viernes, 13 de junio de 2025

 




              Espolón de cefeo













POESÍA 23/25. 



"La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo".


- Dylan Thomas














Casi toco la piel.

Esa piel que es frontera de mi cuerpo.

Casi mis labios se deslizan sobre  este simulacro de carne dispuesta para ser nombre.

Casi mis ojos tienen mirada para ver la aparición de la desaparición.

Casi la nada abre su boca y desdice lo que ha dicho. 





Hay túneles

donde los raíles se abrazan con las amapolas.

Si te detienes dentro

el tiempo se para

en esa esquina donde el centro se dispersa y traza raíces de hierro entre pasajeros de cristal.

Los trenes acumulan cuerpos

entre espacios que viajan

aparentemente con rumbo

aunque saben  que se dirigen hacia el centro de la tierra.



Todo comienzo es la triste figura de un final

y todo final es la mentira de un comienzo.

Mientras, bebo música de la lluvia y toco con los dedos las canaletas.

Dejo la vida como rastro de un sonido que oculta todo final sin comienzo.

 


Sueño.


Desnudo por los sueños

dentro de cuerpos vacíos

vestidos con oropeles y máscaras de usar y tirar.

Hubo oscuridad dentro de la oscuridad 

como cuando el agua se filtra en el agua 

e invade un desierto de flores sin tallos.

Lejos de todo ello ni el miedo ni la esperanza tuvieron lugar.

Tan solo un forcejeo con ese acantilado que golpea mis ojos cuando sueño. 









Una buena erección

Se adentra en el anillo solar

Los creyentes complacidos

resaltan con sus súplicas

que gire el anillo sobre sus oraciones.






Quedará la lluvia.

Ese olor de tu piel sobre la arena húmeda.

Quedará el silencio de las conchas vacías atrapadas en la última ola.

Quedará nuestro reflejo en la sombra del horizonte.

O un guiño al atardecer.




La hiperrealidad es un defecto de realidad y la realidad siempre está de carnaval.

Disfrazada, disimula que es real.




Escribo y escribe

Como vivo y vive

La geología de la escritura

Se levanta sobre otro estrato de escritura que la niega y la oculta.

El escritor es un geólogo

que horada los estratos visibles para el que escribe pero ocultos para el que lo lee.

Cada vez que materializas una palabra construyes otro estrato y haces visible lo oculto. 





La muerte es muerte.


Imagino pasajeramente

el pasatiempo que deja de lado el instante donde el tiempo se retuerce y retiene el presente y el pasado:

La orilla de la carretera.

El azar del árbol sin raíces.

La quietud de la cuerda del laúd o la melodía de la encina.

El pentagrama en clave de silencio robando al sol la sombra que deja.

La estupidez vociferando

entre estúpidas palabras que no dicen nada.


Cuando el presente y el pasado es un pasatiempo

en un instante que imagino

pasajeramente me echo a un lado dentro de mi cuerpo sin órganos y respiro.





Me llevé el mar

a mis ojos.

Desde entonces el salitre

me sirve de anteojos. 





La desaparición es la sombra que nos persigue.

Es la incertidumbre de la noche o el vacío evaporado en su propio eco.

Es la asfixia de estas calles vacías desplomadas por un deshacerte sin fuerza que se extiende en silencio

en un presente que se esconde en los vaivenes de su propio silencio.

La desaparición abandona siempre el despido del comienzo.

Como arrancar flores

en un suelo sin huellas. 



La nieve de sábanas.

Peregrinos de mi manta.

Ondean pieles

en el  escalofrío.

Derriban ese frío

acumulado.

Calavera de hojas

de otoño.

Cuencos de tierra húmeda.

Quizá vacío. 



Siempre llega el momento

cuando no hay tiempo.

Siempre la línea de la piel

construye otra piel.

Siempre el aire necesita

espacio para realizar ese remolino que roba  nombres.

Siempre llega tarde

cuando el tiempo se detiene. 




Tengo  gastada la mentira

Cuando me alejo de la realidad

para explorar.

Conseguiremos todo

lo que no pudimos conseguir.

Y nos iremos sin piel ni camino.

Sólo nuestras huellas aderezarán  nuestros cuerpos.

Nuestros cuerpos hundidos en nuestros labios.

Sin voz.

Sin palabra. 




El saber es una alfombra para el placer

La verdad, la llave perfecta para equivocarse de puerta.

No hay camino que no te ande.

Ni primaveras que arañen

nuestros cuerpos insondables.  




Hay muertos que  llevan la tierra en sus bolsillos

y no saben contar baldosas en la noche.

Hay cristales finos

que no dejan espejos

y deambulan buscando la última mirada.

Hay cuerpos sin huesos

en busca de rostros perdidos.

Llegarán las aves del silencio.

Contaremos la aritmética

del humo en nuestras bocas.

Entonces, tal vez, insistiremos

en esa arena que desprenden nuestros cuerpos.








Lejos de la intemperie.

Muy lejos de lo que dejaron

Estamos desnudas

Sin nombre.

 



Fueron mis pies los que trazaron ese cuerpo.

La levedad de construirme todos los días.

Esas pequeñas desapariciones que dejan de ser nosotras.

Ese escalón que se convierte

en escalera.

Ese grieta que atrapa mi cuerpo y tu cuerpo. 




Cago mi mierda.

Y mi mierda me desprende.

Siempre que mi cuerpo anote la decepción de no ser yo.

Cuando cago.


Escatológicamente  cagando




La vida es barata.

Sólo con respirar inicias el camino para  la expiración. 




Debemos cristales en nuestros ojos

Debimos decir quiénes fuimos.

Supongo que alguien dirá que tal vez dejaremos de existir y sin embargo proclamará: vivamos.

Y se reunirán nuestras palabras en nuestros silencios.

Y se abrazarán

los límites de nuestros cuerpos.

Y más tarde se comunicarán en ese vacio que dejamos.

Alguien entre la confusión declarará:

seguiremos como cristales. 



Nunca las paredes regresarán a las alas.

Nunca nuestras pieles  serán

refugio de las hadas.

Nunca el paraíso se encontrará entre nuestros labios.

Nunca es nadie.

Nadie escuchará los latidos

de  nuestras cortinas.



Nadie habla.

Un silencio en el tiempo.

Regreso con mis zapatos hundidos en el barro.

Y sonrío.

Y cuento baldosas

automáticamente consolidadas.

Y ese frío.

Este frío.

Que fue mirada

y ahora es vacío. 




2023


Cuerpos fosilizados en  calzadas olvidadas.

Rostros sin ojos repasando lecturas milenarias.

Dedos que escriben en piedras

palabras que desaparecieron entre fósiles contemporáneos.

 



La tierra arrastra a la vida.

Aquella alfombra en el cielo

y tus pies en la arena.

Los vientos respiran fronteras.

Como la madera absorbe sus deseos de ser árbol

las flores borran con sus bostezos las fronteras.

¿Por qué reparan las líneas

cuando nos desvanecemos dormidos dentro del sueño?






No soy valiente.

Nunca fui valiente.

Intenté romper las cadenas y las cadenas se rompieron.

Intenté derribar muros

y los muros cayeron.

Intenté construir e intentaron destruirnos.

No por mis brazos

sino por los que estuvimos ahí sentados frente a militares encadenados a nuestra grieta .

Fuimos capaces de comernos las flores de la paz que construyen ellos. 





Me levanto del suelo y no veo el cielo.

Sólo pies curtidos por el sol.

Espero la noche

para dormir en un sueño intenso.

La luna construye el vacío.

La boca lame el borde.

El contenido es nuestro cuerpo disuelto entre cristales. 




6 proposiciones aspiradas al azar.




1. La vida cuando destruye

se construye .


2. Caminar entre brasas

y anotar  miradas.


3. Deshacer la memoria para tejer el presente en un instante que dejó de existir.


4. La vida dió el último aliento en la boca que cierra y abre a la desaparición.


5. Y siguió ese camino trenzado de equívocos y besos arrojados al vacío de dos bocas que se extinguen en sus labios.


6. 



1. Recuerdo y no tengo memoria.


3. Las cosas se quedaron.


4. Los dados no juegan al azar.


5. El aire respira


6. La miseria es el refugio de la belleza.


7. Nunca sucede nada detrás  de esta cortina


8.La piel no es la frontera de los cuerpos





Acertijo.


La risa me arranca el vuelo.

La brisa me roba la piel.

Quien esté detrás

sabrá quién es.





El fuego escapó del frío

Los cristales empañados

se acercaron a sus ojos .

El perro dejó de ladrar.

Un viento claro levantó

la última hoja del árbol enterrado.

Estuve dentro de su cuerpo.

Ahora las nubes muerden y

mueren entre mis manos. 




Como las entrañas y las rocas de los árboles y las raíces .

Como como la tierra que engendró la tierra.

Como  las hojas en  este atardecer.

Como un charco evaporándose en medio de la tempestad.

Como cuando  mastico cristales dentro del frío.

El cristal y el silencio.

Esa larga noche de espera.

La palabra exacta

y la expiración de la ceniza.

El barro que acumulamos

se convirtió en fuego.

Donde moran los exhaustos. 





comencé a comer los cristales

y dejé la madera.

Y seguí y seguí

y nadie  supo dónde se reflejaba el vacío.

Vuela la luna ciega

y sueña con su cuento triste.

Duerme la sombra que perdió la tristeza.





Desde fuera de ti mismo

dibuja orillas de un mar sin tiempo.

Rodea las murallas de espuma sucia de sus cuerpos y deja sus pórticos reclinados en la amargura.

Nuestro placer vive de otras fuentes que nada tiene que ver con sus ojos tenebrosos ni sus bocas de odio. 

 



Ver el mar

Sentir el viento

y dejarte llevar

como la concha agarrada a su herida.

El instante es grano de arena.

El tiempo se arrastra como una serpiente cubierta de conchas marinas. 








El desenlace de la superficie.


Yo, nogoio, sumergido en el veneno,

como un tendido eléctrico por donde no pasa la corriente.


( Las piedras tejen sin hilo)


Me tapo con sábanas febriles

henchido de sudor y frío.

Levanto la tapa de los secretos y sólo veo vacío,

tiempo desvanecido.

No hay superficie.


(Las piedras tejen sin hilo)


Mis manos como agujas punzantes enhebran manzanas de olvido

y hunden sus dedos

entre escalofríos

en la cárcel de la eternidad,

efímero aliento de los que no saben perderse en el camino y se pierden en la profundidad.


(Las piedras tejen sin hilo)


Recorro la melodía de mis sábanas asfaltadas

y no doy por callada la respuesta amordazada

de esta piel blanca

que todo lo abraza.


(Las piedras tejen sin hilo)



Retrocedo y troceo y repito cansinamente mi anatomía

olvidada por la venganza de esta habitación cortada en el filo de esta noche liberada.






El mar cabrilleado por el viento riza las olas que levitan sobre la espuma.

Viento de la sierra  que enoja a la arena de la playa.

Viento que surge de las lomas de las piedras y abraza al cielo.

El sol cenital contempla desperezado  la tertulia de las palmeras con sus ramas

y a mi cuerpo inclinado sobre la barandilla especular.

Ahora que mis manos

son agujas que arañan este cielo. 

Ahora que nada es imprescindible.

Ahora que mis labios rozan las fronteras de tus labios.

Ahora que mis ojos son tierra

y descansan entre tus dedos

Ahora, en este instante

los límites del tiempo desaparecen. 





Los niños de humo

saltamos entre arrecifes y cuerdas

Los niños de humo  miran entre los cristales para no ver nada

Los niños de humo bailamos con la muerte y mordisqueamos nuestros cuerpos.

Los niños de humo danzan entre las cenizas y las brasas

de un tablero de ajedrez.

Los niños de humo

no hablamos, nos miramos, nos tocamos en esta diversidad variable. 





El libro vuela entre  cristales.

La ventana abierta deja que subraye la última palabra.

Mi piel huele a ceniza

y cruza las páginas estrechando los márgenes del silencio.

Hay alguien en la puerta

revisando los verbos que tiré a la calle.

Como un espejo vanidoso

que se atraganta con las palabras.

Siempre vuelve entre pérdidas y ausencias.

Siempre vuelve con nombres falsos y ese frío que relata a nuestros huéspedes.  




Se me cayeron los ojos en la acera.

Casualidad que hubo tormenta ese día y los perdí.

Entre acantilados y puntidos

Busqué y busqué dentro de las conchas que enterré.




El libro vuela entre  cristales.

La ventana abierta deja que subraye la última palabra.

Mi piel huele a ceniza

y cruza las páginas estrechando los márgenes del silencio.

Hay alguien en la puerta

revisando los verbos que tiré a la calle.

Como un espejo vanidoso

que se atraganta con las palabras.

Siempre vuelve entre pérdidas y ausencias.

Siempre vuelve con nombres falsos y ese frío que relata a nuestros huéspedes.  




Laten los latidos en un corazón doméstico.

Náufrago de su hálito

recoge los anhelos entre tablas de multiplicar y subterráneos geométricos.

El paso del tiempo se verá como una película cortada por el productor de este acontecimiento.

Los afectos lloverán en tiempo de sequía;

como transformación,

amarrado a un mástil de un barco que nunca existió. 






Menos es más


Admito que todo es raro

que la piel estricta no sirve

de traje,

que la coyuntura no es armario para embutidos de cuerpos solitarios,

que la contabilidad de abrazos y besos no cotiza suficiente para este algoritmo descalzo.

Lo admito con entusiasmo.

Y eufórico me engalanó en esta aventura de descuentos

recobrados.




Considero el esparcimiento y el recreo.

Los álbumes de mis pasos atrás y de mis manos agarrando el hierro de la apatía.

Nada ocurre cuando desperdicias la soledad

Cuando en el fondo del probador escoges esa piel robada a la vida. 

Cierro el libro

Alguien lo abrirá por la página precisa que dejé.

Alguien dirá también

que espiaba furtivamente las lecturas que no supimos leer.

La esbeltez de las palabras arañando la página.

Las bifurcaciones singulares

del tiempo encontrado.

O las interminables ramificaciones de esa ocasión perdida entre los dedos de un lápiz enajenado. 




Por estar soñando

casi no sueño.

Durante un rato pensé

que nada se posaba en el suelo,

que esa cascada de contención y suavidad había dejado una señal con la ceremonia de los efluvios en sucesión.

Abrí un ojo y el sonido del sueño se posó oníricamente en mis labios.

Y dije,  tú

Y dijeron, yo. 





Tampoco fue difícil.

Ese magnetismo de atracción ante tu imponente belleza.


Mantener intacto mi delito fue una consecuencia indeseable sin retorno.


El ahorro de certeza de tu anatomía.

El descubrimiento llamativo

de tu última lectura.


Involucrar lo indeseable

bajo una dulzura abrumadora. 





Quisiera irme de mi mismo

Como migrante de mi mirada

Como migrante de este espacio que ocupo.

Como alguien  que no tiene género.

Como alguien.

Quisiera que las fronteras fueran simples rayas de un lápiz

que los mares y la tierra se unieran en un solo cuerpo.

Que nuestra piel fuera la continuación de otra piel.

Como alguien.


Goio ojer 








Mis paseos no  pasean.


La cortina en mis ojos.


La puerta que no cierra.


Ese beso en la esquina

y la verdad abierta por mis dientes .


Eso de masticar la realidad no va conmigo.


Mastico realidades de ojos que miran

de bocas que deletrean aullidos


de insignificantes cuerpos que se abrazan.


De cuerpos extinguidos dentro de la belleza de vivir.





Esa herida que no sangra

Esos ojos que no vieron

Esa palabra exacta cuando no fue despedida

Ese aliento que consumía el aire que respirabas

Esa cama combada hacia el infinito

Ese alarido

Esa habitación

Ese charco en mis labios

Y tu boca.

Ese, nunca se repetirá  






Me agarro a la gota

que cae del grifo de la vida.

Los días de sirenas se agotaron.

Andenes, noches negras

y ese cielo refugio de reflectores de abismos.

Recuerdo la pendiente de un cuerpo anónimo.

Una velocidad sin frenos.

Un presente vertiginoso alejándose de una hojarasca

que cubre desde entonces

mi adiós desconocido.

 




La casa remota recorre los sueños.

Por entonces no había mañanas ni malditas noches de vitrina.

El fuego se extinguió con las tormentas de nuestras vidas.

El granizo no era obstáculo para que nada tuviera sentido.

Y sin embargo fuimos capaces de equivocarnos en los bordes de la vida. 






Esperaremos el día.

Defenderemos la herida.

Caminaremos en la rotura

de la huida.

Ofreceremos el reflejo

del hielo

y el amor de las baldosas frías.

Cubriremos de barniz

lo aprendido entre la niebla. 






Duerme la aristocracia del verso.

Sórdido aguardiente atrapado en el interior de un juez.

La pobreza vocifera junto a una puerta que interroga.

Las lágrimas corruptas ocultan la suciedad.

Seguir es el último aliento. 





Tengo versiones y en seguida

salen nombres resultantes y cuerpos inaccesibles.

Lenguajes reptiles.


Las luces queman


Los copos de nieve son música.


El diablo de las profundidades observa

la belleza del mal. 





Arena, piedra.

Los ojos vidriosos.

La cantera del corazón.

Las manos agotadas

encumbrando al cuadro.

Mirada firme

cuando las pestañas se ahorcan en un paso de cebra.

El silencio transcurre

entre los contenedores sin luz.


6 y media de la mañana. 




Muero la vida

y la vida muere en mis ojos.

La nada parpadea.

Mi cerebro es una caja vacía.

No hay recuerdos

ni señalamientos de medidas,

ni un caracol que oriente con sus babas el camino de la huida.

Resulta aburrida la realidad

cuando construye refugios

en escondites ensimismados.

De alguna manera el azul se hará previsible

y parte de nosotros terminará en la posibilidad

de un rincón anfibio. 








Los dados de agua

no tienen seis lados.

Los dados de agua

no juegan con el azar.

Los dados de agua

cuando los tiras y caen al suelo se disuelven en la tierra.

Por eso los dados de agua tienen siete lados

y ese séptimo lado

juega con el azar.







Nuestra piel envuelve a la materia que canta el cuerpo

donde la claridad y la soledad

deja muros entre andamios hostiles.

La forma de la lejanía.

La mutilación de esa palabra inexacta sobrevuela la generosidad del cansancio.

Deslumbra el peligro de nuestra esclavitud

en ese desespero que mira conmovido el primer lugar.

Nuestra piel, a veces, está del lado de los suburbios de otros cuerpos. 









¿Qué decir con el silencio que hay detrás de cada palabra?

Horado cada una de las letras que individualmente no son nada, sólo silencio.

Cuando ellas mismas se juntan, se apoyan las unas con las otras, es cuando construyen el implacable significado creando la realidad que nos envuelve  





Algunas veces viven en un tiempo sin tiempo,

incluso dentro de la luz construyen sombras

Algunas veces

se extravían en las profundidades de la superficie del sueño

y perduran latentes como una crisálida de vacaciones en el vacío de sus alas.

Algunas veces

ee alimentan de su inmovilidad

y respiran inesperadamente metamorfosis desde la inquietud firme del espacio desalojado.

Algunas veces son exterior a todo







Las paredes se convierten en calles

Los adoquines  nombran tus pasos.

Hay ríos que se comunican debajo de nuestros pies.

La lava emergida cicatriza los besos  en tu boca.

Y aquí estamos piel con piel






Hubo un día que fui paloma y

dejé de volar.

Cuando los recuerdos crean universos paralelos también se unen a carencias emocionales.

Hay trazos ocultos que son los retos que enfrentan nuestras vidas a otras no vividas.

Los años no importan

los barrotes íntimos se levantan sobre las ruinas del silencio. 




Cada vez que respiro muere un segundo

Cada vez que me acerco a tus labios regresa el tiempo. 



 





Inquietud, no hay límites ni llamas.

Envuelta entre palabras que descomponen identidades

no entiendes de reveses ni elecciones.

La inocencia camina sin sombra entre nombres invisibles

y el horror puntúa sin lengua en un pentagrama lejano.

En este pedacito de furia

el odio no saliva

se cubre de estaciones y besos de polvo.







Mi cuerpo pregunta al aire si hay espacio entre tus pechos.

Pregunta al viaje, si hay destino

y si el destino es el aire.

Pregunta al espacio si mi cuerpo espera la guía de tu rostro.

Pregunta sobre una página en blanco si el lápiz es recuerdo o cubrimiento.

¿Podrá mi sed traspasar mi corazón en tu corazón? 





Entiérrame, clávame.

Entiérrame entre espejos.

Así nuestra imagen se repetirá infinitamente entre la dulzura extranjera de nuestros cuerpos. 







Súmame en tus cicatrices, tatuajes de nuestra vida.

Súmame en tu resta,

en tu vasto universo de números.

Alguien me dijo: las olas suman al mar

la espuma resta a la suma. 






Súmame en tus cicatrices, tatuajes de nuestra vida.

Súmame en tu resta,

en tu vasto universo de números.

Alguien me dijo: las olas suman al mar

la espuma resta a la suma. 







Como un corcho en medio del océano.






De noche cuando la lechuza te destroza el corazón

abro las alas extendidas hacia un verano breve.

Quemó las cicatrices en aceite hirviendo,

y mis ojos, en algún lugar

del silencio,

se arriman a las calles esqueléticas,

a los suburbios de enciclopédicos esqueletos.

Sueño


Un fronterizo viaje

no hace metraje.

La luna sin traje

se convierte en paje.

Derruida su luz

escribo a contraluz.

Dentro de mi ataúd

la luna tañe su laúd.

Curioso por la barca

me abrazo a la parca

como un mármol frío

en la orilla de este río.

,..................................

Cruzo el parque

entre flores y almanaques

remuevo la tierra

entre juegos de guerra.

La lluvia juega al ajedrez

en el tablero de mi pared.

Los despojos abatidos por mi juventud

derrotan a los fragmentos

de mi irremediable finitud.

Perseguiré los bailes perdidos

y los mosaicos crepusculares.

Me adentraré en las barriadas multicolores

donde las partidas desprecian al argumento.

Y así seguiré en este error saqueador de finales y costumbres.

Y todo por un sueño con viaje.







Menú asistencial.


Entrantes: bosteza el tiempo en mi dedo.

Primer plato:Recupera el mantel los platos asistidos

Segundo plato: El suelo sostiene mi boca.

Tercer plato:El sonido del aire en el cristal

amplía los márgenes

Postres: la luz ofende

Café: mi grieta se adentra en tu boca.







Pensé que siempre era la primera noche.

Pensé que nada arrebataba mi cuerpo.

Pensé que era trasluz o imagen

o una diversidad que nada hace.

Pensé que igual nada  aparecía,

que la presencia era otra cosa,

que sólo prevalecía el beneficio del aire sobre mi cuerpo. 






A veces el viento

deja caer una hoja.

A veces crea fantasmas y camina sobre palabras.

A veces los espejos reflejan otra mirada.

A veces soy yo

y te observo desde esa mirada.







Noches enteras sin dormir.

Noches que son labios.

Noches que increpan.

Noches sin cuerpo.

Noches que padecen de insomnio.

Noches que se comen sueños.

Noches vacías.

Noches instruidas

Noches a secas.

Noches sin sombra.





Por el aire van cantando.

Por el aire mueren sus sueños.

Por el aire los pájaros

Venden sus plumas.

No hay vuelo que respire el aire.

No hay vuelo en el aire.

Los pájaros no cantan.

El aire los envuelve. 







Me atrapo.

Me descompongo.

Paseo entre hojas que arden

entre cielos extinguidos

¿Seré  capaz de abrazar mi vacío?






Ese cielo consumiéndose en la vida.

Todo se paraliza.

El fuego arde en los ojos.

Los que se van ya no vuelven.

Tampoco importa.

Nos iremos todos en ese cielo como la primera vez

que se nos atragantó la vida. 





Ateo .


Hay quien dice que aprendemos.

Pienso que desaprendemos

en esa medida que te vas construyendo-destruyendo y conociendo-desconociendo,

cuando las palabras sin escritura te van golpeando

lentamente para que dejes algún rastro o alguna esquirla de tus batallas sumergidas en un puto rincón de esta imbecilidad. 

Células individuales.

Células que abrazan piedras.

Células que alcanzan la argamasa de su boca.

Bocas que arañan el vacío.

Ese vacío que no tiene lengua

en esos ojos de corteza.

Ahí estaré despertando tormentas de alquitrán.

Esperando la erupción

de los caníbales de la vida. 






La isla se perdió

en mis náuseas de noche.

Se cayeron los abrazos

cuando el silencio era mayoría.

Bailo en la orilla de la celebración.

Debo seguir entre uniformados

sin contagiarme de la cera belicosa sobre este techo de cristal. 







La carretera masculina execra testosterona

industrializa el tiempo

y ensambla el espacio

en una consumición

de fuerza reproductiva. 






El techo.

Los alambres de mis ojos.

La pintura ceniza que carcome mis dedos.

Un gorrión en mis manos

cuando la estructura de hierro que levanta mi cuerpo se deshace en un ácido de espejos.

Un instante de pintura que cubre a otra pintura.

Una copa de cristal arañando mis dedos de arena.

¿Será real este cansancio? 







Penumbras moteadas de hojas secas.

La cárdena  oscuridad de las palabras arrancadas a su boca implorando deseo.

Tras la derrota comienza el tiempo de otra expansión

en otra vida susurrada, entrelazada con el intruso que siempre me acompaña.

La vida aparece y se desvanece.

La vida se convierte en una imagen inalcanzable.

Hay desconcierto y hechizo.

Lo llaman ingeniería corporal

cuando todo se deshace en gravedad arácnida

y las emociones se convierten en el velo que no te deja ver la realidad. 






Mis ojos, el mar.

No hay muralla que resista

a los granos de arena.

Soy como un río que recobra su cauce en el mar.

Caen las estrellas como cortinas en una jaula de hielo.

Las alas de cera y ese tiempo que nunca vivirás. 






Los yankis

son yonkis

El aullido de Ginsberg

es tullido de yoes románticos.

 



Tengo mil millones de años.

He dormido un segundo.

Y en ese segundo me he perdido mi desaparición. 

Aquella vez nada pasó

cuando bebíamos de los charcos y nuestros cuerpos

dejaron de respirar.

Fue el sol y el hierro de la libélula que tocaba el azul.

Diferente,

como el trapecista que se convirtió en mariposa.






El cuerpo, la vida,

el amor y la muerte.

La silla vacía

sin espalda

sin respaldo.

La luz de un cristal consumido.

El peine sin pelos.

El cuerpo latido

La vida ladrido

El amor aullido.

La muerte

sin cuerpo

sin vida

sin amor

sin respaldo



El mundo es la dádiva

de lo sombrío.

 







No exijamos  a la vida

que tenga sentido.

No exijamos

cuando hay manos sin dedos

que arañan muros.

No exijamos

cuando nuestros cuerpos sin piel son arrebatados por la salitre del miedo.

No exijamos a la vida

que tenga sentido.

Porque nuestros ojos ya no miran

los abismos de nuestros silencios. 







Piso hormigas

y recorro las vértebras de las calles.

La linealidad de los adoquines

y el estancamiento de los puntidos

se abrazan a un cuerpo cuya pérdida se encuentra en los tejados.

Nada hay como una tormenta que agrieta los labios de nuestras ruinas.

Nada hay como una palabra

que se diluye en el barro.







Las nubes hilan cielos.

Las casas construyen nidos de golondrinas.

Las arañas tejen acueductos

en las ciudades dormidas.

Esta noche recogeremos cuerpos

y los dejaremos en las alcantarillas.

Los niños ríen dentro de las escaleras del día. 





Tiernamente el cristal se estira.

Tiernamente mi piel recobra mi cuerpo.

Tiernamente desaparezco

entre el parpadeo del viento.

Tiernamente respiro y reaparezco. 





Hay líneas y ángulos.

Como ríos sin agua.

Como orillas  sin márgenes.

Como cuerpos sin hueso.

Huelo la plenitud

de un día sin luz. 







Existen huecos

en las palabras

que nos silencian. 







No quise decirte

cómo nunca exprese los labios comidos,

agrietados en tu boca.

Alenté los pasos perdidos.

Me alejé en silencio

hacia los cuerpos que emiten chasquidos que destruí.

La desolación se palpa en estas calles vacías de un corazón que ha dejado de latir. 






Estuve.

Estoy.

Y no me entiendo.

Sólo quiero volver a casa.

Todo es imprevisible.

Mi cuerpo atrapado en una piedra.

Mis ojos tensados entre las cuerdas de dos nubes.

Mis pies arrastrando la hojarasca de un roble que mira y respira.

Será que el tiempo lo dejé en la gravedad de este vacío que lo curva todo.



Como en tu piel

en tu piel como deseos y huesos que dejaron nuestros besos. 

Y el viento que alarga las bocas. 

Y el aire que regresa en tus juegos.







El tiempo no tiene rincones.

Las hojas cubren el sueño.

Las charcas descubren tus ojos

de nubes y terciopelo.

Tus labios, orillas sin río.

Tu boca agua sumergida.

Corro las cortinas y sé que nada es real.

El tiempo no tiene rincones

en el silencio de mis dedos. 







Muerde la vida.

Como muerde el silencio.

Muerden las olas.

Como muerde la orilla

sin arena.

Venecia se hunde

en el fango,

en el propio matricidio de la roca con el mar.

Desfallecen sus lágrimas

en el breve plazo de mis ojos.


Escrito 1991. 








Vueltas

Vueltas

Y más vueltas.

La cuerda  regresa del vacío.

La cuerda rompe el hilo.

Horizontes deshilachados

Cenizas de hielo. 







A veces cuando miro al techo

regresan los paisajes

El hueco que deja mi cuerpo

es vacío.

Regresaré a los nombres

y quizá a ese volcán que escupe cuerpos 






Lanzo los dedos

y recojo las manos.

Mis ojos son alfombras

de un suelo que no existe.

En las esquinas me refugio

En los bordes existo.

 




Las piedras son los sentidos.

El camino, la razón.

Ando entre surcos que se ocultan.

Tras la luz material

comienzan los nombres vacíos.

No hay cuerpos.

La arena se convierte en caricia.

No fui capaz de nacer.

Exhalé y me oculté.


La palabra termina

como comienza el silencio






Vivir en las extremidades del tiempo.

Contar las hormigas que se precipitan en el vacío.

Tus manos engarzadas en el barro.

Barrer el azul con las plumas.

Leer en la oscuridad palabras que no existen.

Y seguir.... 





Hay algo en el ambiente que tritura cristales

deshace cuerpos como si fueran barro,

construye abrazos de costas golpeadas por barcos hundidos.

La vida es una grieta heterogénea que surca tiempos y espacios enterrados en universos de marfil.

Hasta que la muerte separe nuestros cuerpos.






Diría muchas cosas.

Que los nombres no nombran.

Que los relojes se esconden entre horizontes ardiendo.

Que el odio es un charco seco.

Que el placer es polínomo.

Que los personajes asesinaron al actor.

Que nuestro segundo acto se quedó con las manecillas.

Que nada sirve.

Que nada sirve. 








Se cansan las manos.

Arrastro los pies.

Las huellas  reproducen

bocas cerradas a la palabra.

Hay hierbas brotando de mis ojos.

Hay raíces  que consumen mis dedos.

Ayer como hoy,  el tiempo deja de mascullar la línea.

Mis manecillas arrastran el vacío.







Echo la vista atrás

y veo zapatos extinguidos

sobre alfombras residuales.

Existieron rincones que desalojaron a los propios rincones.

Como existieron noches que nos deslumbraron






Fluctuar nubes.

Amasar corazones.

La izquierda de mi mano

atestigua la mirada perdida. 





Voluntades anticipadas.

Quisiera decir lo que no dije.

Mirar lo que no vi.

Entender por qué los humanos 

jamás consiguieron desentrañar su trama.









Tras las calles vacías

habitamos los surcos de los nombres.

Tienen los dédalos mis labios de piedra.

Tus dedos insomnes regresan a mis cuerpos perdidos.

Camino hacia los recovecos del día.

Soy el ingeniero de tu cuerpo.

La hora es exacta.

El tiempo permanece.







Ay! la desaparición

Ay! mi cuerpo comido por las nubes

Ay! mis ojos arañando tu ventana

Ay!  el cielo recitando tu cuerpo.

Ay! Mi boca cosida con miel. 






Levántate y anda.

Observa tu sombra sobre el horizonte.

Y no regreses nunca sobre tus pasos.

En la tumba no hay luz.





No se supera el pasado si no se relata.

La mente se abre sobre una grieta.

Grieta de una boca que no habla.

Grieta maldita que abraza al silencio.

Todavía hay mariposas que definen el espacio que no hemos vivido. 







El chasquido del cristal en sus ojos fueron

siluetas sombras de  palabras,

reflejos de bisagras que nada abren,

apenas los gritos nómadas,

tal vez la muerte sigue siendo contorno.

Dame tu mano y me quedaré con otros dedos 

que saltan entre raíces y hojas dispuestas a inmolarse.

Las montañas son silenciosas.

El cielo quebrado

es placer sin necesidad de tierra.







El espacio se come al espacio y el tiempo se enmascara en tu labio.

Dejaré de respirar si tú no respiras.

Dejaré de vivir si tu luna no ilumina mi sombra.

Los pies me siguen.

La levedad del cuerpo

regresa al tapiz de mis huellas.

Nada se sumerge en la ebriedad de la luna.

Nadie saluda a los surcos taciturnos.

Sobre este mantel voluptuoso llamado tierra

el dolor del tambor hunde sus raíces iracundas

en los arroyos y aullidos de la ternura  






Sueño poliédrico


Presido enervado

al infausto dado del fauno.

Sueño entre aromas y el azar corrige al sueño del sueño estéril del triángulo de piedra.

La lívida ironía humea en la cárcel del bostezo.

No quiero pulir campanas de tierra.

El azul es inútil.

La espuma, firmeza. 




No me gusta la gente

cuando mi dardo no da en la diana.

Me gusta la gente.

Sólo

en la adicta inmensidad

de la palabra.







No llames al agua agua.

No llames al viento viento.

No llames al cielo.

Mi cuerpo es corrupto.

Corrupto de pensamientos.





Todo fue excesivo

menos el exceso.

Las luces se escondían tras las puertas,

los huecos que dejaban las palabras compartían silencios y se emborrachaban entre labios turgentes y equívocos.

Estuvimos desnudos de luna

y sombras que alargaron nuestras miradas.

Todo fue excesivo

menos el exceso. 






Desbordo los límites de mis dedos.

Detrás de tu desnudo

no hay cortinas.

Ni manos.

Ni miradas.





Vengo de madrugada

De unos ojos que reventaron los muros de miradas.

Vengo de la nada.

De esa nada que intentamos reconstruir

a golpe de descuidos y aperturas cómicas







Nadie te sorprenderá.

Nadie buscará tu nombre entre los nombres.

Nadie te comerá ese labio

al borde del vacío. 







Soñar sin sueño.

Sentir frío.

Adentrarse en la calor de tus ojos y ser tu corazón de nieve compartido en la febril floresta de tu cuerpo.

Seguir caminando entre luces nocturnas y columpiarme entre las sombras de las farolas.

Y seguir caminando sin rumbo entre el río de tu piel.

Y abrazarte como abraza una rama a su tronco.

Olvidando las raíces

en su olvido de hojas. 






Aquella puerta abierta...

El espacio se comía al tiempo.

Los días cerraban tu mano en el vacío,

vacío que construía silencios.

Por qué las calles respiraban.

Por qué las lunas cabalgaban sobre nuestros cuerpos.

Por qué me quedé sin palabras cuando los verbos arañaban las paredes. 






El vampiro de la capa negra

se volvió serpiente.

Mira el árbol que mece el silencio  de sus ramas.

Las calles quedarán vacías

como quedan vacíos mis ojos tras la lluvia.

Mira el árbol que…..




El tiempo no existe.

El tiempo no mata.

Tal vez al tiempo, si existe, lo asesinamos todos los días cuando cerramos la puerta detrás de nosotros. 








Intenta atravesar el cristal

y se encuentra con mi cuerpo.

No hay nadie.

El tiempo prevalece.

El fantasma de la lluvia

recuerda los ladridos de mi homenaje.

Beben los cielos entre las heces de la recompensa.

El silencio despeja mi espacio. 








Infiafibios.


En los montes no existe la apariencia.

La hojas se desprenden de sus ramas.

Las raíces perforan la tierra en esa búsqueda de la falsedad.

Pierden sus pasos los humanos.

Siempre regresan satisfechos.

Es la aventura de la trampa.

La posibilidad de una prórroga que perpetúa la ausencia.

Aplicaremos el presente.

Comprenderemos el disenso

en un mañana congelado.

 





El agua de las calles

habla lenguas extrañas en

el sudor de las palabras.

Las lágrimas de  boca

en la bocacalle

regresa tras sus pasos entre alambradas.

Mis ojos  hablan con el silencio.

Insinúan el espacio.

Tal vez  abrazaré al tiempo.

Volveré a ser niño.

Saltaré entre los charcos de la infinitud.

 







Volvíamos de la intemperie.

El viaje fue infructuoso.

Leíamos las piedras adheridas a nuestros cuerpos

sin saber que era el comienzo de algo por escrutar.

Aun así regresamos.

Caminamos sobre burbujas de aire que no supimos respirar  





Goiku 1


Los dos ojos que me ven

son los dos ojos que no tengo. 






La sombra inútil

de los años que se alejan...

No hubo suspensión

ni hogueras congeladas por el hálito de un poco más.

El miedo retuvo sus cabellos

en señal de su imaginación.

Pudo ser neologismo o inhalar las cloacas de un andamio incombustible a las órdenes de un merlot.

 







Ve incompletud.

Homenaje a la hoguera de unos labios sin sellos.

No se puede vivir sin balcón

donde los deseos se presentan sedientos de engranajes de alfombras que caminan entre remedios e inciertos.

Hay algo que espera entre comparsas y estrechos candados que entonan sus pausas entre opuestos. 







Cuando se puede presuponemos hipótesis

incluso aventuras desmentidas por la recta vocal del silencio.

Escombros, universos combustibles comienzan con la ruptura de lo excesivamente humano.

El resultado es la enciclopedia del consorte

o el exultante letrero empañado por las luciérnagas. 







Aliento y sed

se dan de la mano.

Mahler encarnizado.

Dijeron que el repertorio

fue de Alicia en ese país de perlas truncadas.

Fue un diario póstumo,

innatos libros que no juzgaron.




Amanece y anochece

como mi rostro

en un trozo de alquitrán.

Como los labios cosidos al avión de un partisano

cuando sale de las trincheras de la vida,

cuando vive dentro de la muerte.

La libertad es el aire que respiramos

Mis cadenas

estos pies atrapados en esta tierra nuestra.







Vinieron los pájaros sin dientes y aquellos vacíos

muertos,  comestibles.

Las alfombras ranuradas por la niebla...

Reconocí el vapor del hombre blanco.

También los ilegibles poemas que dejé en tu vínculo. 







Sueño


Cuando das la espalda al mar

delante de las olas desnudas

siempre hay alguien que sale por ese lado de tu cuerpo,

son cristales los espejos del tiempo.

Entre las sombras veo sombras.

La luz se la dejo a la magia.

Los pájaros arden detrás de las amapolas.

Hay verdades que registran

el terror hambriento.

Las alas de mi cuerpo

son las alas de mis mariposas.

Cuando de verdad sucede...

no hay más.

Sólo un corazón latiendo en la palma de tu mano.

Apenas hay algo

cuando el aire se vuelve cristal.

Las piedras no conocen la noche

y el mar duerme entre la nada de mis dedos.







Dentro del sueño que sueña


Llegad que me he ido.

Llegad que vuelvo.

Respiro el aire,

el aire que dejo.

Llegad que me he ido.

Llegad que vuelvo.

Anduve entre adoquines

que casi muero.

Que casi muero.

Que casi muero

entre lágrimas de lluvia,

entre labios abiertos.

Llegad que me  he ido.

Llegad que vuelvo.

Entre cristales sin ojos

espejos muertos.

Llegad que me he ido.

Llegad que vuelvo

en la última palabra

del último verso.

Llegad que me he ido

Llegad que vuelvo.

Espejos abiertos

Que sueño que muero





Enloquecen en los vórtices

de la vida.

Los pilares de la tierra son arena.

Hay humanos que levantan muros y rezan.

Yo sigo fuera de la senda

recolectando semillas entre cuerpos enloquecidos

y aullidos de palabras que se extinguieron.







Dime cuando hablo.

Dime, ese silencio

abre  la palabra.

Dime, cuando respiras

cuándo coges aliento dentro de mi silencio.

Nada hay.

Nada hubo que no estuviera en nuestras manos.







Cumpleaños 3/3/1655


Vienen los cumpleaños para decirte que el tiempo es un sueño dulce.

Dan miedo las noches que no sueñan 

y encontrar tu fantasma pegado al espejo 

entre pelos arrancados al hueco de tu cuerpo.

El tiempo es un rasguño

en un espacio no vivido.

El tiempo cumple años en nuestros instantes. 







Politeia


Oxímoron percibía el tiempo, la memoria la dejó en su informe.

Había divisiones y noticias que cantaban enterradas en la melancolía.

Fuimos capaces de vacilar en nuestras decisiones reversibles.

Hasta que los ascensores dejaron de ser utilizados

y comenzamos a caminar con nuestros pies. 





Geometrías del árbol.


Nacemos entre abrazos y desapareceremos entre nuestras manos. 









Externo a mi cuerpo comprendo el vértigo que produce mi cuerpo.

Seré palabra,

palabra extraviada y diminuta

en esta desaparición ensayada.

Nada hay que no conozca,

salvo las tormentas inesperadas  que me obligan a desempolvar los paraguas metálicos de mi boca.

 







El hombre se disolvió en medio de sus deleites y estatus alquilables.

Trepó satisfecho con su lomo de barro sobre su agencia  de orgullo y transacciones emocionales.

Pero no vio la última estación

donde los desterrados  combatimos enérgicamente.







Pienso y ladro

en el túnel del no humano.

Fueron  telúricos los  que guardaron el cadáver en  el túnel del tiempo.

Como todo

como nada

como me rompo los labios

en mi boca.

Como todo

como nada

así se desata mi palabra.

Pienso y ladro

entre caras sin mirada. 







Intestinos.

Corazones.

Vuelve el tiempo.

Dejaré de pensar.

Dejaré de amar.

Dejaré a mi persona.

Dejaré los intestinos

en sus corazones.

Dejaré al conejo que haga

su guarida.






1


Me muero mañana

entre silencios y miradas.

Me muero mañana.

Soy tu cuerpo  descompuesto de uniformes y palabras.


2.


El mundo se funde con el barro de mis sueños.

Permanezco en el rincón esperando a mañana.

La espada de mis ojos se retira tras la alambrada.


3.


Todo estaba cerca.

Parecía que los recuerdos se quemaban obedientes entre declaraciones custodiadas por el primer otoño .

Entonces recorrí y recurrí a ese principio de perseguir los materiales del escombro.


4.


Me matriculé en el tiempo.

En la universidad Universal

de los que cuentan las olas.

En la íntima inocencia de la página sin memoria.


5.


Me muero mañana

en un tiempo que no existe,

En un tiempo sin mañana.









Quiero vivir el frío de unas manos sin domicilio

sin nombre,

abrazar la insuficiencia de la geometría evaporada.

Un estanque sin cisnes.

Un viaje entre ramas.

Quiero vivir la pregunta

sin respuestas ni aduanas.

La inocencia de un beso sin derrota.

El disfraz sin máscaras extasiadas.

Quiero una puerta que cuente las sílabas cansadas de nombres.

Un pasillo sin retorno.

Una esquina verbalizada.

Quiero una noche, la última noche, sin esperanza

entre huellas razonadas hacia la nada.










Después hubo respiración.

Los racimos entraron en el laboratorio del artificio.

Las noticias nocturnas se despedían de su entierro.

Dejaron que se desatara el hielo perdido en un verano atípico entre hojas que murmuraban la espera.







Las bocas reaparecen

en los cristales.

Hay abismos que ensayan

en su indigencia.

Dijeron, tendrás  respuestas

cuando yo sólo quería preguntas.








La explicación es sencilla,

no tengas deudas emocionales y ama como un delincuente que roba despedidas.

Nunca dijeron que el dolor

es canción

como nunca dijeron que hay madrugadas nocturnas.

Siempre habrá un mendigo que arañe a otro mendigo.






Sueño 4 de la mañana



Viaje nocturno.

Cuidados expansivos.

El bosque de las palabras requiere de momentos leves y lacónicos.

No repetiré  las sombras que circundan el reloj.

Ni las campanadas de la soledad, porque la soledad es estar en una cierta edad

hasta caer en los campos surcados de mis propias cenizas. 









Maldigo la verdad.

a los descreídos que creen.

a los que empeñan su vida por un descuido

a la vida que no vive dentro de sus entrañas

Maldigo a la verdad  sin vida a la vida que se queda sin palabras.

Maldigo a  la verdad,

a la verdad que cabalga a lomos de la mentira

de la mentira preñada. 








Niego la  puerta  cerrada.

Niego la mirada en el espejo.

Niego si mañana existe sin mañana

Niego  hoy.

Sin dueño.

Sin cama

al borde de la palabra. 







La palabra se pierde,

Siempre se pierde

en las cárceles de su palabra.

Es una noche sin dormir dormida

Es una mano sin dedos que habla. 



Cuando se juntaron todos desapareció.

Llegaba como un prestidigitador.

Desobediente.

En un silencio encuadernado

sin necesidad de hablar.

Supe que tendía sus

palabras sobre alambres y dibujaba desiertos en la arena.

Supe que la extrañeza fue interminable










Yo no quería  ser yo

sólo,simplemente

palabra.

Yo no quería ser yo.

No quería ser yo.

Simplemente

ni palabra  







La roca se vuelve agua

el agua se vuelve roca.

Es el mar cuando se abraza con el cielo en el horizonte del amanecer cuando la mirada se arranca de los ojos:

la brecha de la existencia en toda su dimensión. 





Ya está hecho

los brazos regresaron al cuerpo y el cuerpo arrastró a otro cuerpo sin brazos nadando entre barro

Entre barro

Walter

Benjamín

Entre barro

Antonio

Barro

Machado

 






Se despidió.

Nada hay.

Recuerdo que dentro de la palabra alguien habló. 






Los cristales no reflejan nuestras decepciones.

Atravieso desiertos de sentencias que siempre acumulan frases que no tienen sentido,

como dunas que no nos dejan ver la arena acumulada.

Perdí lo que nunca busqué.

Sólo fue un sueño dentro de una pesadilla,

como una guitarra sin trastes ni dedos que la puedan golpear. 









Levemente se amortigua la gravedad en mi boca

cuando el fuego extinguido te mira y devuelves la mirada.

Regresas sin zapatos

ni señales que te obliguen

a tomar una dirección.

Canturreas una canción y te olvidas de las esquinas donde te escondías de niño. 






Esperamos tormentas sin nombre

tormentas que nos alejen de nuestros nombres.

Esperamos nombres que alejen tormentas

tormentas de nombres sin nombre

Esperamos tormentas que paralicen nuestra impostura de nombres.

Esperamos tormentas.

Pero no hay humano sin tormentas

ni tormentas sin nombres. 







Poema vindicativo


Dentro de ti no hay nadie y ese nadie soy yo


adjetivo

Dicho de un escrito o de un discurso: Que defiende la fama y opinión de alguien, injuriado, calumniado o injustamente notado. 







Las Horas y esos minutos de donde nadie regresa a no ser que haga un pacto con mi diablo lleno de segundos.







Inmerso en la tormenta

bastaría una palabra dentro del laberinto de nubes y cielos azules.

Tu maravillosa definición me arranca de este sueño que orbita lentamente entre aves apocalípticas.

Soñé que tenía un mapa inmenso tatuado en mi espalda con un fondo azul azul de mar y soñé entre nubes y cielos azules que regresaba de este azar sin leyes. 





En la hora exacta,

muy alejado de la imagen

reconocemos la infinitud

en medio de un ahora.

Colaboramos con la aniquilación del sentido,

a hombros de la gran pregunta que se deshace en nuestros labios. 








Apago la luz.

Quiero volver a la historia donde las mantas te arropan y te entregas a un sueño imposible.

Cierro los ojos y tanteo debajo de la cama intentando tocar la piel y el rastro que dejó el último fantasma que siempre esperaba en la niñez.

Está vez la puerta está cerrada y la habitación se ha contraído en un laberinto de esferas y pirámides.

No hay temor ni esperanza .






Tu mundo sigue girando sin convicción, indecible, delirante..

Todo se convierte en una ruptura.

Tenía 14 años cuando la puerta no se abrió y las escaleras carnívoras despedazaban mi cuerpo divorciado de la realidad.

Siempre esa grieta devora todo lo que se acerca a ese entramado de tiempo detenido en una puerta que nunca se abrió. 





La fantasía se confronta con los recuerdos.

En la esquina de aquella calle sucia dejaste las luces siniestras en un abanico de cuerpos amablemente abiertos.

Las paredes fragmentadas junto con los adoquines embarrados consiguieron despertar a esta noche estrellada en la cual pervivo. 




Todavía no.

La red es extensa

y no revela nada.

Nunca tu espalda aguijonea con guijarros la llave de tu aliento.

Es la huida la que establece las fronteras de los perdidos.







Migraña Mania.


De noche.

Mares de luz.

Y el sentido arrojado en el reloj.

Leo la escritura invisible

henchido de mundos que se extinguen cuando braceo entre lágrimas  y cielos espinosos.

Es de noche

y la máscara arrastra mi rostro hacia tu cuerpo

 






Veo palabras volando en tu cuerpo como vuelan  mariposas en el mío.

Veo huecos y vacíos en la mirada tejida en mis ojos

como tejo tu cuerpo en el mío.


Veo palabras sembradas en tu cuerpo.

Mis labios cosecharán tus latidos emergentes.







Consigo brazos y piernas que agradecen la ausencia de mis manos.

Consigo lluvia

Y electricidad

Y sin embargo es la ausencia la que marca la última palabra. 


El invierno corre hacia la luz

mermado, atónito

como corro entre sumideros y ropa mojada.

Allí está el final, comenta tu cerebro

mientras tu cuerpo  avanza enloquecido hacia el desierto. 





Vengo detrás de la luz.

Detrás de la luz no hay sombras.

Un tenue parpadeo de nombres borrados y tiempos que se consumen en la historia .


después de hablar sobre Baroja. 









Aprendo cuando caigo.

Aprendo cuando tropiezo.

Aprendo cuando doy una vuelta y no me veo.

Aprendo entre charcos.

Aprendo entre cortinas sin aliento.

Aprendo sobre el camino

ese caminito que no siento.

Aprendo y desaprendo cuando huelo tu cuerpo dentro de mi espejo. 






Mi principal tarea es recopilar las críticas, los detalles de esa inquina venida de la ignorancia de saberse sabios a pesar de los datos que manejan los estúpidos tras las cortinas de la desidia.




Pasé el rato masturbándome velozmente entre un gesto de adiós y un océano sin dirección.

Casi embargué mi cuerpo al único banco que ofrecía frío por dinero.

Mejoré el contrato con el profeta que me lamió las suelas de mi zapato pleno de pelos y semen.








Las nubes cruzaban el vacío

Necesité esos estrechos brazos que surcaban la presencia en parte como siempre de esa deidad desagradable y normal.

Pude vivir bien alrededor de esa genetista que profesaba la religión de Rimbaud.

Seguí invirtiendo en clonaciones varias y laboratorios interrumpidos por aquel verano desafiante .







Acababa de descubrir que los días no eran días

que cada tiempo que transcurre es cobertura para dejar todo y mirar los nombres propios.

Esa sobreimpresión dejó restos de mi naufragio adiestrado dentro de tu cuerpo.







Incitó al vicio

al mantenido vicio de unas manos en un cuerpo incestuoso.

Decididamente  a veces sacaba el decálogo de caricias y mordeduras

siempre interrumpidas por labios turgentes 

y pieles que realizaban juegos acrobáticos cuando

el tiempo paralizaba el proceso de desaparición  de dos cuerpos entre los gemidos de esa gran manifestación llamada amor.

Él jamás respondió al apéndice del último libro 

que escribió sobre los trozos de los cristales arrancados de sus ojos.




La cama chirría

como la vida cuando espera

a una naturaleza muerta.

Esperas ordenado

y apagas la luz.

Las migajas de tus labios se evaporan en esta retirada prudente

entre hallazgos insoportables y preguntas que nunca tendrán respuestas. 











Surge de la nada tu cara,

de tu cara mi mirada.

Surgen

de las paredes

tus manos,

de mis manos

tu mirada.

Surge el tiempo

detrás de mi espalda

y de la nada

la mirada.







Tengo palabras para decir...

Ojalá fuera otro y comprender que de la nada nada hay.

Tuve la palabra para decir nada

y sin embargo utilicé la palabra para ir contra la palabra.

Pero fue la palabra y es la palabra la que construye besos, odios, miradas.

Hasta la muerte es una palabra y la vida y el sueño y todas las ausencias habidas.

La palabra es deseo y el  amor  es una palabra sobre la palabra.

Por eso seguiré con la palabra



Imagina

un cielo con estrellas

una tierra con árboles

un beso sin palabras

un cuerpo sin tierra.

Imagina

una casa sin puertas

una ventana sin cristales

sin cristales siempre abierta.

Imagina

que siempre hemos estado

que nunca estuvimos

que nunca dejaremos de vernos

que nunca dejaremos de ser labios. 








Se cruzaron en la vida por casualidad. Esas casualidades que atentan al destino y destrozan todo el tiempo al tiempo perdido.

Supo que una piel invadió el espacio de sus dedos en una bañera medio llena,

en un bar de Tudela de alientos y miradas en un cuerpo que era río.

Supo que su mano dibujaba una silueta casi perfecta en sus ojos de niño.


Y esa piel extendida en una mesa la vio.

Y fue como volar

entre esmeraldas y espejos,

entre otoños veraniegos

entre inviernos primaverales

entre cielos sin tierra

entre huellas sin destino.






La piedra se estremece

con el agua que perfora sus grietas.

Un pene come peces de colores

Mi culo está abierto a la luna.

Dejaré de establecer amapolas o quizá tallos engullendo nombres y rostros. 

Cuando la luz cambia

nos dice que un atardecer es distinto a un amanecer.

La experiencia se olvida de todo y perfora con su aguijón esa incertidumbre de que nada es igual

de que todo aparentemente no es lo mismo.

En ese instante, en esa grieta de la experiencia el observador es observado por el vacío que deja.  







La luna cierra los ojos

y el mar la acaricia con su sombra.

Nada hay que trascienda su luz muerta, nada

Esa nada que cierra los ojos a la luna y acaricia el mar con su luz abierta 









Y seguiré ahí dedicándome a la intemperie

Seguiré ahí deletreando tu nombre en los sin nombre.

Seguiré ahí recogiendo cuerpos 








Estoy convencido que somos una ilusión.

Que nunca hemos existido.

Que inhalamos la desaparición

que nunca comprenderemos  






Será el cristal que refleja la imagen de alguien que no existió.

Será el cuerpo que adelanta la desaparición

Será una hoja cuando desaparece el árbol

Será que retomo la muerte en la vida

en un cuerpo que no es mío

en un cuerpo que gravita alrededor de su vacío. 






La conocí

Sobrevivió a las estrellas

Festejó el origen de la luz

y dejó de ser sombra.

Recurrí al abrazo

Y me diluí en su espacio.

Llueve la lluvia sobre su gota

Llueve en ese vacío que deja la lágrima. 








No hay nada

No hay

No.

Y esa es la plenitud. 









Las palabras no dicen la verdad

Las palabras esconden los aullidos de los que no tienen nombre.

¿Seré capaz de sobrevivirme? 




Decálogo de la identidad

1. No lamentar el aire que circunda los espejos de tus ojos.

2. Regresar de la intemperie masticando estrellas

3. Brillar en la perdición cuando sabes que todo está terminado.

4. Razonar en unos labios insurgentes.

5. Deletrear el espacio cada vez que amamos.

6. Olvidar el recuerdo de pieles extendidas en mi tejado y acariciar y acariciar esa luna que se oculta en tu tejado lunar.

7. Decir: no hay hombres ni mujeres solamente caricias.

8.iluminar la oscuridad con una vela de latidos de flores

9.Asesinar el odio y no transigir las fronteras de nuestra dístole.

10. Abrazar y mirar sin brazos ni ojos.

10. Acercarse a un cuerpo sin motivo y no desear que aparezca una segunda vida.

10. Correr sin mirar atrás.

Arrancar las raíces de tus labios.


Feliz solsticio de invierno. 







El tren se detiene.

No hay recompensa.

Asesiné a mi cuerpo

entre martillos y arena.

Desnudos como dos estrellas en colisión fuimos capaces de reanudar al tiempo

y decir:  no hay crepúsculos ni caminos  diferentes







No hay tiempos ni espacios

No hay pasos atrás

cuando tus tiempos se convierten en espacio

y el espacio es el tiempo

de una raíz





Quiero vivir en tus labios

Quiero  que tu piel sea mi piel

Quiero que mi sombra sea parte de tu cuerpo

Quiero que el azul, ese color que sabe a horizonte, pertenezca  a ese cielo de nuestra mirada.

Quiero existir dentro del mar

Quiero ser la sal de tus lágrimas en esa última ola que golpea nuestros cuerpos. 








Una estructura cerúlea

apergamina tu piel cetrina.

Existen estaciones entre las olas que anudan música entre la brisa.

También misteriosas arquitecturas que recogen las voces de las caracolas.

Ha llegado el tiempo de prescindir de fraudes y Notables.








Llueven olas

engarzadas en tu piel de mar

que resisten al ímpetu de tus ojos ensoñados y afinados por el azul oscuro del océano.

Has visto tu sombra abandonar mi cuerpo en el hueco del lienzo?

¿Y esa línea trazada que no divide sino que se adentra en el fragmento de la realidad?

Resultaría extraño que las fronteras fueran el sueño de nuestros miedos. 







Es la palabra dormida

el aumento del cielo en mi lengua herida

La dinámica quietud del que abraza su nido de paja.

La estrella fugaz y unas palabras que silencian



La pared congela la mirada.

El vacío de la casa

completa la lentitud.

La sombra de la roca

recoge acantilados.

Lo vómitos son la eficacia

de la vida que consume. 




Miras y tus sábanas

crean telarañas

Cápsulas de hielo

en un duelo sin miradas.

Miras y tus sábanas

crean telarañas.

Hielo en los ojos

en un cielo sin pestañas.

Miras y tus sábanas

consumen guadañas.

Hielo en lo ojos

Y duelo sin miradas. 







El cadáver hundido.

La tierra sumergida en la mirada.

Los huesos hundidos en el barro.

El pensamiento deshuesado

por la palabra.

El espacio deshabitado en una simulación temporal de cuerpos

arrancados al vacío de aquella mirada que desbrozó de ramas al último estallido de troncos y raíces










Ayer dediqué un despido

en un arrastre de abrazos

y besos ya extinguidos.

Tendí la ropa sucia

y colgué mi cuerpo

en esa cuerda infinita

de  los recuerdos.

Hoy preparo el café

como si todo siguiera igual.

El tiempo no se detiene.

Tan solo la mirada

llena de cristales fríos

manifiesta cierta indignación,

como un vómito de lluvia

sobre una tierra cuarteada. 












Andar y luego regresar.

El viento del norte

levanta mis ojos

hacia el ocaso.

Y nada sigue

en esa estela que dejamos

cuando nos precipitamos

hacia la orilla de nuestra vida.

Andar y luego regresar.

Sabiendo que es silencio

lo que dejas.







La palabra

Exige silencio.

La palabra

Es silencio.

Las piedras se comen

La tierra.

La tierra

no atrapa a la palabra.

Las palabras dictan

su desaparición

cuando encuentran

el hueco perfecto

para horadar el artificio.

La palabra exige silencio

y el silencio deletrea a la palabra.








Caminamos  espacios

y sin embargo

lo que hacemos

es rellenar de escombros

lo que no somos capaces de recorrer







Cronos, kairós y Eón


El tiempo no mide al tiempo.

La elasticidad del espacio

recoge lo que no mide el tiempo.

Nada hay en el hueco que deja

un cuerpo consumido por el tiempo.

Nada extraña el espacio cuando

un cuerpo desaparece en la grieta del tiempo.



Haiku intempestivo.


Solté lastre

en un día de lluvia.

Mis ojos se ahogaron.

Los pasos retroceden.









Vengamos a mirarnos.

A tocarnos.

A levantar las piedras

de nuestros aposentos.

Esos espacios que están llenos

de inmundicia y miedos.

Vengamos a encontrarnos

en esta intemperie de silencios.

Ahogados en la palabra insumisa.







La elevación

no entiende que las escaleras

están para subir y bajar

a no ser que nadie sepa que no hay nada para agarrarse. 







Es el miedo el que destruye

El vacío es nuestro. 





Baudelaire, Rimbaud y  Celine y otros


Las brasas de las nubes

cosieron el cielo a mis ojos

Nadie observó a las gotas

danzar dentro del carbón

entre las flores del mal

y esta temporada en el infierno.

Este cielo es un viaje al fin de la noche.

Recopilo ríos secos y mares que un día serán desiertos. 








Llama el silencio.

Lo demás no es silencio,

el resto tampoco.

Nuestro silencio

llama a la palabra.

Una palabra deshilachada.

Una palabra que dejó de ser palabra

para recorrer el hilo del silencio

que arrastra cuando habla.






Vengo de la ocurrencia.

Del vértigo que dejamos al respirar.

De la piedra que relame la sal.

De aquel acantilado sin nombre.


Vengo de las olas .

Con la espuma de tus labios

De nada sin nadie

De nadie sin nada.




El sol respira en la suela

de mis zapatos.

Todas lo miraron

y nadie lo vio.

El sol respira en la suela

de mis zapatos.

Todos lo miraron

Y nadie lo vio.

El sol respira en la suela

de mis zapatos.

Ella estaba ausente

y él no regresó.

El sol llorá con su luz

dentro de  mi corazón.

Ella no lo vio,

él estaba ausente

y el sol a contraluz.







Los aires del tiempo

transcurren lentos.

Un labio en una nube

es tormenta.

La lluvia se desliza en el vacío en aquella sábana que susurraste  con tu canto de espejismos errantes.







Estuvo seis días sin piel

dentro de un cristal velado.

Paseó entre raíces

cuando sostenía el vacío

entre sus manos.

Dejó la mirada entre zarzas

y luces de neón.

Supo que no era él

el que suspendió la mano en el abismo. 

La piedra, dentro de mi casa.

Mis labios pegados al cristal.

Mi cuerpo desenterrado

fuera del fuego.

Ardo entre las cenizas.

Ardo lentamente entre las piedras

fuera de mi casa. 






El faro.


El vuelo de las hojas en sus ojos.

El aire que desprende su cuerpo

El terso amanecer en su piel

La nada de la nada

o ese precipicio que inunda el mar.






Hay cuerpos

que nadan como planetas

alrededor de un sol extinguido.

Hay cuerpos que nada saben

de la exterioridad.

Hoy como ayer se desprenden

las cortezas de los árboles

como aquella mariposa que incendió

sus alas al amanecer.


Cuando escuchas el silencio

y la soledad se adentra en tus ojos

la intemperie reconstruye al tiempo.

Y es casi como estar tendido

con dos pinzas dentro del abismo.





Remueve  la arena

y añade el nombre a tu tumba.

Los gusanos saldrán bailando de los cuencos de barro.

Añadirán biografía a tu simulacro esqueleto y decidirán

sobre el asombro de tu piel.

La ficción o el camuflaje harán el resto.





Donde los espejos

alzan su mirada

sopla el rostro áspero

de la intemperie.

El vacío siempre

vuelve colmado de deslices.

Sombríos trabajamos esculturas de marfil 

o de espuma encumbrada 

sobre laboriosos oficios de besos.






Las aguas navegan

sobre los barcos.

No hay aventura.

Las nubes asumen sus llantos

La muerte es la extrañeza de la vida.

El cielo cicatriza los ojos.

Y sin embargo

cuando la mirada se disuelve en los charcos

seguiré nadando sobre la arena.

Caminaré entre cicatrices.

Caminaré acompañado entre esas nubes vacías de albatros.



Aparece el fuego

y casi retrocedo.

Soy llama entre estas cenizas

que consumieron

los pensamientos.

Tal vez la llama de esas mujeres que fueron ejecutadas

realicen la proeza de acabar con esa llama.








Me escondo.

Me voy de mi.

Me persigo.

Y veo que no hay nadie.

Y lo celebro.

El camino señala.








La nada.

La boca.

Morimos

pensando.

Vivir en un rincón

debajo de esta roca.

El suelo que pisa

el cielo manifiesto

de nada.

La nada

se asombra en

mi boca.

La nada admira el silencio.





Tiempo  espacio.

Recorro cada milímetro de las piedras  que dejan mis ojos.

Cada centímetro del tiempo

que deja el espacio.

Camino entre cristales

y levito sobre  mis excrementos

que un día gravitaron

entre todos mis cuerpos que deseché.

Rehago todos los días la cara de la vida 

entre un tiempo desbocado y un espacio que se esconde 

entre las manecillas de mi reloj.


Píntame la boca

que la tengo cosida a tu boca.

Píntame los ojos

que los tengo

apresados a tu mirada.

Píntame el cuerpo

que lo tengo pegado a tu piel

como una raíz sin tallo

como una nube destilando

tu sudor.






Llego al pozo.

Observo.

Me declino entre las piedras.

Me arrodillo en el abismo.

Todo es circular.

Menos una piedra

que araña mi cuerpo

y lo destroza.





Leer, escribir,un fragmento del silencio.

Andar sobre tu espalda en el espejo

y en el vaho de tu aliento escribir nada 

y regresar a la cama entre sábanas caídas del techo.

Y respirar haciendo como que nada ha pasado 

cuando desaparecen tus ojos entre ese vacío.











Dicen que sea como sea

nos adentraremos en los abismos de la individualidad.

Dicen que dicen que difieren

entre nuestros asuntos cotidianos porque no somos ni fuimos uno.

Que sepan que cuando abrazas eres tú y el otro.

Aunque quieran construir fronteras entre nuestras manos

y nos quieran convencer.



















Si supiera qué pensar

dejaría de pensar.

Andaría entre tejados

como los gatos

rompiendo las tejas

para que el cielo y la lluvia

y lo que hay afuera

accediera a la comodidad

de la indiferencia de este adentro que nos ilusionan.

Si supiera qué pensar

escribiría: dejaría de pensar.

Para que la comodidad y la indiferencia 

se abrieran hacia fuera y vieran lo que hay dentro.


Sólo vivir, respirar,

andar

y seguir viviendo,

respirando y andando

sobre tu espalda.

Al lado de tus labios.

Debajo de tus ojos.

Próximo a tu cara.

Seremos dos en nuestros sueños.

Seremos sueños en dos partes

compartidas.









Las puertas son extrañas.

Se abren hacia fuera cuando estás dentro 

y se vuelven hacia ti cuando estás fuera.

Es un abrazo de acogida hacia tu cuerpo 

que olvida que viene de la calle.

Esa calle que no tiene tiempo

pero que permanece en la ausencia de tu nombre..







Nadie deja camino.

Nadie deja atrás a nadie.

Nadie desaparece a tus espaldas.

La geografía es fría

sin tierra

debajo de tus pies.

La grafía son los pies

debajo de la tierra.

Nadie dejará en el camino

quien desaparece sobre nuestras espaldas.




La vida abre cuerpos

también suele abrir

puertas cerradas con espinas.

El regreso ha sido inexacto 

por las turbulencias del viaje hacia los sin nombre.

Volamos con los pies enterrados en la tierra.

Olemos los residuos de los cuerpos descompuestos.

Seremos tratados como parias sin tierra.

Como siempre hacen los que miran las estrellas 

y no ven la oscuridad.










Hubo luces sin sombra.

Sin sombra hubo noches.

Noches de luces

y luces sin sombra.

Regreso a ese hueco

que nos olvidó.

A esa grieta que consume nuestros cuerpos.







La pasión huele a tormenta.

La fina lluvia a deseo.

Así mi cuerpo en tu cuerpo











Haiku goyesco.



Cantamos

Y nos borramos

Luego nombramos

Y nadie

Cambia de nombre.







Huelo a pies

a sobaco

a las bolillas de mi ombligo

Recorro el dedo y lo huelo

cuando me lo meto en el culo.

Despierto a mis pedos

entre nubes de obispos.

Horado mis oídos

y encuentro pirámides

que se deshacen en el tiempo.

No fui yo el que dejó la mierda

de un cadáver superpuesto a mi vida.





Deseo fugarme de mi

para ser yo.

Ese yo troceado,

transportado y ensoñado.

Ese yo que abraza

y que en cada abrazo

sale de sí para ser tú.







Tafalla 1983.


Pierdo las horas

desde que nací en estas calles.

Nada descarta la lluvia

filtrada en mis ojos.

Adoquines y puntidos

abren el cuerpo de mi infancia.

Ayer volví a nacer

entre las esquinas de esta ciudad

que vela miríadas de cuerpos

derramados en mi boca.








Las lentes se vuelven insolentes

No hay ojos que tengan

la mirada de la muerte.

Regreso a mis libros apilados

entre suicidios y folios

carcomidos por un tiempo que regresa.

Tal vez todo merezca la desaparición dentro de tu roce.

Tal vez sea yo cuando no fui tú.

















Abanico de raíces

teclea

a escondidas

el cielo embarrado.

Supura alquitrán.

Las calles pintan cuadros

sin retratos.

Desean desaparecer.

Desaparecen tras las cortinas de los árboles sin raíz.

Las alambradas corren por las cortinas.

Tierra inhóspita

que regresa a mi aliento.

Tierra sin tierra

en mi cuerpo extendido

en tu cuerpo desnudo.







El silencio llega hasta la explosión del arroyo.

Los peces pintan de azul

las aguas que yacen en las sombras.

Vuelvo de un desvanecimiento

de las piedras,

apartado de aquella avidez de mi tiempo embargado








La excursión del 2022 ha llegado a su fin. 

No hay viaje sin admiración y asombro.

Abriremos las puertas del 2023

mientras tanto voy fabricando las llaves.








Una fisura o un abismo aterciopelado.

Un vernáculo soplo

entrevistado por el aire.

Las corrientes de cuerpos dialogan

Nuestra existencia dinamita

la pobreza encarnada en sus ojos.







La distancia mejora  el tiempo

Tras la caída de los cuerpos

la noche enaltece la bella premisa de los exaltados

No hay examen de la existencia

Nada importa

El vuelo rasante de miradas inconexas

velará por este anochecer eterno









Creo puertas en las paredes

y araño el vacío del cristal

La luz produce sombras

otras palabras que nada dicen.














Desvencija el rayo nocturno

los cuerpos atados a las piedras.

La opacidad figura el telón y

refleja la simultaneidad del sueño.

Nada que no sea transcurrir

ante la tentativa de vegetar entre la oscuridad de las palabras.

Siempre crepúsculos fúlgidos,

burbujeantes, efímeros,

tras nacarados bucles otoñales.









Tiempos que mejoran

cuando nada esperas

y convives con la espera

del tiempo sin tiempo.

La gravedad del humo

depende del fuego extinguido

y de la cantidad de tierra

que tienes que desertar.




















La vida es un viaje.

Un viaje interminable

que termina en cada segundo

que vivimos.

Cuando sabemos que vamos a morir 

dejamos de pensar en nuestro nacimiento.

Un nacimiento que surge de la madre 

y muere con el padre.












Me atrapas

cuando cierras la puerta

y las formas se hacen presentes

en ese hilo de  vida

que señala las traiciones.

Nada duerme en la casa

que no haya sido vivido.

Quizá ese pedacito de tierra

que rompí con mis dedos

cuando gritaba: silencio, respira.















goiku 2




Dispérsate.

La naturaleza

caerá como una tormenta.

Soplan las hojas de otoño cuando sobrevuelan tus ojos caídos 

en la boca del volcán.

Mis dedos son ramas.

La presencia del aire,

el aleteo de una gota de lluvia

y tus labios pegados al cristal.

Me asombra no querer nada.

Cuando el tiempo se precipita

en la sombra de la raíz

y señala el infinito de tus labios.

Mi boca masticará silencios

entre el frío y la oscuridad.








Saltamos charcos

entre cuerpos sin huesos

Saltamos sobre la verdad.

Y saltamos sobre nuestros pies

calibrando los dedos

para no saltar.

Nos mudamos en esta mudanza de nubes

cantando a los pájaros mudos

de la infancia.











Hay orillas

que no ven ríos.

Hay orillas que no ven mares.

Hay orillas

que relamen labios

entre juncales.

Hay orillas

que cuando los corazones

se ahogan

se adentran en las profundidades.














Hay cielos agrietados

desangrándose en mis dedos.

Nada tan parecido a unos labios que desconozco

o a un idioma de hojas que aúllan dentro de troncos.

Hay cielos consumidos

desangrándose en mis ojos.

Nada parecido a una mirada

sin cuerpo.

Mientras me arrimo a la sombra que deja mi cuerpo

el reflejo del silencio se adentra en los vencidos.












La palabra ahoga a las palabras

La palabra subraya al silencio

La palabra construye sombras

La palabra relame los huecos del vacío

La palabra no nombra

La palabra soslaya  el requerimiento de la soledad.















Cierras el grifo del agua

y comienza a llover.

El sosiego de los pájaros

tras el cristal  anima

el giro de las nubes.

Pronto el vértigo de los ojos

se abrirá a las alas del azar.

Girará como un torbellino

levantando el polvo acumulado 

en la encimera de mi cuerpo.
















Amistad


Un hilo de mis labios

se quedaron en aquel cristal

Muerte sobre muerte

y vida sobre vida.

No miré

Dijiste,  no mires!!!!

Antes que tu palabra dejara de existir

en mi boca.







Cuánto tiempo perece.

Cuánto tiempo diluido en el tiempo.

Cuánto tiempo sin saber quién eres.

Cuánto tiempo malgastado en otro tiempo.

Sin memoria.









El amor de una noche

hizo la noche.

El amor de una vida

se deshizo en nuestras bocas.

Me destejo por las noches

y me tejo por el día.

Piel cosida en los sueños de tus labios

Piel que regresa a nuestros cuerpos sin piel.

Dicen que el  amor de tu noche se convirtió en mi vida.







A la muerte la besamos.

Como la llama a la cera.

Fuimos capaces de saltar entre charcos  de palabras y  hueros razonamientos.

Ellos vivieron sobre alambradas tejidas en nuestra piel.

Fuimos invencibles.

Fuimos huecos que intentaron

abrazar  ese desplazamiento de cuerpos sin memoria.

Los residuos de miradas quedaron

en esa caja sin fondo.

Nos reímos.

Fuimos capaces de identificar el simulacro.









La boca podrida del cielo.

La ropa tendida en mi cuerpo.

Piel escondida en los huesos

piel devenida en cicatriz.

Cicatriz de cielo perdida

Cicatriz de dientes teñida,

Cicatriz de huesos tendida.


Un día volveré

entre lluvia ácida,

con esa costumbre

de nombrar la realidad.

Y rechinarán los dientes de piedra.

También sus ojos de fronteras corroídas 

por los guardianes temporales de nuestros cuerpos.











Noema


Una mano

sobre otra mano.

El vacío.

Y un ojo bailando

sobre  tu mano.











Los pasillos de la noche

se comunican en cuerpos desnudos

Inhabilitados

Fueron los cuerpos enterrados

los que consiguieron la piel.

Esa piel de lo irresistible








Imagino que no me conocí

Imagino que alguien pidió

mi nombre

Un solo nombre.










La última vez fue la primera vez.

En ese café de Tudela.

Ahí me desprendí cuando tú te desprendías.

Diluí mi cuerpo en tu cuerpo 

y seguí respirando. 

Y seguimos……














La soledad también es ruido.


Haber vivido.

Haber amado.

Entre barcos hundidos

por la esperanza.

Haber sido y no sido.

Haber hallado

la esquina de la vida

y haber sido viento.

Haber sido

aire entrando en tus pupilas

como clavos ardiendo en mi espalda

haber sido.

Haber sido

como uñas desprendidas de los dedos

como ojos esperando  tu mirada.

haber sido.

Haber sido

como sangre derramada en mi cuerpo vacío.

Haber sido.

Y vivido.

Y amado.


Fueron años felices

Años fueron también

de cenizas arboladas

entre yermos sueños.

Años que dejaron cuerpos

sobre la hojarasca quemada.

Años abundantes de tiempos

consumidos en el cristal del Tiempo.

Años retorcidos en alambradas

entre besos y miradas.

Años que perdieron la piel.....

Felices años fueron.

Años sin tiempo.

Años consumidos por el Tiempo.

Años de hojarasca en la alambrada.

Años sin miradas.

Sin piel

sobre cristales besos.








Dejé de existir.

Me miró el tiempo

y el espacio se retiró.

Siempre el tiempo se descompone

como una hoja en el fango

de un bosque calcinado.

Todo lo atraviesa el cuerpo

que es espacio.

Todo queda suspendido

mientras las ramas suspiran

entre las cenizas.










Cada palabra es una perspectiva.

Un mundo paralelo 

que intenta construir una realidad de la nada.







Dijera algún día

que todo es normal.

Dijera que alguien

te nombra.

Dijera que el espejo

no nombra.

Dijera que nada es normal.

Dijera que dijiste

cuando regresé

que no había nada.

Dijera...

sólo burbujas cristalinas

apresadas en el vidrio

de aquellos ojos.








La noche que conté las baldosas

esa noche, desapareció la aritmética.

La noche que consumió mis sueños

esa noche,  me sumergí en la sombra de las alas de la vida.

Todos contaban los días.

Yo fuera del tiempo

consumía la anomalía del mismo tiempo 

y recitaba desde el vacío esas últimas palabras 

que nunca llegaron a oír.





Me ahogaré en un Charco de sangre  

mientras la lluvia oxida mi mirada








Fiebre.


Andar solo gratifica.

Nos señalan los troncos y las raíces.

Los caminos son anchos

y la mirada cercana.

Cuando observas el aleteo del aire

Nos damos cuenta que no andas solo.

Andas solo porque

no  hay nadie para señalar las raíces y los troncos.

Andas solo porque no hay nadie que se esconda en la hojarasca.

No hay nadie capaz.

Por eso andar solo gratifica.

No nos señalan  ni los troncos ni las 

raíces ni  nadie  que se esconda en la hojarasca.






Solventar los artificios

y enmarcar los abismos.

Así transcurre el tiempo.

Una infancia sobre maderas podridas.

La química de que algo vendrá

y ese vacío que nos acompañaba

tras el escenario.

Lo extraño estaba en nuestras botas 

de piel de camello que nos conducían más allá de ese vacío 

que existía en nuestros dedos.






El tiempo no se lamenta

del espacio que deja.

Como el espejo no se lamenta

del reflejo que abandona.


Los árboles  mecieron  mi paseo cotidiano.


Arrastraron sus raíces entre el espacio

de mis dedos y  el tiempo no concluido

de este cuerpo que me acompaña.


Vagamos por caminos no señalados

y por eso volamos.









Hay tiempo

para el entramado de la hoja

con la raíz

o de un cuerpo con otro cuerpo.

La ligera piel que separa la imagen

de otra imagen, o

ese aliento que te deja desaparecer

cuando una hormiga

te lame el labio

entre la mirada de una araña.





Hay veces que pienso

que he vivido demasiado.

Otras que me queda ese instante

no vivido.

Esa pequeña destrucción

es el vacío

y es lo que te mantiene alerta.




Las piedras vuelan

Camino dentro de la sombra

donde la luz no tiene lugar.






El panorama es la rama

del pan que nos falta

o quedarnos quietos

cuando todo se enrrama.





Luz

sombra.

la incapacidad de ver

el  aleteo de la mirada.

La rama roza

la silueta de la alambrada.

Luz

sombra.

Dejaré de ver

dentro de tu sombra

Lejos de mi mirada.





Cuando el fuego  enfría

y el hielo te da calor

ya estás dispuesto

a no ser tú.

La identidad se va diluyendo

desde que naces.

En cada instante sientes

que eres otro.

Otro el que mira de soslayo

a ese otro que se consume

dentro de un espacio

que no te pertenece.

La última noche

la pasaré conmigo.

Esa compañía silenciosa

Que escupe en sus entrañas.

Que se llama así misma.

Que se ríe sola.

Que llama a su sombra

entre sueños y delirios.


La pasaré conmigo.

La última noche.

Mientras los árboles arrastren

su piel hacia el vacío.


Cuando el tiempo deje

de contar.

Cuando ya nada sea espacio.

Cuando el hálito sea una mariposa

que regresa a su propio olvido

la última noche

la pasaré conmigo.


Será una mirada

convocada con otra mirada

que no será mía.

Se me caerán las piernas

entre mis manos

como la ceniza

de su último fuego

en un vuelo rasante

entre ese espacio y el mío.


La última noche

la pasaré conmigo.

Entre cenizas reiré

y volveré a alzar el vuelo,

ese último que fue el primero

entre el polvo que deje las alas

entre los cristales de mi cuerpo

y la puerta que cerraré.


La última noche

será la primera que habré vivido.


Consumo oxígeno

Consumo vida

Consumo placer

Consumo piel

que rivaliza con mi piel.

Consumo vacío

entre ventanas y puertas

Consumo calle

calles que consumen

vida, placer, oxígeno

y piel.

Consumo  la llama

del hielo..












Balancea la rama en el fuego

Se retuerce el tronco en la llama

Nada será lo mismo

Ni tu piel

Ni tu mirada

Nada se balanceará en el tramo

perfecto de la llama.














La puerta no se abre.

La ceniza ha hecho nido

en torno a la cerradura.

No tengo llaves para abrir este vacío.

Tampoco ganas de entrar por esa puerta 

que da a otro vacío colgado de los pliegues de mi bruja.












La memoria del agua


Por primera vez cúmulos

de cenizas se arremolinan en las ramas de mi mano.

El gato se pasea por la piscina vacía.

Son dos soles los que iluminan a la soledad.

Tal vez una tecla volando sobre cuerdas tendidas sobre el fuego

o aquel lago azul que surgió de mis ojos 

sobre caballos bailando sobre la nieve.



















Azulejos que vienen de los vientos de mi piel

Piedras que atraviesan los cuencos de mis ojos

Telarañas en las raíces de un árbol que muere.

Hojas volando sobre mi mano olvidada.

Así es este cuerpo que llama a la llama que ardió 

dentro de esta nada, completa nada.













Los alaridos de la madera

en los pétalos de fuego

envuelven su pureza.

La sombra de la ceniza

cubre el  silencio

de sus raíces agónicas.

Tendremos que esperar

a los labios de tierra

para cubrir nuestras deudas.



















Respirar y andar

dos infinitivos

que luchan con el mirar.

Otro infinitivo que se arriesga

a pensar.

Somos tierra y cielo.

La mano hacia abajo

los ojos hacia arriba.

Construyo de las cenizas del techo

blancos vacíos en mi boca.















Palpé el camino.

Y alguien vio una luz adentrándose en los ojos del bosque.

Caminé entre raíces

Comiendo tierra y nubes.

Nada fue determinante.

Nada se detuvo ante el avance

del fuego de tus labios.













Desaparecerá entre aplausos

la última hierba.

Comprenderá que el sol calienta

a su desaparecida luna.

Tal vez cuando todo esté en su sitio

nosotros no estaremos.

¿Qué mes y día será el último?

¿En qué momento del día dejaremos de respirar?

Mientras tanto seguiremos bailando en la sombra de lo desconocido.

Seguiremos hablando con las bocas cosidas a nuestra piel compartida













Cuando el paisaje se convierte

en pasaje muere

Cuando las nubes destilan cielos azules acaban con la tormenta de una noche de embriaguez.

Cuando la vida es un prospecto farmacológico

nosotros nos decantamos por las drogas amables del vacío.

Así anduvimos, entre callejuelas de dirección  única y calles que morían entre nuestros labios de cristal.















Oler

mientras la página se desenvuelve

en la pátina.

La piel se cuartea.

La ceniza se vuelve consciente.

La labor de la tierra horada

el reflejo de una vida que no vale

y  la incapacidad de que todo vale.

Así el bosque talado de los labios

y el fuego que juega entre los dedos

de hojas perennes.














Hay pájaros que son jaulas

de árboles.

Árboles que tienen alas.

Humanos que son animales

y animales que juegan a ser humanos.

Existen insectos que recitan poemas de Pound

y serpientes que vuelven del paraíso sin creencias.

Hay cenizas que envuelven el fuego

de la vida

y vidas que se consumen sin fuego.

El tiempo se desliza entre los dedos.

Las teclas se convirtieron en esperanza.

Ahí la ficción.









Duermo el sueño  que no soñé.

Acostumbro a crear lazos afectivos con mis pesadillas.

Olfateo la irrevocabilidad del diafragma de mis dudas,

y excitado desentraño los imprevistos de la madrugada.

La distribución de las razones que sobrevienen cuando me despierto

alejan al intruso que llevo dentro.












Tal vez si  gritara

se empañaran

los cristales,

se alzaran del suelo

las alas de los daimones

que soplan en mi cabeza.

Tal vez si fuera sólo razón

permaneciera dentro de un violín

esperando la música.


















Los barrios que consumimos.

las esquinas que dejamos atrás.

Las piedras desmenuzadas

entre grietas

y grietas y grietas.

Una palabra olvidada.

La lengua cercenada.

Los dedos bailando en un cuenco

de madera.

Y esa mirada que regresa al mar.

Todo coincide para dejar de ser nosotras y sumergirnos en esta nada

que abraza los pequeños abismos

cuando la arena cubre nuestros cuerpos.















En el silencio

vivo otra vida dentro de la vida

que es otra vida que vive

en los márgenes de la Vida.

Así acontece todo.

Como una pequeña silueta

que está aprendiendo a andar

en la invalidez.











El infinito es una puerta.

El vacío el cristal

que deja tu figura

cuando traslada tu cuerpo

dentro de mi boca.

El infinito es una cortina

que huye de su sombra.













El poema

es el humo

que se hermana con el aire

cuando el último humano

prenda la última hoguera.




















Caminaremos despacio.

Despacio caminaremos

sobre caminos ya andados.

Caminaremos sin experiencia

sin memoria sobre lagos helados.

Sin mirada caminaremos

sobre caminos ya andados.

Caminaremos arrastrando

esta tierra consumida

entre nuestras manos.

Caminaremos sin mirada

sin memoria.

Caminaremos exhaustos.

Seguiremos caminando

sin pies sin experiencia

caminando por caminos

no señalados.

Otros vendrán a consumir

La tierra que dejamos.











A veces convoco al azar

para jugar una partida

sin cartas.

A veces soy abeja

Atrapada en la miel

de mi boca.

A veces cuando la lluvia se hace presente soy tierra cuarteada

por un sol insolente.










Pienso que ya viví

en este cuerpo.

Pienso que ya pensé

que este cuerpo no es mío.

Pienso que deje de existir

cuando pensé en este cuerpo.

Y así cubro mis manos de lava

Y así mis ojos se consumen en el fuego.










La ilusión de la finitud.

La descomposición del tiempo.

La cita en una agenda en blanco.

El silencio de lo que no tiene origen.

El resto no es silencio.

El resto es desgarro

de la piel con el infinito.






Necesario es poner distancia

a la estulticia.

Necesario también es deletrear

la palabra i dio ta hasta la extenuación.

Necesario es pensar que tal vez

cuando todo desaparezca aprendan a levantar el aliento por encima de su cerebro.









Abrí el sol

y me encontré con la luna

Desbrocé una nube

y de ella salió mi boca.

Acudí a la lluvia

y mis ojos de barro

se anudaron a tu mar azul.

El tiempo envejece en la duda.

Nuestro tiempo se renueva

cada vez que te veo sonreír.










La breve palabra.


La palabra breve

no nombra

cuando regresas  de ese sol

que llevamos en nuestros ojos.

Pintas los libros

y recoges los hilos subrayados

de nuestras páginas en blanco.

Tal vez la breve palabra

comience a regresar de sus silencios,

y que los que transportan  los cuerpos sin vida

arrastren la posibilidad de extinguirse.













El día muere.

La bruma que deja el cuerpo

enaltece la sombra de la mirada.

Sopla el viento

frente al primer hálito

de un niño que dentro de este cuerpo no deja de llorar ni de reír.

Presiento que la noche

será larga e intensa,

como la última que pasé

con mi cuerpo muerto

rodeado de lluvia desconocida.














Cave un agujero

tan profundo

tan profundo

que me vi

a mí mismo

cavando el mismo

agujero.














Vuelve caminante

vuelve hacia atrás

borra tus huellas

censadas por los zapatos.

Vuelve caminante

vuelve hacia atrás

para que tu mano

no borre el cielo.

Vuelve caminante

vuelve hacia atrás.

Cose tus ojos

en el cristal del cristal.











Cosido a mis manos

el libro se deshace

fuera de las horas.

Al parecer la vida

no cuenta el tiempo

retenido en las olas.

Y sin embargo el amor

es una polilla atrapada

en mi puerta.














Muere la nube

en el cielo

Muere el cielo

en la luz.

Desplazo las sombras

de las ramas

dentro del bosque

y es la intemperie

la que arropa mi cuerpo desnudo

en este abrazo infinito.
















Vine del vacío

y me encontré con el espacio.

Vine de la liquidez

y me encontré con el tiempo.

Me sumerjo en la hojarasca,

entre los árboles caídos

por mi última tormenta.

Nado en este vacío

protector de huellas

que no dejan rastro.









Moriré de pie

en una cama vertical

entre sábanas frías

y sin mirada,

caminando despacio

hacia mi acantilado.

Moriré de pie,

en silencio,

rasgando tu abrazo

en este cuerpo vacío

desplazando miradas.










La casa baila

en mi cuerpo.

Ciertas mariposas  arañan

el cristal indicado.

Las hormigas  se entretienen

entre telarañas desoladas.

Todos tendremos un funeral.

Todos seremos sepultureros de nuestros latidos.

Nadie hablará

















Pasan las alambradas.

Como pasan los días silenciosos

dentro de una partitura apátrida.

El calor del cristal estremece

los cuerpos  que un día dejaron

la piel dentro de aquella melodía.

Me dijeron que colgué los ropajes de mis muertos, fuera,  a la intemperie.

Seguí mirando en los rincones

por si en alguna telaraña colgaban ciertas miradas que desprecié.












Lejanías distancias espacios

manos que tocan el tiempo

la brevedad de la mirada

o el ocaso de ese aliento

que abre puertas que estuvieron cerradas siglos.

La piel sobre los libros no leídos

y el carraspeo de la primera palabra

emitida desde el silencio.

Lejanías de la brevedad.

Distancias sin aliento.

Espacios de libros no leídos.

Nadie es geométrico.

Nadie suma líneas.

Nadie nada en el vacío.












Siempre estuvimos.

Nadie accedió.

Las hormigas volaban

en un charco de sangre.

Nuestros cuerpos quedaron apilados

en una librería.

Nuestros nombres dejaron de nombrar.

Tal vez nuestras miradas sean capaces

de acceder a ese charco de sangre

o a las alas de ese vacío que dejan

las mariposas.









Realizaré los planetas y las estrellas.

Realizaré mi cuerpo.

Tal vez mire cuando observe 

a una mariposa volar sin alas