marinas.
El desenlace de la superficie.
Yo, nogoio, sumergido en el veneno,
como un tendido eléctrico por donde no pasa la corriente.
( Las piedras tejen sin hilo)
Me tapo con sábanas febriles
henchido de sudor y frío.
Levanto la tapa de los secretos y sólo veo vacío,
tiempo desvanecido.
No hay superficie.
(Las piedras tejen sin hilo)
Mis manos como agujas punzantes enhebran manzanas de olvido
y hunden sus dedos
entre escalofríos
en la cárcel de la eternidad,
efímero aliento de los que no saben perderse en el camino y se pierden en la profundidad.
(Las piedras tejen sin hilo)
Recorro la melodía de mis sábanas asfaltadas
y no doy por callada la respuesta amordazada
de esta piel blanca
que todo lo abraza.
(Las piedras tejen sin hilo)
Retrocedo y troceo y repito cansinamente mi anatomía
olvidada por la venganza de esta habitación cortada en el filo de esta noche liberada.
El mar cabrilleado por el viento riza las olas que levitan sobre la espuma.
Viento de la sierra que enoja a la arena de la playa.
Viento que surge de las lomas de las piedras y abraza al cielo.
El sol cenital contempla desperezado la tertulia de las palmeras con sus ramas
y a mi cuerpo inclinado sobre la barandilla especular.
Ahora que mis manos
son agujas que arañan este cielo.
Ahora que nada es imprescindible.
Ahora que mis labios rozan las fronteras de tus labios.
Ahora que mis ojos son tierra
y descansan entre tus dedos
Ahora, en este instante
los límites del tiempo desaparecen.
Los niños de humo
saltamos entre arrecifes y cuerdas
Los niños de humo miran entre los cristales para no ver nada
Los niños de humo bailamos con la muerte y mordisqueamos nuestros cuerpos.
Los niños de humo danzan entre las cenizas y las brasas
de un tablero de ajedrez.
Los niños de humo
no hablamos, nos miramos, nos tocamos en esta diversidad variable.
El libro vuela entre cristales.
La ventana abierta deja que subraye la última palabra.
Mi piel huele a ceniza
y cruza las páginas estrechando los márgenes del silencio.
Hay alguien en la puerta
revisando los verbos que tiré a la calle.
Como un espejo vanidoso
que se atraganta con las palabras.
Siempre vuelve entre pérdidas y ausencias.
Siempre vuelve con nombres falsos y ese frío que relata a nuestros huéspedes.
Se me cayeron los ojos en la acera.
Casualidad que hubo tormenta ese día y los perdí.
Entre acantilados y puntidos
Busqué y busqué dentro de las conchas que enterré.
El libro vuela entre cristales.
La ventana abierta deja que subraye la última palabra.
Mi piel huele a ceniza
y cruza las páginas estrechando los márgenes del silencio.
Hay alguien en la puerta
revisando los verbos que tiré a la calle.
Como un espejo vanidoso
que se atraganta con las palabras.
Siempre vuelve entre pérdidas y ausencias.
Siempre vuelve con nombres falsos y ese frío que relata a nuestros huéspedes.
Laten los latidos en un corazón doméstico.
Náufrago de su hálito
recoge los anhelos entre tablas de multiplicar y subterráneos geométricos.
El paso del tiempo se verá como una película cortada por el productor de este acontecimiento.
Los afectos lloverán en tiempo de sequía;
como transformación,
amarrado a un mástil de un barco que nunca existió.
Menos es más
Admito que todo es raro
que la piel estricta no sirve
de traje,
que la coyuntura no es armario para embutidos de cuerpos solitarios,
que la contabilidad de abrazos y besos no cotiza suficiente para este algoritmo descalzo.
Lo admito con entusiasmo.
Y eufórico me engalanó en esta aventura de descuentos
recobrados.
Considero el esparcimiento y el recreo.
Los álbumes de mis pasos atrás y de mis manos agarrando el hierro de la apatía.
Nada ocurre cuando desperdicias la soledad
Cuando en el fondo del probador escoges esa piel robada a la vida.
Cierro el libro
Alguien lo abrirá por la página precisa que dejé.
Alguien dirá también
que espiaba furtivamente las lecturas que no supimos leer.
La esbeltez de las palabras arañando la página.
Las bifurcaciones singulares
del tiempo encontrado.
O las interminables ramificaciones de esa ocasión perdida entre los dedos de un lápiz enajenado.
Por estar soñando
casi no sueño.
Durante un rato pensé
que nada se posaba en el suelo,
que esa cascada de contención y suavidad había dejado una señal con la ceremonia de los efluvios en sucesión.
Abrí un ojo y el sonido del sueño se posó oníricamente en mis labios.
Y dije, tú
Y dijeron, yo.
Tampoco fue difícil.
Ese magnetismo de atracción ante tu imponente belleza.
Mantener intacto mi delito fue una consecuencia indeseable sin retorno.
El ahorro de certeza de tu anatomía.
El descubrimiento llamativo
de tu última lectura.
Involucrar lo indeseable
bajo una dulzura abrumadora.
Quisiera irme de mi mismo
Como migrante de mi mirada
Como migrante de este espacio que ocupo.
Como alguien que no tiene género.
Como alguien.
Quisiera que las fronteras fueran simples rayas de un lápiz
que los mares y la tierra se unieran en un solo cuerpo.
Que nuestra piel fuera la continuación de otra piel.
Como alguien.
Goio ojer
Mis paseos no pasean.
La cortina en mis ojos.
La puerta que no cierra.
Ese beso en la esquina
y la verdad abierta por mis dientes .
Eso de masticar la realidad no va conmigo.
Mastico realidades de ojos que miran
de bocas que deletrean aullidos
de insignificantes cuerpos que se abrazan.
De cuerpos extinguidos dentro de la belleza de vivir.
Esa herida que no sangra
Esos ojos que no vieron
Esa palabra exacta cuando no fue despedida
Ese aliento que consumía el aire que respirabas
Esa cama combada hacia el infinito
Ese alarido
Esa habitación
Ese charco en mis labios
Y tu boca.
Ese, nunca se repetirá
Me agarro a la gota
que cae del grifo de la vida.
Los días de sirenas se agotaron.
Andenes, noches negras
y ese cielo refugio de reflectores de abismos.
Recuerdo la pendiente de un cuerpo anónimo.
Una velocidad sin frenos.
Un presente vertiginoso alejándose de una hojarasca
que cubre desde entonces
mi adiós desconocido.
La casa remota recorre los sueños.
Por entonces no había mañanas ni malditas noches de vitrina.
El fuego se extinguió con las tormentas de nuestras vidas.
El granizo no era obstáculo para que nada tuviera sentido.
Y sin embargo fuimos capaces de equivocarnos en los bordes de la vida.
Esperaremos el día.
Defenderemos la herida.
Caminaremos en la rotura
de la huida.
Ofreceremos el reflejo
del hielo
y el amor de las baldosas frías.
Cubriremos de barniz
lo aprendido entre la niebla.
Duerme la aristocracia del verso.
Sórdido aguardiente atrapado en el interior de un juez.
La pobreza vocifera junto a una puerta que interroga.
Las lágrimas corruptas ocultan la suciedad.
Seguir es el último aliento.
Tengo versiones y en seguida
salen nombres resultantes y cuerpos inaccesibles.
Lenguajes reptiles.
Las luces queman
Los copos de nieve son música.
El diablo de las profundidades observa
la belleza del mal.
Arena, piedra.
Los ojos vidriosos.
La cantera del corazón.
Las manos agotadas
encumbrando al cuadro.
Mirada firme
cuando las pestañas se ahorcan en un paso de cebra.
El silencio transcurre
entre los contenedores sin luz.
6 y media de la mañana.
Muero la vida
y la vida muere en mis ojos.
La nada parpadea.
Mi cerebro es una caja vacía.
No hay recuerdos
ni señalamientos de medidas,
ni un caracol que oriente con sus babas el camino de la huida.
Resulta aburrida la realidad
cuando construye refugios
en escondites ensimismados.
De alguna manera el azul se hará previsible
y parte de nosotros terminará en la posibilidad
de un rincón anfibio.
Los dados de agua
no tienen seis lados.
Los dados de agua
no juegan con el azar.
Los dados de agua
cuando los tiras y caen al suelo se disuelven en la tierra.
Por eso los dados de agua tienen siete lados
y ese séptimo lado
juega con el azar.
Nuestra piel envuelve a la materia que canta el cuerpo
donde la claridad y la soledad
deja muros entre andamios hostiles.
La forma de la lejanía.
La mutilación de esa palabra inexacta sobrevuela la generosidad del cansancio.
Deslumbra el peligro de nuestra esclavitud
en ese desespero que mira conmovido el primer lugar.
Nuestra piel, a veces, está del lado de los suburbios de otros cuerpos.
¿Qué decir con el silencio que hay detrás de cada palabra?
Horado cada una de las letras que individualmente no son nada, sólo silencio.
Cuando ellas mismas se juntan, se apoyan las unas con las otras, es cuando construyen el implacable significado creando la realidad que nos envuelve
Algunas veces viven en un tiempo sin tiempo,
incluso dentro de la luz construyen sombras
Algunas veces
se extravían en las profundidades de la superficie del sueño
y perduran latentes como una crisálida de vacaciones en el vacío de sus alas.
Algunas veces
ee alimentan de su inmovilidad
y respiran inesperadamente metamorfosis desde la inquietud firme del espacio desalojado.
Algunas veces son exterior a todo
Las paredes se convierten en calles
Los adoquines nombran tus pasos.
Hay ríos que se comunican debajo de nuestros pies.
La lava emergida cicatriza los besos en tu boca.
Y aquí estamos piel con piel
Hubo un día que fui paloma y
dejé de volar.
Cuando los recuerdos crean universos paralelos también se unen a carencias emocionales.
Hay trazos ocultos que son los retos que enfrentan nuestras vidas a otras no vividas.
Los años no importan
los barrotes íntimos se levantan sobre las ruinas del silencio.
Cada vez que respiro muere un segundo
Cada vez que me acerco a tus labios regresa el tiempo.
Inquietud, no hay límites ni llamas.
Envuelta entre palabras que descomponen identidades
no entiendes de reveses ni elecciones.
La inocencia camina sin sombra entre nombres invisibles
y el horror puntúa sin lengua en un pentagrama lejano.
En este pedacito de furia
el odio no saliva
se cubre de estaciones y besos de polvo.
Mi cuerpo pregunta al aire si hay espacio entre tus pechos.
Pregunta al viaje, si hay destino
y si el destino es el aire.
Pregunta al espacio si mi cuerpo espera la guía de tu rostro.
Pregunta sobre una página en blanco si el lápiz es recuerdo o cubrimiento.
¿Podrá mi sed traspasar mi corazón en tu corazón?
Entiérrame, clávame.
Entiérrame entre espejos.
Así nuestra imagen se repetirá infinitamente entre la dulzura extranjera de nuestros cuerpos.
Súmame en tus cicatrices, tatuajes de nuestra vida.
Súmame en tu resta,
en tu vasto universo de números.
Alguien me dijo: las olas suman al mar
la espuma resta a la suma.
Súmame en tus cicatrices, tatuajes de nuestra vida.
Súmame en tu resta,
en tu vasto universo de números.
Alguien me dijo: las olas suman al mar
la espuma resta a la suma.
Como un corcho en medio del océano.
De noche cuando la lechuza te destroza el corazón
abro las alas extendidas hacia un verano breve.
Quemó las cicatrices en aceite hirviendo,
y mis ojos, en algún lugar
del silencio,
se arriman a las calles esqueléticas,
a los suburbios de enciclopédicos esqueletos.
Sueño
Un fronterizo viaje
no hace metraje.
La luna sin traje
se convierte en paje.
Derruida su luz
escribo a contraluz.
Dentro de mi ataúd
la luna tañe su laúd.
Curioso por la barca
me abrazo a la parca
como un mármol frío
en la orilla de este río.
,..................................
Cruzo el parque
entre flores y almanaques
remuevo la tierra
entre juegos de guerra.
La lluvia juega al ajedrez
en el tablero de mi pared.
Los despojos abatidos por mi juventud
derrotan a los fragmentos
de mi irremediable finitud.
Perseguiré los bailes perdidos
y los mosaicos crepusculares.
Me adentraré en las barriadas multicolores
donde las partidas desprecian al argumento.
Y así seguiré en este error saqueador de finales y costumbres.
Y todo por un sueño con viaje.
Menú asistencial.
Entrantes: bosteza el tiempo en mi dedo.
Primer plato:Recupera el mantel los platos asistidos
Segundo plato: El suelo sostiene mi boca.
Tercer plato:El sonido del aire en el cristal
amplía los márgenes
Postres: la luz ofende
Café: mi grieta se adentra en tu boca.
Pensé que siempre era la primera noche.
Pensé que nada arrebataba mi cuerpo.
Pensé que era trasluz o imagen
o una diversidad que nada hace.
Pensé que igual nada aparecía,
que la presencia era otra cosa,
que sólo prevalecía el beneficio del aire sobre mi cuerpo.
A veces el viento
deja caer una hoja.
A veces crea fantasmas y camina sobre palabras.
A veces los espejos reflejan otra mirada.
A veces soy yo
y te observo desde esa mirada.
Noches enteras sin dormir.
Noches que son labios.
Noches que increpan.
Noches sin cuerpo.
Noches que padecen de insomnio.
Noches que se comen sueños.
Noches vacías.
Noches instruidas
Noches a secas.
Noches sin sombra.
Por el aire van cantando.
Por el aire mueren sus sueños.
Por el aire los pájaros
Venden sus plumas.
No hay vuelo que respire el aire.
No hay vuelo en el aire.
Los pájaros no cantan.
El aire los envuelve.
Me atrapo.
Me descompongo.
Paseo entre hojas que arden
entre cielos extinguidos
¿Seré capaz de abrazar mi vacío?
Ese cielo consumiéndose en la vida.
Todo se paraliza.
El fuego arde en los ojos.
Los que se van ya no vuelven.
Tampoco importa.
Nos iremos todos en ese cielo como la primera vez
que se nos atragantó la vida.
Ateo .
Hay quien dice que aprendemos.
Pienso que desaprendemos
en esa medida que te vas construyendo-destruyendo y conociendo-desconociendo,
cuando las palabras sin escritura te van golpeando
lentamente para que dejes algún rastro o alguna esquirla de tus batallas sumergidas en un puto rincón de esta imbecilidad.
Células individuales.
Células que abrazan piedras.
Células que alcanzan la argamasa de su boca.
Bocas que arañan el vacío.
Ese vacío que no tiene lengua
en esos ojos de corteza.
Ahí estaré despertando tormentas de alquitrán.
Esperando la erupción
de los caníbales de la vida.
La isla se perdió
en mis náuseas de noche.
Se cayeron los abrazos
cuando el silencio era mayoría.
Bailo en la orilla de la celebración.
Debo seguir entre uniformados
sin contagiarme de la cera belicosa sobre este techo de cristal.
La carretera masculina execra testosterona
industrializa el tiempo
y ensambla el espacio
en una consumición
de fuerza reproductiva.
El techo.
Los alambres de mis ojos.
La pintura ceniza que carcome mis dedos.
Un gorrión en mis manos
cuando la estructura de hierro que levanta mi cuerpo se deshace en un ácido de espejos.
Un instante de pintura que cubre a otra pintura.
Una copa de cristal arañando mis dedos de arena.
¿Será real este cansancio?
Penumbras moteadas de hojas secas.
La cárdena oscuridad de las palabras arrancadas a su boca implorando deseo.
Tras la derrota comienza el tiempo de otra expansión
en otra vida susurrada, entrelazada con el intruso que siempre me acompaña.
La vida aparece y se desvanece.
La vida se convierte en una imagen inalcanzable.
Hay desconcierto y hechizo.
Lo llaman ingeniería corporal
cuando todo se deshace en gravedad arácnida
y las emociones se convierten en el velo que no te deja ver la realidad.
Mis ojos, el mar.
No hay muralla que resista
a los granos de arena.
Soy como un río que recobra su cauce en el mar.
Caen las estrellas como cortinas en una jaula de hielo.
Las alas de cera y ese tiempo que nunca vivirás.
Los yankis
son yonkis
El aullido de Ginsberg
es tullido de yoes románticos.
Tengo mil millones de años.
He dormido un segundo.
Y en ese segundo me he perdido mi desaparición.
Aquella vez nada pasó
cuando bebíamos de los charcos y nuestros cuerpos
dejaron de respirar.
Fue el sol y el hierro de la libélula que tocaba el azul.
Diferente,
como el trapecista que se convirtió en mariposa.
El cuerpo, la vida,
el amor y la muerte.
La silla vacía
sin espalda
sin respaldo.
La luz de un cristal consumido.
El peine sin pelos.
El cuerpo latido
La vida ladrido
El amor aullido.
La muerte
sin cuerpo
sin vida
sin amor
sin respaldo
El mundo es la dádiva
de lo sombrío.
No exijamos a la vida
que tenga sentido.
No exijamos
cuando hay manos sin dedos
que arañan muros.
No exijamos
cuando nuestros cuerpos sin piel son arrebatados por la salitre del miedo.
No exijamos a la vida
que tenga sentido.
Porque nuestros ojos ya no miran
los abismos de nuestros silencios.
Piso hormigas
y recorro las vértebras de las calles.
La linealidad de los adoquines
y el estancamiento de los puntidos
se abrazan a un cuerpo cuya pérdida se encuentra en los tejados.
Nada hay como una tormenta que agrieta los labios de nuestras ruinas.
Nada hay como una palabra
que se diluye en el barro.
Las nubes hilan cielos.
Las casas construyen nidos de golondrinas.
Las arañas tejen acueductos
en las ciudades dormidas.
Esta noche recogeremos cuerpos
y los dejaremos en las alcantarillas.
Los niños ríen dentro de las escaleras del día.
Tiernamente el cristal se estira.
Tiernamente mi piel recobra mi cuerpo.
Tiernamente desaparezco
entre el parpadeo del viento.
Tiernamente respiro y reaparezco.
Hay líneas y ángulos.
Como ríos sin agua.
Como orillas sin márgenes.
Como cuerpos sin hueso.
Huelo la plenitud
de un día sin luz.
Existen huecos
en las palabras
que nos silencian.
No quise decirte
cómo nunca exprese los labios comidos,
agrietados en tu boca.
Alenté los pasos perdidos.
Me alejé en silencio
hacia los cuerpos que emiten chasquidos que destruí.
La desolación se palpa en estas calles vacías de un corazón que ha dejado de latir.
Estuve.
Estoy.
Y no me entiendo.
Sólo quiero volver a casa.
Todo es imprevisible.
Mi cuerpo atrapado en una piedra.
Mis ojos tensados entre las cuerdas de dos nubes.
Mis pies arrastrando la hojarasca de un roble que mira y respira.
Será que el tiempo lo dejé en la gravedad de este vacío que lo curva todo.
Como en tu piel
en tu piel como deseos y huesos que dejaron nuestros besos.
Y el viento que alarga las bocas.
Y el aire que regresa en tus juegos.
El tiempo no tiene rincones.
Las hojas cubren el sueño.
Las charcas descubren tus ojos
de nubes y terciopelo.
Tus labios, orillas sin río.
Tu boca agua sumergida.
Corro las cortinas y sé que nada es real.
El tiempo no tiene rincones
en el silencio de mis dedos.
Muerde la vida.
Como muerde el silencio.
Muerden las olas.
Como muerde la orilla
sin arena.
Venecia se hunde
en el fango,
en el propio matricidio de la roca con el mar.
Desfallecen sus lágrimas
en el breve plazo de mis ojos.
Escrito 1991.
Vueltas
Vueltas
Y más vueltas.
La cuerda regresa del vacío.
La cuerda rompe el hilo.
Horizontes deshilachados
Cenizas de hielo.
A veces cuando miro al techo
regresan los paisajes
El hueco que deja mi cuerpo
es vacío.
Regresaré a los nombres
y quizá a ese volcán que escupe cuerpos
Lanzo los dedos
y recojo las manos.
Mis ojos son alfombras
de un suelo que no existe.
En las esquinas me refugio
En los bordes existo.
Las piedras son los sentidos.
El camino, la razón.
Ando entre surcos que se ocultan.
Tras la luz material
comienzan los nombres vacíos.
No hay cuerpos.
La arena se convierte en caricia.
No fui capaz de nacer.
Exhalé y me oculté.
La palabra termina
como comienza el silencio
Vivir en las extremidades del tiempo.
Contar las hormigas que se precipitan en el vacío.
Tus manos engarzadas en el barro.
Barrer el azul con las plumas.
Leer en la oscuridad palabras que no existen.
Y seguir....
Hay algo en el ambiente que tritura cristales
deshace cuerpos como si fueran barro,
construye abrazos de costas golpeadas por barcos hundidos.
La vida es una grieta heterogénea que surca tiempos y espacios enterrados en universos de marfil.
Hasta que la muerte separe nuestros cuerpos.
Diría muchas cosas.
Que los nombres no nombran.
Que los relojes se esconden entre horizontes ardiendo.
Que el odio es un charco seco.
Que el placer es polínomo.
Que los personajes asesinaron al actor.
Que nuestro segundo acto se quedó con las manecillas.
Que nada sirve.
Que nada sirve.
Se cansan las manos.
Arrastro los pies.
Las huellas reproducen
bocas cerradas a la palabra.
Hay hierbas brotando de mis ojos.
Hay raíces que consumen mis dedos.
Ayer como hoy, el tiempo deja de mascullar la línea.
Mis manecillas arrastran el vacío.
Echo la vista atrás
y veo zapatos extinguidos
sobre alfombras residuales.
Existieron rincones que desalojaron a los propios rincones.
Como existieron noches que nos deslumbraron
Fluctuar nubes.
Amasar corazones.
La izquierda de mi mano
atestigua la mirada perdida.
Voluntades anticipadas.
Quisiera decir lo que no dije.
Mirar lo que no vi.
Entender por qué los humanos
jamás consiguieron desentrañar su trama.
Tras las calles vacías
habitamos los surcos de los nombres.
Tienen los dédalos mis labios de piedra.
Tus dedos insomnes regresan a mis cuerpos perdidos.
Camino hacia los recovecos del día.
Soy el ingeniero de tu cuerpo.
La hora es exacta.
El tiempo permanece.
Ay! la desaparición
Ay! mi cuerpo comido por las nubes
Ay! mis ojos arañando tu ventana
Ay! el cielo recitando tu cuerpo.
Ay! Mi boca cosida con miel.
Levántate y anda.
Observa tu sombra sobre el horizonte.
Y no regreses nunca sobre tus pasos.
En la tumba no hay luz.
No se supera el pasado si no se relata.
La mente se abre sobre una grieta.
Grieta de una boca que no habla.
Grieta maldita que abraza al silencio.
Todavía hay mariposas que definen el espacio que no hemos vivido.
El chasquido del cristal en sus ojos fueron
siluetas sombras de palabras,
reflejos de bisagras que nada abren,
apenas los gritos nómadas,
tal vez la muerte sigue siendo contorno.
Dame tu mano y me quedaré con otros dedos
que saltan entre raíces y hojas dispuestas a inmolarse.
Las montañas son silenciosas.
El cielo quebrado
es placer sin necesidad de tierra.
El espacio se come al espacio y el tiempo se enmascara en tu labio.
Dejaré de respirar si tú no respiras.
Dejaré de vivir si tu luna no ilumina mi sombra.
Los pies me siguen.
La levedad del cuerpo
regresa al tapiz de mis huellas.
Nada se sumerge en la ebriedad de la luna.
Nadie saluda a los surcos taciturnos.
Sobre este mantel voluptuoso llamado tierra
el dolor del tambor hunde sus raíces iracundas
en los arroyos y aullidos de la ternura
Sueño poliédrico
Presido enervado
al infausto dado del fauno.
Sueño entre aromas y el azar corrige al sueño del sueño estéril del triángulo de piedra.
La lívida ironía humea en la cárcel del bostezo.
No quiero pulir campanas de tierra.
El azul es inútil.
La espuma, firmeza.
No me gusta la gente
cuando mi dardo no da en la diana.
Me gusta la gente.
Sólo
en la adicta inmensidad
de la palabra.
No llames al agua agua.
No llames al viento viento.
No llames al cielo.
Mi cuerpo es corrupto.
Corrupto de pensamientos.
Todo fue excesivo
menos el exceso.
Las luces se escondían tras las puertas,
los huecos que dejaban las palabras compartían silencios y se emborrachaban entre labios turgentes y equívocos.
Estuvimos desnudos de luna
y sombras que alargaron nuestras miradas.
Todo fue excesivo
menos el exceso.
Desbordo los límites de mis dedos.
Detrás de tu desnudo
no hay cortinas.
Ni manos.
Ni miradas.
Vengo de madrugada
De unos ojos que reventaron los muros de miradas.
Vengo de la nada.
De esa nada que intentamos reconstruir
a golpe de descuidos y aperturas cómicas
Nadie te sorprenderá.
Nadie buscará tu nombre entre los nombres.
Nadie te comerá ese labio
al borde del vacío.
Soñar sin sueño.
Sentir frío.
Adentrarse en la calor de tus ojos y ser tu corazón de nieve compartido en la febril floresta de tu cuerpo.
Seguir caminando entre luces nocturnas y columpiarme entre las sombras de las farolas.
Y seguir caminando sin rumbo entre el río de tu piel.
Y abrazarte como abraza una rama a su tronco.
Olvidando las raíces
en su olvido de hojas.
Aquella puerta abierta...
El espacio se comía al tiempo.
Los días cerraban tu mano en el vacío,
vacío que construía silencios.
Por qué las calles respiraban.
Por qué las lunas cabalgaban sobre nuestros cuerpos.
Por qué me quedé sin palabras cuando los verbos arañaban las paredes.
El vampiro de la capa negra
se volvió serpiente.
Mira el árbol que mece el silencio de sus ramas.
Las calles quedarán vacías
como quedan vacíos mis ojos tras la lluvia.
Mira el árbol que…..
El tiempo no existe.
El tiempo no mata.
Tal vez al tiempo, si existe, lo asesinamos todos los días cuando cerramos la puerta detrás de nosotros.
Intenta atravesar el cristal
y se encuentra con mi cuerpo.
No hay nadie.
El tiempo prevalece.
El fantasma de la lluvia
recuerda los ladridos de mi homenaje.
Beben los cielos entre las heces de la recompensa.
El silencio despeja mi espacio.
Infiafibios.
En los montes no existe la apariencia.
La hojas se desprenden de sus ramas.
Las raíces perforan la tierra en esa búsqueda de la falsedad.
Pierden sus pasos los humanos.
Siempre regresan satisfechos.
Es la aventura de la trampa.
La posibilidad de una prórroga que perpetúa la ausencia.
Aplicaremos el presente.
Comprenderemos el disenso
en un mañana congelado.
El agua de las calles
habla lenguas extrañas en
el sudor de las palabras.
Las lágrimas de boca
en la bocacalle
regresa tras sus pasos entre alambradas.
Mis ojos hablan con el silencio.
Insinúan el espacio.
Tal vez abrazaré al tiempo.
Volveré a ser niño.
Saltaré entre los charcos de la infinitud.
Volvíamos de la intemperie.
El viaje fue infructuoso.
Leíamos las piedras adheridas a nuestros cuerpos
sin saber que era el comienzo de algo por escrutar.
Aun así regresamos.
Caminamos sobre burbujas de aire que no supimos respirar
Goiku 1
Los dos ojos que me ven
son los dos ojos que no tengo.
La sombra inútil
de los años que se alejan...
No hubo suspensión
ni hogueras congeladas por el hálito de un poco más.
El miedo retuvo sus cabellos
en señal de su imaginación.
Pudo ser neologismo o inhalar las cloacas de un andamio incombustible a las órdenes de un merlot.
Ve incompletud.
Homenaje a la hoguera de unos labios sin sellos.
No se puede vivir sin balcón
donde los deseos se presentan sedientos de engranajes de alfombras que caminan entre remedios e inciertos.
Hay algo que espera entre comparsas y estrechos candados que entonan sus pausas entre opuestos.
Cuando se puede presuponemos hipótesis
incluso aventuras desmentidas por la recta vocal del silencio.
Escombros, universos combustibles comienzan con la ruptura de lo excesivamente humano.
El resultado es la enciclopedia del consorte
o el exultante letrero empañado por las luciérnagas.
Aliento y sed
se dan de la mano.
Mahler encarnizado.
Dijeron que el repertorio
fue de Alicia en ese país de perlas truncadas.
Fue un diario póstumo,
innatos libros que no juzgaron.
Amanece y anochece
como mi rostro
en un trozo de alquitrán.
Como los labios cosidos al avión de un partisano
cuando sale de las trincheras de la vida,
cuando vive dentro de la muerte.
La libertad es el aire que respiramos
Mis cadenas
estos pies atrapados en esta tierra nuestra.
Vinieron los pájaros sin dientes y aquellos vacíos
muertos, comestibles.
Las alfombras ranuradas por la niebla...
Reconocí el vapor del hombre blanco.
También los ilegibles poemas que dejé en tu vínculo.
Sueño
Cuando das la espalda al mar
delante de las olas desnudas
siempre hay alguien que sale por ese lado de tu cuerpo,
son cristales los espejos del tiempo.
Entre las sombras veo sombras.
La luz se la dejo a la magia.
Los pájaros arden detrás de las amapolas.
Hay verdades que registran
el terror hambriento.
Las alas de mi cuerpo
son las alas de mis mariposas.
Cuando de verdad sucede...
no hay más.
Sólo un corazón latiendo en la palma de tu mano.
Apenas hay algo
cuando el aire se vuelve cristal.
Las piedras no conocen la noche
y el mar duerme entre la nada de mis dedos.
Dentro del sueño que sueña
Llegad que me he ido.
Llegad que vuelvo.
Respiro el aire,
el aire que dejo.
Llegad que me he ido.
Llegad que vuelvo.
Anduve entre adoquines
que casi muero.
Que casi muero.
Que casi muero
entre lágrimas de lluvia,
entre labios abiertos.
Llegad que me he ido.
Llegad que vuelvo.
Entre cristales sin ojos
espejos muertos.
Llegad que me he ido.
Llegad que vuelvo
en la última palabra
del último verso.
Llegad que me he ido
Llegad que vuelvo.
Espejos abiertos
Que sueño que muero
Enloquecen en los vórtices
de la vida.
Los pilares de la tierra son arena.
Hay humanos que levantan muros y rezan.
Yo sigo fuera de la senda
recolectando semillas entre cuerpos enloquecidos
y aullidos de palabras que se extinguieron.
Dime cuando hablo.
Dime, ese silencio
abre la palabra.
Dime, cuando respiras
cuándo coges aliento dentro de mi silencio.
Nada hay.
Nada hubo que no estuviera en nuestras manos.
Cumpleaños 3/3/1655
Vienen los cumpleaños para decirte que el tiempo es un sueño dulce.
Dan miedo las noches que no sueñan
y encontrar tu fantasma pegado al espejo
entre pelos arrancados al hueco de tu cuerpo.
El tiempo es un rasguño
en un espacio no vivido.
El tiempo cumple años en nuestros instantes.
Politeia
Oxímoron percibía el tiempo, la memoria la dejó en su informe.
Había divisiones y noticias que cantaban enterradas en la melancolía.
Fuimos capaces de vacilar en nuestras decisiones reversibles.
Hasta que los ascensores dejaron de ser utilizados
y comenzamos a caminar con nuestros pies.
Geometrías del árbol.
Nacemos entre abrazos y desapareceremos entre nuestras manos.
Externo a mi cuerpo comprendo el vértigo que produce mi cuerpo.
Seré palabra,
palabra extraviada y diminuta
en esta desaparición ensayada.
Nada hay que no conozca,
salvo las tormentas inesperadas que me obligan a desempolvar los paraguas metálicos de mi boca.
El hombre se disolvió en medio de sus deleites y estatus alquilables.
Trepó satisfecho con su lomo de barro sobre su agencia de orgullo y transacciones emocionales.
Pero no vio la última estación
donde los desterrados combatimos enérgicamente.
Pienso y ladro
en el túnel del no humano.
Fueron telúricos los que guardaron el cadáver en el túnel del tiempo.
Como todo
como nada
como me rompo los labios
en mi boca.
Como todo
como nada
así se desata mi palabra.
Pienso y ladro
entre caras sin mirada.
Intestinos.
Corazones.
Vuelve el tiempo.
Dejaré de pensar.
Dejaré de amar.
Dejaré a mi persona.
Dejaré los intestinos
en sus corazones.
Dejaré al conejo que haga
su guarida.
1
Me muero mañana
entre silencios y miradas.
Me muero mañana.
Soy tu cuerpo descompuesto de uniformes y palabras.
2.
El mundo se funde con el barro de mis sueños.
Permanezco en el rincón esperando a mañana.
La espada de mis ojos se retira tras la alambrada.
3.
Todo estaba cerca.
Parecía que los recuerdos se quemaban obedientes entre declaraciones custodiadas por el primer otoño .
Entonces recorrí y recurrí a ese principio de perseguir los materiales del escombro.
4.
Me matriculé en el tiempo.
En la universidad Universal
de los que cuentan las olas.
En la íntima inocencia de la página sin memoria.
5.
Me muero mañana
en un tiempo que no existe,
En un tiempo sin mañana.
Quiero vivir el frío de unas manos sin domicilio
sin nombre,
abrazar la insuficiencia de la geometría evaporada.
Un estanque sin cisnes.
Un viaje entre ramas.
Quiero vivir la pregunta
sin respuestas ni aduanas.
La inocencia de un beso sin derrota.
El disfraz sin máscaras extasiadas.
Quiero una puerta que cuente las sílabas cansadas de nombres.
Un pasillo sin retorno.
Una esquina verbalizada.
Quiero una noche, la última noche, sin esperanza
entre huellas razonadas hacia la nada.
Después hubo respiración.
Los racimos entraron en el laboratorio del artificio.
Las noticias nocturnas se despedían de su entierro.
Dejaron que se desatara el hielo perdido en un verano atípico entre hojas que murmuraban la espera.
Las bocas reaparecen
en los cristales.
Hay abismos que ensayan
en su indigencia.
Dijeron, tendrás respuestas
cuando yo sólo quería preguntas.
La explicación es sencilla,
no tengas deudas emocionales y ama como un delincuente que roba despedidas.
Nunca dijeron que el dolor
es canción
como nunca dijeron que hay madrugadas nocturnas.
Siempre habrá un mendigo que arañe a otro mendigo.
Sueño 4 de la mañana
Viaje nocturno.
Cuidados expansivos.
El bosque de las palabras requiere de momentos leves y lacónicos.
No repetiré las sombras que circundan el reloj.
Ni las campanadas de la soledad, porque la soledad es estar en una cierta edad
hasta caer en los campos surcados de mis propias cenizas.
Maldigo la verdad.
a los descreídos que creen.
a los que empeñan su vida por un descuido
a la vida que no vive dentro de sus entrañas
Maldigo a la verdad sin vida a la vida que se queda sin palabras.
Maldigo a la verdad,
a la verdad que cabalga a lomos de la mentira
de la mentira preñada.
Niego la puerta cerrada.
Niego la mirada en el espejo.
Niego si mañana existe sin mañana
Niego hoy.
Sin dueño.
Sin cama
al borde de la palabra.
La palabra se pierde,
Siempre se pierde
en las cárceles de su palabra.
Es una noche sin dormir dormida
Es una mano sin dedos que habla.
Cuando se juntaron todos desapareció.
Llegaba como un prestidigitador.
Desobediente.
En un silencio encuadernado
sin necesidad de hablar.
Supe que tendía sus
palabras sobre alambres y dibujaba desiertos en la arena.
Supe que la extrañeza fue interminable
Yo no quería ser yo
sólo,simplemente
palabra.
Yo no quería ser yo.
No quería ser yo.
Simplemente
ni palabra
La roca se vuelve agua
el agua se vuelve roca.
Es el mar cuando se abraza con el cielo en el horizonte del amanecer cuando la mirada se arranca de los ojos:
la brecha de la existencia en toda su dimensión.
Ya está hecho
los brazos regresaron al cuerpo y el cuerpo arrastró a otro cuerpo sin brazos nadando entre barro
Entre barro
Walter
Benjamín
Entre barro
Antonio
Barro
Machado
Se despidió.
Nada hay.
Recuerdo que dentro de la palabra alguien habló.
Los cristales no reflejan nuestras decepciones.
Atravieso desiertos de sentencias que siempre acumulan frases que no tienen sentido,
como dunas que no nos dejan ver la arena acumulada.
Perdí lo que nunca busqué.
Sólo fue un sueño dentro de una pesadilla,
como una guitarra sin trastes ni dedos que la puedan golpear.
Levemente se amortigua la gravedad en mi boca
cuando el fuego extinguido te mira y devuelves la mirada.
Regresas sin zapatos
ni señales que te obliguen
a tomar una dirección.
Canturreas una canción y te olvidas de las esquinas donde te escondías de niño.
Esperamos tormentas sin nombre
tormentas que nos alejen de nuestros nombres.
Esperamos nombres que alejen tormentas
tormentas de nombres sin nombre
Esperamos tormentas que paralicen nuestra impostura de nombres.
Esperamos tormentas.
Pero no hay humano sin tormentas
ni tormentas sin nombres.
Poema vindicativo
Dentro de ti no hay nadie y ese nadie soy yo
adjetivo
Dicho de un escrito o de un discurso: Que defiende la fama y opinión de alguien, injuriado, calumniado o injustamente notado.
Las Horas y esos minutos de donde nadie regresa a no ser que haga un pacto con mi diablo lleno de segundos.
Inmerso en la tormenta
bastaría una palabra dentro del laberinto de nubes y cielos azules.
Tu maravillosa definición me arranca de este sueño que orbita lentamente entre aves apocalípticas.
Soñé que tenía un mapa inmenso tatuado en mi espalda con un fondo azul azul de mar y soñé entre nubes y cielos azules que regresaba de este azar sin leyes.
En la hora exacta,
muy alejado de la imagen
reconocemos la infinitud
en medio de un ahora.
Colaboramos con la aniquilación del sentido,
a hombros de la gran pregunta que se deshace en nuestros labios.
Apago la luz.
Quiero volver a la historia donde las mantas te arropan y te entregas a un sueño imposible.
Cierro los ojos y tanteo debajo de la cama intentando tocar la piel y el rastro que dejó el último fantasma que siempre esperaba en la niñez.
Está vez la puerta está cerrada y la habitación se ha contraído en un laberinto de esferas y pirámides.
No hay temor ni esperanza .
Tu mundo sigue girando sin convicción, indecible, delirante..
Todo se convierte en una ruptura.
Tenía 14 años cuando la puerta no se abrió y las escaleras carnívoras despedazaban mi cuerpo divorciado de la realidad.
Siempre esa grieta devora todo lo que se acerca a ese entramado de tiempo detenido en una puerta que nunca se abrió.
La fantasía se confronta con los recuerdos.
En la esquina de aquella calle sucia dejaste las luces siniestras en un abanico de cuerpos amablemente abiertos.
Las paredes fragmentadas junto con los adoquines embarrados consiguieron despertar a esta noche estrellada en la cual pervivo.
Todavía no.
La red es extensa
y no revela nada.
Nunca tu espalda aguijonea con guijarros la llave de tu aliento.
Es la huida la que establece las fronteras de los perdidos.
Migraña Mania.
De noche.
Mares de luz.
Y el sentido arrojado en el reloj.
Leo la escritura invisible
henchido de mundos que se extinguen cuando braceo entre lágrimas y cielos espinosos.
Es de noche
y la máscara arrastra mi rostro hacia tu cuerpo
Veo palabras volando en tu cuerpo como vuelan mariposas en el mío.
Veo huecos y vacíos en la mirada tejida en mis ojos
como tejo tu cuerpo en el mío.
Veo palabras sembradas en tu cuerpo.
Mis labios cosecharán tus latidos emergentes.
Consigo brazos y piernas que agradecen la ausencia de mis manos.
Consigo lluvia
Y electricidad
Y sin embargo es la ausencia la que marca la última palabra.
El invierno corre hacia la luz
mermado, atónito
como corro entre sumideros y ropa mojada.
Allí está el final, comenta tu cerebro
mientras tu cuerpo avanza enloquecido hacia el desierto.
Vengo detrás de la luz.
Detrás de la luz no hay sombras.
Un tenue parpadeo de nombres borrados y tiempos que se consumen en la historia .
después de hablar sobre Baroja.
Aprendo cuando caigo.
Aprendo cuando tropiezo.
Aprendo cuando doy una vuelta y no me veo.
Aprendo entre charcos.
Aprendo entre cortinas sin aliento.
Aprendo sobre el camino
ese caminito que no siento.
Aprendo y desaprendo cuando huelo tu cuerpo dentro de mi espejo.
Mi principal tarea es recopilar las críticas, los detalles de esa inquina venida de la ignorancia de saberse sabios a pesar de los datos que manejan los estúpidos tras las cortinas de la desidia.
Pasé el rato masturbándome velozmente entre un gesto de adiós y un océano sin dirección.
Casi embargué mi cuerpo al único banco que ofrecía frío por dinero.
Mejoré el contrato con el profeta que me lamió las suelas de mi zapato pleno de pelos y semen.
Las nubes cruzaban el vacío
Necesité esos estrechos brazos que surcaban la presencia en parte como siempre de esa deidad desagradable y normal.
Pude vivir bien alrededor de esa genetista que profesaba la religión de Rimbaud.
Seguí invirtiendo en clonaciones varias y laboratorios interrumpidos por aquel verano desafiante .
Acababa de descubrir que los días no eran días
que cada tiempo que transcurre es cobertura para dejar todo y mirar los nombres propios.
Esa sobreimpresión dejó restos de mi naufragio adiestrado dentro de tu cuerpo.
Incitó al vicio
al mantenido vicio de unas manos en un cuerpo incestuoso.
Decididamente a veces sacaba el decálogo de caricias y mordeduras
siempre interrumpidas por labios turgentes
y pieles que realizaban juegos acrobáticos cuando
el tiempo paralizaba el proceso de desaparición de dos cuerpos entre los gemidos de esa gran manifestación llamada amor.
Él jamás respondió al apéndice del último libro
que escribió sobre los trozos de los cristales arrancados de sus ojos.
La cama chirría
como la vida cuando espera
a una naturaleza muerta.
Esperas ordenado
y apagas la luz.
Las migajas de tus labios se evaporan en esta retirada prudente
entre hallazgos insoportables y preguntas que nunca tendrán respuestas.
Surge de la nada tu cara,
de tu cara mi mirada.
Surgen
de las paredes
tus manos,
de mis manos
tu mirada.
Surge el tiempo
detrás de mi espalda
y de la nada
la mirada.
Tengo palabras para decir...
Ojalá fuera otro y comprender que de la nada nada hay.
Tuve la palabra para decir nada
y sin embargo utilicé la palabra para ir contra la palabra.
Pero fue la palabra y es la palabra la que construye besos, odios, miradas.
Hasta la muerte es una palabra y la vida y el sueño y todas las ausencias habidas.
La palabra es deseo y el amor es una palabra sobre la palabra.
Por eso seguiré con la palabra
Imagina
un cielo con estrellas
una tierra con árboles
un beso sin palabras
un cuerpo sin tierra.
Imagina
una casa sin puertas
una ventana sin cristales
sin cristales siempre abierta.
Imagina
que siempre hemos estado
que nunca estuvimos
que nunca dejaremos de vernos
que nunca dejaremos de ser labios.
Se cruzaron en la vida por casualidad. Esas casualidades que atentan al destino y destrozan todo el tiempo al tiempo perdido.
Supo que una piel invadió el espacio de sus dedos en una bañera medio llena,
en un bar de Tudela de alientos y miradas en un cuerpo que era río.
Supo que su mano dibujaba una silueta casi perfecta en sus ojos de niño.
Y esa piel extendida en una mesa la vio.
Y fue como volar
entre esmeraldas y espejos,
entre otoños veraniegos
entre inviernos primaverales
entre cielos sin tierra
entre huellas sin destino.
La piedra se estremece
con el agua que perfora sus grietas.
Un pene come peces de colores
Mi culo está abierto a la luna.
Dejaré de establecer amapolas o quizá tallos engullendo nombres y rostros.
Cuando la luz cambia
nos dice que un atardecer es distinto a un amanecer.
La experiencia se olvida de todo y perfora con su aguijón esa incertidumbre de que nada es igual
de que todo aparentemente no es lo mismo.
En ese instante, en esa grieta de la experiencia el observador es observado por el vacío que deja.
La luna cierra los ojos
y el mar la acaricia con su sombra.
Nada hay que trascienda su luz muerta, nada
Esa nada que cierra los ojos a la luna y acaricia el mar con su luz abierta
Y seguiré ahí dedicándome a la intemperie
Seguiré ahí deletreando tu nombre en los sin nombre.
Seguiré ahí recogiendo cuerpos
Estoy convencido que somos una ilusión.
Que nunca hemos existido.
Que inhalamos la desaparición
que nunca comprenderemos
Será el cristal que refleja la imagen de alguien que no existió.
Será el cuerpo que adelanta la desaparición
Será una hoja cuando desaparece el árbol
Será que retomo la muerte en la vida
en un cuerpo que no es mío
en un cuerpo que gravita alrededor de su vacío.
La conocí
Sobrevivió a las estrellas
Festejó el origen de la luz
y dejó de ser sombra.
Recurrí al abrazo
Y me diluí en su espacio.
Llueve la lluvia sobre su gota
Llueve en ese vacío que deja la lágrima.
No hay nada
No hay
No.
Y esa es la plenitud.
Las palabras no dicen la verdad
Las palabras esconden los aullidos de los que no tienen nombre.
¿Seré capaz de sobrevivirme?
Decálogo de la identidad
1. No lamentar el aire que circunda los espejos de tus ojos.
2. Regresar de la intemperie masticando estrellas
3. Brillar en la perdición cuando sabes que todo está terminado.
4. Razonar en unos labios insurgentes.
5. Deletrear el espacio cada vez que amamos.
6. Olvidar el recuerdo de pieles extendidas en mi tejado y acariciar y acariciar esa luna que se oculta en tu tejado lunar.
7. Decir: no hay hombres ni mujeres solamente caricias.
8.iluminar la oscuridad con una vela de latidos de flores
9.Asesinar el odio y no transigir las fronteras de nuestra dístole.
10. Abrazar y mirar sin brazos ni ojos.
10. Acercarse a un cuerpo sin motivo y no desear que aparezca una segunda vida.
10. Correr sin mirar atrás.
Arrancar las raíces de tus labios.
Feliz solsticio de invierno.
El tren se detiene.
No hay recompensa.
Asesiné a mi cuerpo
entre martillos y arena.
Desnudos como dos estrellas en colisión fuimos capaces de reanudar al tiempo
y decir: no hay crepúsculos ni caminos diferentes
No hay tiempos ni espacios
No hay pasos atrás
cuando tus tiempos se convierten en espacio
y el espacio es el tiempo
de una raíz
Quiero vivir en tus labios
Quiero que tu piel sea mi piel
Quiero que mi sombra sea parte de tu cuerpo
Quiero que el azul, ese color que sabe a horizonte, pertenezca a ese cielo de nuestra mirada.
Quiero existir dentro del mar
Quiero ser la sal de tus lágrimas en esa última ola que golpea nuestros cuerpos.
Una estructura cerúlea
apergamina tu piel cetrina.
Existen estaciones entre las olas que anudan música entre la brisa.
También misteriosas arquitecturas que recogen las voces de las caracolas.
Ha llegado el tiempo de prescindir de fraudes y Notables.
Llueven olas
engarzadas en tu piel de mar
que resisten al ímpetu de tus ojos ensoñados y afinados por el azul oscuro del océano.
Has visto tu sombra abandonar mi cuerpo en el hueco del lienzo?
¿Y esa línea trazada que no divide sino que se adentra en el fragmento de la realidad?
Resultaría extraño que las fronteras fueran el sueño de nuestros miedos.
Es la palabra dormida
el aumento del cielo en mi lengua herida
La dinámica quietud del que abraza su nido de paja.
La estrella fugaz y unas palabras que silencian
La pared congela la mirada.
El vacío de la casa
completa la lentitud.
La sombra de la roca
recoge acantilados.
Lo vómitos son la eficacia
de la vida que consume.
Miras y tus sábanas
crean telarañas
Cápsulas de hielo
en un duelo sin miradas.
Miras y tus sábanas
crean telarañas.
Hielo en los ojos
en un cielo sin pestañas.
Miras y tus sábanas
consumen guadañas.
Hielo en lo ojos
Y duelo sin miradas.
El cadáver hundido.
La tierra sumergida en la mirada.
Los huesos hundidos en el barro.
El pensamiento deshuesado
por la palabra.
El espacio deshabitado en una simulación temporal de cuerpos
arrancados al vacío de aquella mirada que desbrozó de ramas al último estallido de troncos y raíces
Ayer dediqué un despido
en un arrastre de abrazos
y besos ya extinguidos.
Tendí la ropa sucia
y colgué mi cuerpo
en esa cuerda infinita
de los recuerdos.
Hoy preparo el café
como si todo siguiera igual.
El tiempo no se detiene.
Tan solo la mirada
llena de cristales fríos
manifiesta cierta indignación,
como un vómito de lluvia
sobre una tierra cuarteada.
Andar y luego regresar.
El viento del norte
levanta mis ojos
hacia el ocaso.
Y nada sigue
en esa estela que dejamos
cuando nos precipitamos
hacia la orilla de nuestra vida.
Andar y luego regresar.
Sabiendo que es silencio
lo que dejas.
La palabra
Exige silencio.
La palabra
Es silencio.
Las piedras se comen
La tierra.
La tierra
no atrapa a la palabra.
Las palabras dictan
su desaparición
cuando encuentran
el hueco perfecto
para horadar el artificio.
La palabra exige silencio
y el silencio deletrea a la palabra.
Caminamos espacios
y sin embargo
lo que hacemos
es rellenar de escombros
lo que no somos capaces de recorrer
Cronos, kairós y Eón
El tiempo no mide al tiempo.
La elasticidad del espacio
recoge lo que no mide el tiempo.
Nada hay en el hueco que deja
un cuerpo consumido por el tiempo.
Nada extraña el espacio cuando
un cuerpo desaparece en la grieta del tiempo.
Haiku intempestivo.
Solté lastre
en un día de lluvia.
Mis ojos se ahogaron.
Los pasos retroceden.
Vengamos a mirarnos.
A tocarnos.
A levantar las piedras
de nuestros aposentos.
Esos espacios que están llenos
de inmundicia y miedos.
Vengamos a encontrarnos
en esta intemperie de silencios.
Ahogados en la palabra insumisa.
La elevación
no entiende que las escaleras
están para subir y bajar
a no ser que nadie sepa que no hay nada para agarrarse.
Es el miedo el que destruye
El vacío es nuestro.
Baudelaire, Rimbaud y Celine y otros
Las brasas de las nubes
cosieron el cielo a mis ojos
Nadie observó a las gotas
danzar dentro del carbón
entre las flores del mal
y esta temporada en el infierno.
Este cielo es un viaje al fin de la noche.
Recopilo ríos secos y mares que un día serán desiertos.
Llama el silencio.
Lo demás no es silencio,
el resto tampoco.
Nuestro silencio
llama a la palabra.
Una palabra deshilachada.
Una palabra que dejó de ser palabra
para recorrer el hilo del silencio
que arrastra cuando habla.
Vengo de la ocurrencia.
Del vértigo que dejamos al respirar.
De la piedra que relame la sal.
De aquel acantilado sin nombre.
Vengo de las olas .
Con la espuma de tus labios
De nada sin nadie
De nadie sin nada.
El sol respira en la suela
de mis zapatos.
Todas lo miraron
y nadie lo vio.
El sol respira en la suela
de mis zapatos.
Todos lo miraron
Y nadie lo vio.
El sol respira en la suela
de mis zapatos.
Ella estaba ausente
y él no regresó.
El sol llorá con su luz
dentro de mi corazón.
Ella no lo vio,
él estaba ausente
y el sol a contraluz.
Los aires del tiempo
transcurren lentos.
Un labio en una nube
es tormenta.
La lluvia se desliza en el vacío en aquella sábana que susurraste con tu canto de espejismos errantes.
Estuvo seis días sin piel
dentro de un cristal velado.
Paseó entre raíces
cuando sostenía el vacío
entre sus manos.
Dejó la mirada entre zarzas
y luces de neón.
Supo que no era él
el que suspendió la mano en el abismo.
La piedra, dentro de mi casa.
Mis labios pegados al cristal.
Mi cuerpo desenterrado
fuera del fuego.
Ardo entre las cenizas.
Ardo lentamente entre las piedras
fuera de mi casa.
El faro.
El vuelo de las hojas en sus ojos.
El aire que desprende su cuerpo
El terso amanecer en su piel
La nada de la nada
o ese precipicio que inunda el mar.
Hay cuerpos
que nadan como planetas
alrededor de un sol extinguido.
Hay cuerpos que nada saben
de la exterioridad.
Hoy como ayer se desprenden
las cortezas de los árboles
como aquella mariposa que incendió
sus alas al amanecer.
Cuando escuchas el silencio
y la soledad se adentra en tus ojos
la intemperie reconstruye al tiempo.
Y es casi como estar tendido
con dos pinzas dentro del abismo.
Remueve la arena
y añade el nombre a tu tumba.
Los gusanos saldrán bailando de los cuencos de barro.
Añadirán biografía a tu simulacro esqueleto y decidirán
sobre el asombro de tu piel.
La ficción o el camuflaje harán el resto.
Donde los espejos
alzan su mirada
sopla el rostro áspero
de la intemperie.
El vacío siempre
vuelve colmado de deslices.
Sombríos trabajamos esculturas de marfil
o de espuma encumbrada
sobre laboriosos oficios de besos.
Las aguas navegan
sobre los barcos.
No hay aventura.
Las nubes asumen sus llantos
La muerte es la extrañeza de la vida.
El cielo cicatriza los ojos.
Y sin embargo
cuando la mirada se disuelve en los charcos
seguiré nadando sobre la arena.
Caminaré entre cicatrices.
Caminaré acompañado entre esas nubes vacías de albatros.
Aparece el fuego
y casi retrocedo.
Soy llama entre estas cenizas
que consumieron
los pensamientos.
Tal vez la llama de esas mujeres que fueron ejecutadas
realicen la proeza de acabar con esa llama.
Me escondo.
Me voy de mi.
Me persigo.
Y veo que no hay nadie.
Y lo celebro.
El camino señala.
La nada.
La boca.
Morimos
pensando.
Vivir en un rincón
debajo de esta roca.
El suelo que pisa
el cielo manifiesto
de nada.
La nada
se asombra en
mi boca.
La nada admira el silencio.
Tiempo espacio.
Recorro cada milímetro de las piedras que dejan mis ojos.
Cada centímetro del tiempo
que deja el espacio.
Camino entre cristales
y levito sobre mis excrementos
que un día gravitaron
entre todos mis cuerpos que deseché.
Rehago todos los días la cara de la vida
entre un tiempo desbocado y un espacio que se esconde
entre las manecillas de mi reloj.
Píntame la boca
que la tengo cosida a tu boca.
Píntame los ojos
que los tengo
apresados a tu mirada.
Píntame el cuerpo
que lo tengo pegado a tu piel
como una raíz sin tallo
como una nube destilando
tu sudor.
Llego al pozo.
Observo.
Me declino entre las piedras.
Me arrodillo en el abismo.
Todo es circular.
Menos una piedra
que araña mi cuerpo
y lo destroza.
Leer, escribir,un fragmento del silencio.
Andar sobre tu espalda en el espejo
y en el vaho de tu aliento escribir nada
y regresar a la cama entre sábanas caídas del techo.
Y respirar haciendo como que nada ha pasado
cuando desaparecen tus ojos entre ese vacío.
Dicen que sea como sea
nos adentraremos en los abismos de la individualidad.
Dicen que dicen que difieren
entre nuestros asuntos cotidianos porque no somos ni fuimos uno.
Que sepan que cuando abrazas eres tú y el otro.
Aunque quieran construir fronteras entre nuestras manos
y nos quieran convencer.
Si supiera qué pensar
dejaría de pensar.
Andaría entre tejados
como los gatos
rompiendo las tejas
para que el cielo y la lluvia
y lo que hay afuera
accediera a la comodidad
de la indiferencia de este adentro que nos ilusionan.
Si supiera qué pensar
escribiría: dejaría de pensar.
Para que la comodidad y la indiferencia
se abrieran hacia fuera y vieran lo que hay dentro.
Sólo vivir, respirar,
andar
y seguir viviendo,
respirando y andando
sobre tu espalda.
Al lado de tus labios.
Debajo de tus ojos.
Próximo a tu cara.
Seremos dos en nuestros sueños.
Seremos sueños en dos partes
compartidas.
Las puertas son extrañas.
Se abren hacia fuera cuando estás dentro
y se vuelven hacia ti cuando estás fuera.
Es un abrazo de acogida hacia tu cuerpo
que olvida que viene de la calle.
Esa calle que no tiene tiempo
pero que permanece en la ausencia de tu nombre..
Nadie deja camino.
Nadie deja atrás a nadie.
Nadie desaparece a tus espaldas.
La geografía es fría
sin tierra
debajo de tus pies.
La grafía son los pies
debajo de la tierra.
Nadie dejará en el camino
quien desaparece sobre nuestras espaldas.
La vida abre cuerpos
también suele abrir
puertas cerradas con espinas.
El regreso ha sido inexacto
por las turbulencias del viaje hacia los sin nombre.
Volamos con los pies enterrados en la tierra.
Olemos los residuos de los cuerpos descompuestos.
Seremos tratados como parias sin tierra.
Como siempre hacen los que miran las estrellas
y no ven la oscuridad.
Hubo luces sin sombra.
Sin sombra hubo noches.
Noches de luces
y luces sin sombra.
Regreso a ese hueco
que nos olvidó.
A esa grieta que consume nuestros cuerpos.
La pasión huele a tormenta.
La fina lluvia a deseo.
Así mi cuerpo en tu cuerpo
Haiku goyesco.
Cantamos
Y nos borramos
Luego nombramos
Y nadie
Cambia de nombre.
Huelo a pies
a sobaco
a las bolillas de mi ombligo
Recorro el dedo y lo huelo
cuando me lo meto en el culo.
Despierto a mis pedos
entre nubes de obispos.
Horado mis oídos
y encuentro pirámides
que se deshacen en el tiempo.
No fui yo el que dejó la mierda
de un cadáver superpuesto a mi vida.
Deseo fugarme de mi
para ser yo.
Ese yo troceado,
transportado y ensoñado.
Ese yo que abraza
y que en cada abrazo
sale de sí para ser tú.
Tafalla 1983.
Pierdo las horas
desde que nací en estas calles.
Nada descarta la lluvia
filtrada en mis ojos.
Adoquines y puntidos
abren el cuerpo de mi infancia.
Ayer volví a nacer
entre las esquinas de esta ciudad
que vela miríadas de cuerpos
derramados en mi boca.
Las lentes se vuelven insolentes
No hay ojos que tengan
la mirada de la muerte.
Regreso a mis libros apilados
entre suicidios y folios
carcomidos por un tiempo que regresa.
Tal vez todo merezca la desaparición dentro de tu roce.
Tal vez sea yo cuando no fui tú.
Abanico de raíces
teclea
a escondidas
el cielo embarrado.
Supura alquitrán.
Las calles pintan cuadros
sin retratos.
Desean desaparecer.
Desaparecen tras las cortinas de los árboles sin raíz.
Las alambradas corren por las cortinas.
Tierra inhóspita
que regresa a mi aliento.
Tierra sin tierra
en mi cuerpo extendido
en tu cuerpo desnudo.
El silencio llega hasta la explosión del arroyo.
Los peces pintan de azul
las aguas que yacen en las sombras.
Vuelvo de un desvanecimiento
de las piedras,
apartado de aquella avidez de mi tiempo embargado
La excursión del 2022 ha llegado a su fin.
No hay viaje sin admiración y asombro.
Abriremos las puertas del 2023
mientras tanto voy fabricando las llaves.
Una fisura o un abismo aterciopelado.
Un vernáculo soplo
entrevistado por el aire.
Las corrientes de cuerpos dialogan
Nuestra existencia dinamita
la pobreza encarnada en sus ojos.
La distancia mejora el tiempo
Tras la caída de los cuerpos
la noche enaltece la bella premisa de los exaltados
No hay examen de la existencia
Nada importa
El vuelo rasante de miradas inconexas
velará por este anochecer eterno
Creo puertas en las paredes
y araño el vacío del cristal
La luz produce sombras
otras palabras que nada dicen.
Desvencija el rayo nocturno
los cuerpos atados a las piedras.
La opacidad figura el telón y
refleja la simultaneidad del sueño.
Nada que no sea transcurrir
ante la tentativa de vegetar entre la oscuridad de las palabras.
Siempre crepúsculos fúlgidos,
burbujeantes, efímeros,
tras nacarados bucles otoñales.
Tiempos que mejoran
cuando nada esperas
y convives con la espera
del tiempo sin tiempo.
La gravedad del humo
depende del fuego extinguido
y de la cantidad de tierra
que tienes que desertar.
La vida es un viaje.
Un viaje interminable
que termina en cada segundo
que vivimos.
Cuando sabemos que vamos a morir
dejamos de pensar en nuestro nacimiento.
Un nacimiento que surge de la madre
y muere con el padre.
Me atrapas
cuando cierras la puerta
y las formas se hacen presentes
en ese hilo de vida
que señala las traiciones.
Nada duerme en la casa
que no haya sido vivido.
Quizá ese pedacito de tierra
que rompí con mis dedos
cuando gritaba: silencio, respira.
goiku 2
Dispérsate.
La naturaleza
caerá como una tormenta.
Soplan las hojas de otoño cuando sobrevuelan tus ojos caídos
en la boca del volcán.
Mis dedos son ramas.
La presencia del aire,
el aleteo de una gota de lluvia
y tus labios pegados al cristal.
Me asombra no querer nada.
Cuando el tiempo se precipita
en la sombra de la raíz
y señala el infinito de tus labios.
Mi boca masticará silencios
entre el frío y la oscuridad.
Saltamos charcos
entre cuerpos sin huesos
Saltamos sobre la verdad.
Y saltamos sobre nuestros pies
calibrando los dedos
para no saltar.
Nos mudamos en esta mudanza de nubes
cantando a los pájaros mudos
de la infancia.
Hay orillas
que no ven ríos.
Hay orillas que no ven mares.
Hay orillas
que relamen labios
entre juncales.
Hay orillas
que cuando los corazones
se ahogan
se adentran en las profundidades.
Hay cielos agrietados
desangrándose en mis dedos.
Nada tan parecido a unos labios que desconozco
o a un idioma de hojas que aúllan dentro de troncos.
Hay cielos consumidos
desangrándose en mis ojos.
Nada parecido a una mirada
sin cuerpo.
Mientras me arrimo a la sombra que deja mi cuerpo
el reflejo del silencio se adentra en los vencidos.
La palabra ahoga a las palabras
La palabra subraya al silencio
La palabra construye sombras
La palabra relame los huecos del vacío
La palabra no nombra
La palabra soslaya el requerimiento de la soledad.
Cierras el grifo del agua
y comienza a llover.
El sosiego de los pájaros
tras el cristal anima
el giro de las nubes.
Pronto el vértigo de los ojos
se abrirá a las alas del azar.
Girará como un torbellino
levantando el polvo acumulado
en la encimera de mi cuerpo.
Amistad
Un hilo de mis labios
se quedaron en aquel cristal
Muerte sobre muerte
y vida sobre vida.
No miré
Dijiste, no mires!!!!
Antes que tu palabra dejara de existir
en mi boca.
Cuánto tiempo perece.
Cuánto tiempo diluido en el tiempo.
Cuánto tiempo sin saber quién eres.
Cuánto tiempo malgastado en otro tiempo.
Sin memoria.
El amor de una noche
hizo la noche.
El amor de una vida
se deshizo en nuestras bocas.
Me destejo por las noches
y me tejo por el día.
Piel cosida en los sueños de tus labios
Piel que regresa a nuestros cuerpos sin piel.
Dicen que el amor de tu noche se convirtió en mi vida.
A la muerte la besamos.
Como la llama a la cera.
Fuimos capaces de saltar entre charcos de palabras y hueros razonamientos.
Ellos vivieron sobre alambradas tejidas en nuestra piel.
Fuimos invencibles.
Fuimos huecos que intentaron
abrazar ese desplazamiento de cuerpos sin memoria.
Los residuos de miradas quedaron
en esa caja sin fondo.
Nos reímos.
Fuimos capaces de identificar el simulacro.
La boca podrida del cielo.
La ropa tendida en mi cuerpo.
Piel escondida en los huesos
piel devenida en cicatriz.
Cicatriz de cielo perdida
Cicatriz de dientes teñida,
Cicatriz de huesos tendida.
Un día volveré
entre lluvia ácida,
con esa costumbre
de nombrar la realidad.
Y rechinarán los dientes de piedra.
También sus ojos de fronteras corroídas
por los guardianes temporales de nuestros cuerpos.
Noema
Una mano
sobre otra mano.
El vacío.
Y un ojo bailando
sobre tu mano.
Los pasillos de la noche
se comunican en cuerpos desnudos
Inhabilitados
Fueron los cuerpos enterrados
los que consiguieron la piel.
Esa piel de lo irresistible
Imagino que no me conocí
Imagino que alguien pidió
mi nombre
Un solo nombre.
La última vez fue la primera vez.
En ese café de Tudela.
Ahí me desprendí cuando tú te desprendías.
Diluí mi cuerpo en tu cuerpo
y seguí respirando.
Y seguimos……
La soledad también es ruido.
Haber vivido.
Haber amado.
Entre barcos hundidos
por la esperanza.
Haber sido y no sido.
Haber hallado
la esquina de la vida
y haber sido viento.
Haber sido
aire entrando en tus pupilas
como clavos ardiendo en mi espalda
haber sido.
Haber sido
como uñas desprendidas de los dedos
como ojos esperando tu mirada.
haber sido.
Haber sido
como sangre derramada en mi cuerpo vacío.
Haber sido.
Y vivido.
Y amado.
Fueron años felices
Años fueron también
de cenizas arboladas
entre yermos sueños.
Años que dejaron cuerpos
sobre la hojarasca quemada.
Años abundantes de tiempos
consumidos en el cristal del Tiempo.
Años retorcidos en alambradas
entre besos y miradas.
Años que perdieron la piel.....
Felices años fueron.
Años sin tiempo.
Años consumidos por el Tiempo.
Años de hojarasca en la alambrada.
Años sin miradas.
Sin piel
sobre cristales besos.
Dejé de existir.
Me miró el tiempo
y el espacio se retiró.
Siempre el tiempo se descompone
como una hoja en el fango
de un bosque calcinado.
Todo lo atraviesa el cuerpo
que es espacio.
Todo queda suspendido
mientras las ramas suspiran
entre las cenizas.
Cada palabra es una perspectiva.
Un mundo paralelo
que intenta construir una realidad de la nada.
Dijera algún día
que todo es normal.
Dijera que alguien
te nombra.
Dijera que el espejo
no nombra.
Dijera que nada es normal.
Dijera que dijiste
cuando regresé
que no había nada.
Dijera...
sólo burbujas cristalinas
apresadas en el vidrio
de aquellos ojos.
La noche que conté las baldosas
esa noche, desapareció la aritmética.
La noche que consumió mis sueños
esa noche, me sumergí en la sombra de las alas de la vida.
Todos contaban los días.
Yo fuera del tiempo
consumía la anomalía del mismo tiempo
y recitaba desde el vacío esas últimas palabras
que nunca llegaron a oír.
Me ahogaré en un Charco de sangre
mientras la lluvia oxida mi mirada
Fiebre.
Andar solo gratifica.
Nos señalan los troncos y las raíces.
Los caminos son anchos
y la mirada cercana.
Cuando observas el aleteo del aire
Nos damos cuenta que no andas solo.
Andas solo porque
no hay nadie para señalar las raíces y los troncos.
Andas solo porque no hay nadie que se esconda en la hojarasca.
No hay nadie capaz.
Por eso andar solo gratifica.
No nos señalan ni los troncos ni las
raíces ni nadie que se esconda en la hojarasca.
Solventar los artificios
y enmarcar los abismos.
Así transcurre el tiempo.
Una infancia sobre maderas podridas.
La química de que algo vendrá
y ese vacío que nos acompañaba
tras el escenario.
Lo extraño estaba en nuestras botas
de piel de camello que nos conducían más allá de ese vacío
que existía en nuestros dedos.
El tiempo no se lamenta
del espacio que deja.
Como el espejo no se lamenta
del reflejo que abandona.
Los árboles mecieron mi paseo cotidiano.
Arrastraron sus raíces entre el espacio
de mis dedos y el tiempo no concluido
de este cuerpo que me acompaña.
Vagamos por caminos no señalados
y por eso volamos.
Hay tiempo
para el entramado de la hoja
con la raíz
o de un cuerpo con otro cuerpo.
La ligera piel que separa la imagen
de otra imagen, o
ese aliento que te deja desaparecer
cuando una hormiga
te lame el labio
entre la mirada de una araña.
Hay veces que pienso
que he vivido demasiado.
Otras que me queda ese instante
no vivido.
Esa pequeña destrucción
es el vacío
y es lo que te mantiene alerta.
Las piedras vuelan
Camino dentro de la sombra
donde la luz no tiene lugar.
El panorama es la rama
del pan que nos falta
o quedarnos quietos
cuando todo se enrrama.
Luz
sombra.
la incapacidad de ver
el aleteo de la mirada.
La rama roza
la silueta de la alambrada.
Luz
sombra.
Dejaré de ver
dentro de tu sombra
Lejos de mi mirada.
Cuando el fuego enfría
y el hielo te da calor
ya estás dispuesto
a no ser tú.
La identidad se va diluyendo
desde que naces.
En cada instante sientes
que eres otro.
Otro el que mira de soslayo
a ese otro que se consume
dentro de un espacio
que no te pertenece.
La última noche
la pasaré conmigo.
Esa compañía silenciosa
Que escupe en sus entrañas.
Que se llama así misma.
Que se ríe sola.
Que llama a su sombra
entre sueños y delirios.
La pasaré conmigo.
La última noche.
Mientras los árboles arrastren
su piel hacia el vacío.
Cuando el tiempo deje
de contar.
Cuando ya nada sea espacio.
Cuando el hálito sea una mariposa
que regresa a su propio olvido
la última noche
la pasaré conmigo.
Será una mirada
convocada con otra mirada
que no será mía.
Se me caerán las piernas
entre mis manos
como la ceniza
de su último fuego
en un vuelo rasante
entre ese espacio y el mío.
La última noche
la pasaré conmigo.
Entre cenizas reiré
y volveré a alzar el vuelo,
ese último que fue el primero
entre el polvo que deje las alas
entre los cristales de mi cuerpo
y la puerta que cerraré.
La última noche
será la primera que habré vivido.
Consumo oxígeno
Consumo vida
Consumo placer
Consumo piel
que rivaliza con mi piel.
Consumo vacío
entre ventanas y puertas
Consumo calle
calles que consumen
vida, placer, oxígeno
y piel.
Consumo la llama
del hielo..
Balancea la rama en el fuego
Se retuerce el tronco en la llama
Nada será lo mismo
Ni tu piel
Ni tu mirada
Nada se balanceará en el tramo
perfecto de la llama.
La puerta no se abre.
La ceniza ha hecho nido
en torno a la cerradura.
No tengo llaves para abrir este vacío.
Tampoco ganas de entrar por esa puerta
que da a otro vacío colgado de los pliegues de mi bruja.
La memoria del agua
Por primera vez cúmulos
de cenizas se arremolinan en las ramas de mi mano.
El gato se pasea por la piscina vacía.
Son dos soles los que iluminan a la soledad.
Tal vez una tecla volando sobre cuerdas tendidas sobre el fuego
o aquel lago azul que surgió de mis ojos
sobre caballos bailando sobre la nieve.
Azulejos que vienen de los vientos de mi piel
Piedras que atraviesan los cuencos de mis ojos
Telarañas en las raíces de un árbol que muere.
Hojas volando sobre mi mano olvidada.
Así es este cuerpo que llama a la llama que ardió
dentro de esta nada, completa nada.
Los alaridos de la madera
en los pétalos de fuego
envuelven su pureza.
La sombra de la ceniza
cubre el silencio
de sus raíces agónicas.
Tendremos que esperar
a los labios de tierra
para cubrir nuestras deudas.
Respirar y andar
dos infinitivos
que luchan con el mirar.
Otro infinitivo que se arriesga
a pensar.
Somos tierra y cielo.
La mano hacia abajo
los ojos hacia arriba.
Construyo de las cenizas del techo
blancos vacíos en mi boca.
Palpé el camino.
Y alguien vio una luz adentrándose en los ojos del bosque.
Caminé entre raíces
Comiendo tierra y nubes.
Nada fue determinante.
Nada se detuvo ante el avance
del fuego de tus labios.
Desaparecerá entre aplausos
la última hierba.
Comprenderá que el sol calienta
a su desaparecida luna.
Tal vez cuando todo esté en su sitio
nosotros no estaremos.
¿Qué mes y día será el último?
¿En qué momento del día dejaremos de respirar?
Mientras tanto seguiremos bailando en la sombra de lo desconocido.
Seguiremos hablando con las bocas cosidas a nuestra piel compartida
Cuando el paisaje se convierte
en pasaje muere
Cuando las nubes destilan cielos azules acaban con la tormenta de una noche de embriaguez.
Cuando la vida es un prospecto farmacológico
nosotros nos decantamos por las drogas amables del vacío.
Así anduvimos, entre callejuelas de dirección única y calles que morían entre nuestros labios de cristal.
Oler
mientras la página se desenvuelve
en la pátina.
La piel se cuartea.
La ceniza se vuelve consciente.
La labor de la tierra horada
el reflejo de una vida que no vale
y la incapacidad de que todo vale.
Así el bosque talado de los labios
y el fuego que juega entre los dedos
de hojas perennes.
Hay pájaros que son jaulas
de árboles.
Árboles que tienen alas.
Humanos que son animales
y animales que juegan a ser humanos.
Existen insectos que recitan poemas de Pound
y serpientes que vuelven del paraíso sin creencias.
Hay cenizas que envuelven el fuego
de la vida
y vidas que se consumen sin fuego.
El tiempo se desliza entre los dedos.
Las teclas se convirtieron en esperanza.
Ahí la ficción.
Duermo el sueño que no soñé.
Acostumbro a crear lazos afectivos con mis pesadillas.
Olfateo la irrevocabilidad del diafragma de mis dudas,
y excitado desentraño los imprevistos de la madrugada.
La distribución de las razones que sobrevienen cuando me despierto
alejan al intruso que llevo dentro.
Tal vez si gritara
se empañaran
los cristales,
se alzaran del suelo
las alas de los daimones
que soplan en mi cabeza.
Tal vez si fuera sólo razón
permaneciera dentro de un violín
esperando la música.
Los barrios que consumimos.
las esquinas que dejamos atrás.
Las piedras desmenuzadas
entre grietas
y grietas y grietas.
Una palabra olvidada.
La lengua cercenada.
Los dedos bailando en un cuenco
de madera.
Y esa mirada que regresa al mar.
Todo coincide para dejar de ser nosotras y sumergirnos en esta nada
que abraza los pequeños abismos
cuando la arena cubre nuestros cuerpos.
En el silencio
vivo otra vida dentro de la vida
que es otra vida que vive
en los márgenes de la Vida.
Así acontece todo.
Como una pequeña silueta
que está aprendiendo a andar
en la invalidez.
El infinito es una puerta.
El vacío el cristal
que deja tu figura
cuando traslada tu cuerpo
dentro de mi boca.
El infinito es una cortina
que huye de su sombra.
El poema
es el humo
que se hermana con el aire
cuando el último humano
prenda la última hoguera.
Caminaremos despacio.
Despacio caminaremos
sobre caminos ya andados.
Caminaremos sin experiencia
sin memoria sobre lagos helados.
Sin mirada caminaremos
sobre caminos ya andados.
Caminaremos arrastrando
esta tierra consumida
entre nuestras manos.
Caminaremos sin mirada
sin memoria.
Caminaremos exhaustos.
Seguiremos caminando
sin pies sin experiencia
caminando por caminos
no señalados.
Otros vendrán a consumir
La tierra que dejamos.
A veces convoco al azar
para jugar una partida
sin cartas.
A veces soy abeja
Atrapada en la miel
de mi boca.
A veces cuando la lluvia se hace presente soy tierra cuarteada
por un sol insolente.
Pienso que ya viví
en este cuerpo.
Pienso que ya pensé
que este cuerpo no es mío.
Pienso que deje de existir
cuando pensé en este cuerpo.
Y así cubro mis manos de lava
Y así mis ojos se consumen en el fuego.
La ilusión de la finitud.
La descomposición del tiempo.
La cita en una agenda en blanco.
El silencio de lo que no tiene origen.
El resto no es silencio.
El resto es desgarro
de la piel con el infinito.
Necesario es poner distancia
a la estulticia.
Necesario también es deletrear
la palabra i dio ta hasta la extenuación.
Necesario es pensar que tal vez
cuando todo desaparezca aprendan a levantar el aliento por encima de su cerebro.
Abrí el sol
y me encontré con la luna
Desbrocé una nube
y de ella salió mi boca.
Acudí a la lluvia
y mis ojos de barro
se anudaron a tu mar azul.
El tiempo envejece en la duda.
Nuestro tiempo se renueva
cada vez que te veo sonreír.
La breve palabra.
La palabra breve
no nombra
cuando regresas de ese sol
que llevamos en nuestros ojos.
Pintas los libros
y recoges los hilos subrayados
de nuestras páginas en blanco.
Tal vez la breve palabra
comience a regresar de sus silencios,
y que los que transportan los cuerpos sin vida
arrastren la posibilidad de extinguirse.
El día muere.
La bruma que deja el cuerpo
enaltece la sombra de la mirada.
Sopla el viento
frente al primer hálito
de un niño que dentro de este cuerpo no deja de llorar ni de reír.
Presiento que la noche
será larga e intensa,
como la última que pasé
con mi cuerpo muerto
rodeado de lluvia desconocida.
Cave un agujero
tan profundo
tan profundo
que me vi
a mí mismo
cavando el mismo
agujero.
Vuelve caminante
vuelve hacia atrás
borra tus huellas
censadas por los zapatos.
Vuelve caminante
vuelve hacia atrás
para que tu mano
no borre el cielo.
Vuelve caminante
vuelve hacia atrás.
Cose tus ojos
en el cristal del cristal.
Cosido a mis manos
el libro se deshace
fuera de las horas.
Al parecer la vida
no cuenta el tiempo
retenido en las olas.
Y sin embargo el amor
es una polilla atrapada
en mi puerta.
Muere la nube
en el cielo
Muere el cielo
en la luz.
Desplazo las sombras
de las ramas
dentro del bosque
y es la intemperie
la que arropa mi cuerpo desnudo
en este abrazo infinito.
Vine del vacío
y me encontré con el espacio.
Vine de la liquidez
y me encontré con el tiempo.
Me sumerjo en la hojarasca,
entre los árboles caídos
por mi última tormenta.
Nado en este vacío
protector de huellas
que no dejan rastro.
Moriré de pie
en una cama vertical
entre sábanas frías
y sin mirada,
caminando despacio
hacia mi acantilado.
Moriré de pie,
en silencio,
rasgando tu abrazo
en este cuerpo vacío
desplazando miradas.
La casa baila
en mi cuerpo.
Ciertas mariposas arañan
el cristal indicado.
Las hormigas se entretienen
entre telarañas desoladas.
Todos tendremos un funeral.
Todos seremos sepultureros de nuestros latidos.
Nadie hablará
Pasan las alambradas.
Como pasan los días silenciosos
dentro de una partitura apátrida.
El calor del cristal estremece
los cuerpos que un día dejaron
la piel dentro de aquella melodía.
Me dijeron que colgué los ropajes de mis muertos, fuera, a la intemperie.
Seguí mirando en los rincones
por si en alguna telaraña colgaban ciertas miradas que desprecié.
Lejanías distancias espacios
manos que tocan el tiempo
la brevedad de la mirada
o el ocaso de ese aliento
que abre puertas que estuvieron cerradas siglos.
La piel sobre los libros no leídos
y el carraspeo de la primera palabra
emitida desde el silencio.
Lejanías de la brevedad.
Distancias sin aliento.
Espacios de libros no leídos.
Nadie es geométrico.
Nadie suma líneas.
Nadie nada en el vacío.
Siempre estuvimos.
Nadie accedió.
Las hormigas volaban
en un charco de sangre.
Nuestros cuerpos quedaron apilados
en una librería.
Nuestros nombres dejaron de nombrar.
Tal vez nuestras miradas sean capaces
de acceder a ese charco de sangre
o a las alas de ese vacío que dejan
las mariposas.
Realizaré los planetas y las estrellas.
Realizaré mi cuerpo.
Tal vez mire cuando observe
a una mariposa volar sin alas