sábado, 15 de mayo de 2021

 

 

PEQUEÑOS RITUALES DE SUPERVIVIENCIA

 

(Escritos del confinamiento)

 

“ Ha muerto el último año,

Parecen decir

Comencemos otra vez, otra vez, otra vez……” Phillip Larkin

 

“Algo llega al mundo sin ser bienvenido

Y llama al desorden, al desorden….”  Louise Glück

 

 

-          ¿Podrías decirme qué es el sol?  – El sol

-          ¿Y la luna, podrías?  - Es la luna.      Joan Brossa

 

 

Gregorio Ojer.  Marzo. 2020- Marzo 2021

 

 

 

 

      

        MARZO

 

“ Atravesar una calle para escapar de casa….” Pavesse

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo miro al mundo

Y el mundo no mira

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me acerco a las cosas.

Las cosas se aproximan.

Intento indagar en cada una

De sus funciones

Y veo la simulación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando me levanto

Respiro todos los días.

 

 

Inhalo ese elemento

Invisible que es vacío

Y a la vez lo cubre todo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cama es rectangular

El armario es rectangular

La mesa es rectangular

Mis zapatos son rectangulares

Mi habitación es cuadrada

Y todo ello carece de sentido

Porque es la cama que duermo

Porque en el armario cuelgo mis pieles

de tela que sirven de fronteras

 entre mi cuerpo y el afuera.

La mesa sostiene los últimos libros

Que también son rectangulares

De los que inmediatamente me deshago.

Mis zapatos en un rincón, vértice,

Punto del rectángulo, añoran

Las babas que nunca podrán dejar

Y mi habitación cuadrada

Es expresión del ataúd rectangular

Que será pasto de las llamas.

 

 

 

 

 

 

 

 

La alfombra de cuerdas entrecruzadas

También es rectangular.

Es lo primero que piso

Cuando me despierto

Dentro de mí

Y dejo que el sueño

Se prolongue extenuado

En mis ojos.

Nunca entro a la realidad

Con los dos pies.

Indistintamente, a veces,

Es el izquierdo y otras el derecho.

Observo mis piernas que se prolongan

En los dedos.

Son columnas del armazón

Que sostienen mi cráneo ovalado.

Bostezo y estiro este cuerpo

En un intento de abrazar el espacio.

El tiempo transcurre lentamente.

El tiempo no existe.

 

 

 

 

 

 

La aritmética de mis pasos

Hacia la cocina

15 pasos sobre un suelo

De madera que se eleva

Sobre una plancha de hormigón

Que a su vez se eleva sobre un suelo de roca.

Todo es elevación sobre mis pies.

Hay veces que no sé lo que piso

Cuando el número de pasos

Me trasladan hacia otro

Espacio cuadrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rodeado de cosas

Llamadas utensilios

Porque son útiles

Para desempeñar su función…

Una taza circular recogida

En un mango que traslada

La taza hacia afuera

Y se encuentra con mis dedos

Para ser recogida y elevada.

Esa lucha contra la gravedad

Es el encuentro de la materia viva

Con la materia inerte.

La función de la taza

Es la de recoger el líquido viscoso

Que sirve de alimento

A este cuerpo cuya función

Está por descubrir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre una mesa clara, doctrinal

De huellas nicotínicas

Se adelanta un brazo

En busca de un aforismo chispeante,

Precursor del silencio que emana

De la madera.

El tazón hierático

Se adentra en la cuchara

Entre torbellinos de espuma

Y boca ágrafa.

La ventana entreabierta

Despide a las primeras preguntas que se hizo

El humano dentro de una cueva

Cuando se disponía a hincar la piedra

En una presa muerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La silla, sólo dos,

Abrazan a la mesa

También retiran el espacio

Que no habitan.

La ilusión de un cuerpo, medio dormido,

Es hacer preguntas

Que buscan otras preguntas.

Limpiaré los cristales

Para ver qué hay dentro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras desayuno

El grifo gotea.

La vida de una gota es breve.

Si se cierra el grifo

Quedará retenida

No para siempre

Aunque su instante

Será eterno líquido

En una muerte contenida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abro un cajón

Y todo está en orden

Todo ocupa su lugar

Todo es previsible

Nada se diluye

En ninguna circunstancia.

Los cuchillos ocupan su lugar

Los platos apilados

Uno encima de otro.

Los vasos vacíos dispuestos

A un plenitud de sabores y labios.

Existen utensilios

Que los utilizas a diario

Otros se esconden como si

No se dejasen coger,

Como si por primera vez

Supiesen que en ese estado abisal

Dejarán de ser útiles

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los útiles no siguen una regla

Como la muerte tampoco

Sigue una regla

Sabemos que está ahí.

A los útiles les damos un significado

Es como el rollo de papel higiénico

Sabemos que tarde o temprano

Se acabará

Pero sabemos que hay repuesto.

La muerte es el cilindro

Que queda después de acabarse

El papel higiénico.

Ese trozo de cartón que deja

Un vacío en su interior.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ando que ando

Que ando tras nada

Aunque la geometría

De mi casa no habitada

Me da la seguridad

De lo absurdo que es ocupar

Algo sin esfuerzo.

Entre levantarme y desayunar

Hay una grieta

A la que intento sobrevivir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La escalera

Es el testaferro

De diferentes niveles:

El nivel A

Y el nivel B

A tiene algo de B

Pero hay muchas noches

Que A no es igual a A

Entonces B se adentra

En el espacio que deja A

Y revierte la situación

En un conjunto de conjeturas

A es un conjunto de espacios geométricos:

El dormitorio, el salón, la cocina y el cuarto de baño.

B es el conjunto de dos habitaciones y  un cuarto de baño

Con bañera de color rosa abriéndose a un ventanal

Que da a una falsa terraza habitada

Por musgos milenarios.

La escalera es un conjunto de escalones

Que no son ni A ni B.

Cada escalón abre una singularidad en A y B

En cada escalón pierdo la vida y la recupero.

 

 

 

 

 

Las baldosas son las espías

Del suelo.

Mis pies desnudos

El silencio de ellas.

Cuando el agua

Recorre cada rincón de mi cuerpo

Yo miro al mundo

Y el mundo no mira.

Nada hay que presagie

La construcción de una nueva

Gramática

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando hablamos

Traicionamos al juego

Del mundo.

Escribo en el vaho

Del cristal después de un largo baño.

La pastilla de jabón

Ha llegado a Itaca

Sobre un campo de amapolas.

Recorro el borde de la bañera.

La espuma no me deja ver el eclipse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuelgo la toalla

Como un cordero desollado.

El techo silente

Sediento de vapor de agua

Se convierte en carnívoro

De hormigas.

Vuelve el viejo sueño

De trepar el cosmos

Por su lado oscuro.

Me seco los dedos de los pies.

Las uñas intentan escribir dentro

De los intestinos.

La hierba crece

Sobre los hombros del elefante.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recopilo pieles

En el frigorífico

De vez en cuando

Se asoman empapadas

Tras los filetes de ternera.

Enfurecidas trabajan por organizar

El tráfico de botellas, embutidos,

Rasgos esenciales

De algo que está lleno

Y tiene la función de guardar en buen estado

Las emociones contenidas en cada una de ellas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los versos son enunciados

Que juegan con el silencio

Es el espacio donde el límite

De mis sábanas con mi almohada

Deja a un cuerpo habitar

La extensión del tiempo en mi piel

La pretensión de mi boca

A expulsar las palabras

Que se diluyen con el oxígeno

Y desaparecen creando vacíos concéntricos

Alrededor de otra dimensión

Donde yo y no-yo conviven.

Esta danza prosigue hasta adentrarse

En el sueño

Hasta que el bostezo

Recoge los desperdicios de la reyerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la olla

Mezclo el tiempo

Y el espacio que abandono

Quizá la mano que da vueltas

A la rueda

Sea la que deambula

Entre las ruinas de un orden

Establecido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También hay reglas

En el desorden

En el caos gramatical

De las cosas

Que anuncian relaciones

Inverosímiles

Como por ejemplo

Una araña en la esquina

De mi habitación cuadrada

Recreando la geometría carnívora

Con una hormiga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La puerta de entrada

De la casa

Dobla el espacio exterior

Distribuye el tiempo

Del afuera con el adentro

Es irónico que intente trasladar

El cuerpo de un umbral a otro

Porque al final no soy el mismo

No puedo ser dos platos a la vez

Aunque sí puedo comer en ellos

Al mismo tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay noches que señalo

Lo que no se muestra:

Un triángulo carnívoro

Devorando puntos y líneas

Expandiéndose en el espacio

Para dejar de ser triángulo.

Unos pies carnívoros

Devorando al propio cuerpo

Para, al final, dejar una huella, una sola huella

En el hielo.

Un libro carnívoro

Llevando una lucha semántica

Dentro de su interior

Devorando palabras

Para ser un página en blanco

Y empezar a ser un libro auténtico.

Una noche carnívora

Que devora la última luciérnaga

Que a su vez devora la noche

Para ser sombra.

Hay noches que señalo

Y no muestro.

 

 

 

 

 

La polifonía de las cosas

Una silla interpuesta

Una mesa desalojada

Un plato que intenta

Ver tras una ventana.

El vaso yuxtapuesto

A una garantía de bocas.

Es el hecho de estar

Lo que revierte lo minúsculo

En un aquí depuesto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gravita el dedo en el vacío

Señala el vacío

Y muestra el vacío del dedo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cierro la puerta

Y las escaleras me siguen

No doy con la llave exacta

Y respiro la cerradura

Entre un eclipse nocturno

Y esta carne sabor a cerámica.

Sigo entre pasillos

Hilando los contornos

De la sombra que escapa

A un encierro de cuerpos tallados.

Vuelvo a cerrar la puerta

Y esta vez soy yo

El que se queda dentro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es el perfil de esa fachada desconchada

Las piedras se desatan del espacio

Que las retiene.

Miran al vacío

Del tejado

Entre tejas que hablan de  cielo

Y barro.

De tormentas ya vividas

De vientos aterciopelados

Que sobreviven entre el musgo

De mis manos.

De vez en cuando

Los gatos persiguen

Nidos de mirlos obturados

Es cuando el tiempo

Se deja vencer

En una pared repintada

-y esa nube solitaria

Que mira por última vez la tierra-

Queda retenida entre mis dedos.

 

 

 

 

 

 

Escupí en la pared

Y surgieron conchas rotas

Y manos vacías.

El movimiento de las partículas

De mi cuerpo

Recrearon el  no viaje de Ulises

Respiré cada grano de arena

Cuando las baldosas

Golpeaban el refugio.

Ya nada será igual

Porque nada fue.

Sólo unos pies desnudos,

Húmedos,

Alargando

La pisada hacia la tormenta

De la ducha.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A veces no duermo y cuento

Espejos rotos

También almaceno

Hormigas en los cristales

Que dibujan cielos opacos

Y nubes que pasan

-de tantas bocas cosidas

Al vapor de agua

Que exhala lenguas

Tamizadas

Por estrellas

Y dejan su último haz

De luz

Porque ya están muertas-

A veces no duermo

Y giro la cabeza

Hacia un grito

Que nada sabe de nombres

Pero sabe perseguir

Una hormiga con la linterna

 

 

 

 

 

 

El tiempo no vivido

En esos días azules…

Hormigas volando

Entre cucarachas de rascacielos

Me toco el pie

Con la cortina

Pinto el cielo de balcones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando salte el balcón

De la hipoteca

Y devenga a 0

Volveré dulcemente

Volando como una avecilla

Prófuga de mi conocimiento

Coronado por esa ola

Que dejó el mar

En el plato de ducha.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llueve

Hay gotas

Que arrancan los cristales

De la fachada

Extiendo el brazo y la mano

Y me voy con ellas

A la calle confinada.

Perforo la arena

De una tierra inhóspita

Y el jardín

Se abraza con el tejado.

La lluvia es el lenguaje

De las nubes

Donde anidan los signos

De un malentendido juego.

Nunca regreso cuando llueve

Porque nunca habito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando digo roca

Me refiero a esa roca

Debajo de mi casa.

A esta horizontalidad

Que se extiende por el suelo

Hasta dar con el hueco

Que deja mi cuerpo

Cuando se desplaza.

Quiera o no

Soy parte de esa roca

Como también es ella

Parte de mi cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lavo el agua

Con mi cara

Se despliega el espejo

A través de las almejas

Que recojo con mi boca.

El carrusel de las primeras horas

De la mañana

Manifiesta la fragilidad

De esta mirada contaminante

De un tiempo que vendrá.

El bostezo que araña la pared

Indica que nada está

Donde debe estar.

Voy acumulando pieles

En otros cuerpos

Que aparecen en las esquinas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando coges un tenedor

Y la vida te va en ello

Y sangran las preguntas

Que el cuchillo realiza

Antes de perforar la carne putrefacta

Que lleva guardada mil años

En el frigorífico de tu memoria

Abro la taza del inodoro

Y pienso:

El ser humano es un remache

De la vida

Puesto a martillazos.

Tiro de la cadena

Y el canto del mirlo

Entra por la ventana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El pelo abullonado

Mascullamos almohadas húmedas

Y sábanas acribilladas

De pasajeros

Los cuerpos retozan entre un trozo de roca

Y un universo en blanco

Cohabito con la naturaleza

Apacible

Con un guiño de brujas

Insobornables.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Atraco el día

Descaminando los sueños

Levanto la mirada

Sobre esta cúpula

Que es un cuarto ligero

Pero vigilante

Al primer pie

Que voy a decidir

Que pise el suelo

De esta mañana exclusiva

Hoy me he planteado

Tener una ambición…

Acercarme a la cocina

Y comerme una tostada

Salteada de vírgenes de oliva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy voy a crear

Una contraseña universal

Para que todo el mundo

Entre en mi casa de cristal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando realizas tu última pirueta

En tu cuerpo desnudo

Desollado por la última piedra carnívora

Que levanta el vuelo sin mirar atrás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Insoportablemente extraño

Inauditamente amable

Desesperadamente humano

Inextricablemente diáfano

Excesivamente apabullante

Increíblemente simple

Adictivamente elusivo

Insoportablemente banalizado

Evitablemente egoísta

Hacendosamente debilitado

Lamentablemente hay un error universal

En todos mis actos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*Excursiones de semana santa.

 

-Extractos de tarjetas

Y selvas bursátiles

A medida de los esclavos.

Muerte atávica

De tantos por ciento

¡Contemplad el rito del dinero!

El cuerpo se hizo cifra

Y quedo devaluado

Como una sinfonía de Mozart

Entre la cama y el bidé

De un sacerdote pedófilo

Consagrado por la sagrada familia

Entre balbuceos  y babas

De onagro cabrón

Que se comió mi pastel

De manzana irisada

Esta mañana.

 

 

-Construyen moradas

Los que beben agua tranquilas y devotas.

La crucifixión del tiempo

En las palmas de las manos

Arremeten contra el velo

De los que castigan inmisericordes

¡qué suerte la oscuridad

De los rostros pegados a los cristales

Rotos de las creencias!

El grito de los cantos

Tras las sirenas multicolores

Del último penado

La muerte por encima

De las casillas flirteando

Con el miembro viril

Virulento de heces acomodadas.

¡ah urinarios de terciopelo morado!

Como la sangre derramada

Del gran Castigador.

 

 

 

 

-Heme aquí

Esperando a que el último verbo

Sea cicuta socrática

¡no te conozcas!

El conocimiento genera veneración

Y nosotros somos vendedores

De escarpados abismos

Y azares recalentados.

 

 

 

-Volveré a llover

Pero será otra lluvia

La que humedezca

Mi boca

Tras el mármol

Frío de la muerte

Inútil y gozosa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ventana está abierta

Dónde está la ventana?

El sol se desliza

Con la tramontana

La cama anuda a  la luna,

La palabra se quedó muda

¡Ay silencios de almohadas!

¡ay acequia sin agua!

La luna abrazó al sol

Y el sol acarició tu cara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Levanté la colcha

Y me encontré unos labios

Jugando con una concha

Buscando los ojos de la luna

Los aullidos del tiempo

Arrancaron la alambrada.

Fue la bruma del sueño

La que me clavó su espalda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otra vuelta de tuerca

12 de Abril,

En la cerradura de la vida.

El silencio manda

Los idiotas enarbolan banderas

Bajo un palio dogmático de aplausos

Los heterodoxos consumimos la hoguera.

Spinoza ríe.

(la hilaridad de la historia

Se resuelve en el silencio

De esta casa no habitada)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando ya exhausto

Cuelgas tu retrato

Y dejas que las polillas

Hagan su trabajo silencioso

Pero eficaz.

Cuando por un momento

Dejas de respirar y un filamento primaveral

Golpea tu ventana

Abierta de par en par

Cuando ya nada se inicia

Y nada es igual

Es cuando todo vuelve a funcionar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nada  alivia a un caracol

Si no hay costumbre

De ver lo que separa

Una hoja de un árbol.

Nada consume tu cuerpo

Si las raíces no son  nubes

Que huyen de un cielo  desertizado

Un día salí evocando

A la infancia

Y fui niño.

Escribí en aquella nube…

¡todos huyen!

¡tienen miedo!

Y a pesar de esa advertencia

Fueron a la piedra

 A grabar su nombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salgo de casa

Como alejándome de las ventanas

De la costumbre.

Las miradas son cristales creados

Por tantos miedos

Que son pestañas sin marcos.

Recibo el silencio

De las puertas cerradas.

No hay adoquines

Abrazando mi cuerpo

Tampoco puntidos

Que hablen de una infancia

De Fantasía.

Sin rocas ni raíces

Construí un alquimista

Desmemoriado

Destruí lo perfecto

Porque estuve desnudo

Lejos de aquellos

Que escavaron

Nuestra intemperie.

Nosotros estamos descalzos

Y no dejamos huellas.

 

 

 

 

 

 

Los delitos de las palabras

Se arrugaron en el silencio.

Pisé el charco de la vida

Y aprendí a hablar entre barro.

No cerré la puerta con llave.

Nunca pensé que volvieras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando nadie

Vuelva

Cuando vuelva

Nadie

De este sueño.

Tierra sin puerta

Puerta sin ventanas

Ventanas sin tierra

En mi caña de caña.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El presentimiento de la hoja

Pegada a mi ventana

Sin desaire de abandonar

El espacio excavado por el árbol

Me obliga a reapropiarme de la sombra

Que su vuelo dejó en la fachada

De piedra.

Sé que cuando duermo

La roca que hay debajo de la casa

Bosteza entre paraísos y alambradas

Sé que sus abrazos son amables

Hasta llegar a la asfixia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo tiempo es incierto

Como una infancia inventada

Después de prodigar un patrimonio

De identidades

Todo tiempo es un invento

Como ver pegado un rollo de papel higiénico

En un cuadro de Hoppe.

Nada censura la espera

De otra vida que vendrá

Tan falsa como el friso de escayola

De aquella habitación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ABRIL

 

“vivimos en la imposibilidad de encontrar una forma

Adecuada de vida”. K. Jaspers

“Quiero a las calles solas/ porque a ratos/ me protegen en contra del vacío” José María Souviron

“Cien trenes, cien barcos/y un millón de locos bailando” José Moreno Villa

“Hay un mundo sordo/hay una grieta/por la que los muertos/traspasan la frontera” T. Transtromer

 

 

La mesa aprecia

Nuestro cansancio

Bajo el volcán de la silla

Una hilera de hormigas

Recopilan fragmentos

De civilizaciones consumidas

Por la historia uniforme.

Todo está perdido

En una memoria fronteriza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estas hojas que descansan en las calles

De una Atenas perdida…

No hay libros expulsados

Del invernadero hagiográfico

Que aguanten el sopor del olvido

Mirar los estratos del cuerpo

Dejar a Cavafis al lado de tu cama

Dentro de un vaso vacío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un pasillo asesina puertas

La madurez discurre

Sin recopilaciones

Mezcla de proyecciones inmediatas

E instantes movidos por el abrasador vacío

Transcurre el tiempo

Entre salas vacías

Donde antes los jóvenes

Eran cómplices del preludio

Del miedo

Ahora la morbidez baila

Con el silencio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sade se hace presente

Intenta escapar de su agravio

Los cubos de basura

Aprenden a rodar

Entre viejos teatros

Los bordes de este mundo

Se hacen angostos

Para los miserables sin escrúpulos.

Siglos de desesperación

Para hacer patente

El horror de esta lentitud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Saliendo de las nubes

De una espiga de roca

Detrás, el bosque talado,

Unos libros apilados

Versos de Rilke

Avanzando hacia un busto

De platón

Un circo desmantelado

Atraviesa la última página

Hay un unicornio

Debajo del refajo

De la bruja sin nariz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Falsificas palabras

Para inventar

Una realidad

Que ya es hoguera

Tienes la manía

De esperar siempre

Cuando la ecuación

Nunca estuvo en la brújula.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La membrana

de una nana

atrapada

en la araña

la placenta

que mece

el túnel

del tiempo

exhalando desperdicios

de un universo

atónito

al acontecimiento.

No hay enigmas

Que descifrar

Sólo inhalar

El humo

Del último incendio.

 

 

 

 

 

 

 

 

Trasladas el exilio

Dentro del exilio

Polimorfo matinal

Corres las cortinas

De primavera atonal

Cambiar el lugar

Recopilar límites

Añorar los huesos

Que apilaste

En un cementerio de caracoles

Por fin! Multiplicar

Los restos poliédricos

“con el mismo pan de exilio”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El confinamiento

Abre un fin

Donde no hubo comienzo

Las ratas

Habitan nuestras cabezas

La peste nuestras miradas.

El regreso a la emoción

Por la emoción

Se evalúa en las palmas

De nuestro fracaso

Como humanos.

El miedo abre balcones

Y nos ata a nuestros cinturones

De gladiadores desnudos.

Ayer vi dedos inquisidores

Removiendo el caldero

De la estulticia.

Vuestras conciencias

Son la coartada

Para seguir cometiendo

Los mismos errores.

El miedo no es libre

Y destruye cualquier toma

De decisión.

Seguimos levitando

En nuestros balcones

Grandes aguaceros

Dando vueltas por el lar

Las ventanas silban

Melodías de guadaña

Mientras abren y cierran puertas

Ancianos sin mar

Nos hemos mantenido

Distantes de la realidad

Girando sobre nosotros mismos

Girando sin avanzar

Y ahora descubrimos

Que los aparcamientos

De la tercera edad

En verdad son cámaras de gas.

Pese a todo os digo:

No hay esperanza en este lugar

Porque el estúpido miedo

Era y es realidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Las paredes respiran

Como cada noche,

Imprecisas

Fuera, el frío

Desgarra las hojas de los árboles,

Esteriliza la hierba de primavera.

Las calles desiertas

Separan encuentros fortuitos

De humanos afanados

Por contar su tiempo perdido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cae la tarde

Mi mirada se fue de vacaciones

El ensordecedor ruido del miedo

Se manifiesta en los salientes

De los balcones

Como un precipicio

Retiene los escombros

De carnes y huesos exiliados

Hay alambres de espino

En cada una de sus miradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Delante del pasillo

Se recorta el espacio

El jirón de vacío que deja

Lo utilizo para repasar

Mi breve viaje:

Desando uno a uno mis pasos

Desmonto una  a una las astillas

De las esquinas

Que precipitan al inmueble

A una agitación exuberante

Como una herida que tira

De mi cuerpo

Hasta desgarrarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa es

La celda

La libertad existe

Para que la sustraigan

Mejor es no tener su libertad

Porque sino prolongas

La celda fuera

Y un cierto hedor

Insoportable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa colgada

De los ojos

Los ojos pegados

A la toalla mojada

La toalla se extiende

Sobre la arena del vestidor

Tus cabellos se enredan

En la mar iletrada

Y todas estas imágenes

Al lado de la cama

Recopilando el hastío

De la idea hecha ideología

En una salamandra

Con el vientre desnudo

Cubriendo los gastos

De la historia propietaria

De lo inverosímil.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las manchas del techo

Emulan el vacío

Tiras de la sábana

Para recoger los frutos

Del calor apelmazado

Del sueño

Lanzas una mirada

Adormilada alrededor

Y contemplas

La trampa

De tu cuerpo tullido

Sobre una pluma

Venida de la inmensidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respiras

Tu aliento

Es el paracaídas

De tu cuerpo

Aromatizas

La caída

Sobre un témpano

De hielo

Y recuerdas

Aquel libro perdido

Entre cisnes peludos

Y ruiseñores disecados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desayuno

Entre sarcófagos de cristal

Y noticias necrófagas

En un bucle

De tumbas bípedas

Y cenotafios imperceptibles

La noche no deja huellas

Magnifica la trivialidad

Y la edición de máscaras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A esa hora

Donde el jardín se vuelve

Selva

Y tu habitación

En un desierto

La servidumbre

Imagina grabados

Sin paisaje.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Levantaría una pirámide

Sería una aventura

Para los libros acumulados

Entre cuchillas de afeitar

Y espejos confinados

“el destino baraja las cartas

Pero somos nosotros quienes jugamos” Schopenahuer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La palabra escribe

Entre carcajadas

Por delante de la espera

O el perdido oficio

De vivir en frontera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la ventana

Entra el olor esmerado

A una cierta identidad apacible

Nunca pensé que la enfermedad

Sobreviviera a un selfie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Leo que Bocaccio murió

Por una insuficiencia cardiaca…

No hay virus que rivalice

Con la divina comedia

Y un

Dante desnudo

Saltándose el estado de alarma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La conciencia

Es la cara oculta de la luna

Que no entrará por mi ventana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comencemos por la

Arquitectura del cisne

Fecundemos ese vértigo

Bálsamo de la distancia

Apreciada por impenetrable,

Entreguémonos al encantamiento

De una muerte con salud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo está listo

Para que ningún dios

Prevalezca a mi serpiente

Todo está listo

A esta fosforescencia

Bajo palio de coágulo

Sin asombro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A este techo desconchado

Lleno de cicatrices

Le van saliendo pestañas

Composición de flora

Y fauna inhóspita

Celestes vacíos

Y misteriosas tribus

Haciendo picnic en la cocina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A la gran desconocida

A la luz que expande rosas

Al fuego que clama lluvia

Al pájaro que vuela sin plumas

Al amor que añora

El carnaval sin máscaras

A la soledad que relame

Un universo disoluto de estrellas

A los mares que habitan

Este vaso vacío,

A tu melena alborotada

De saqueos

A ti, traída de este instante

Descuartizado e inolvidable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Añoro la puerta

De esta plenitud

De espacios olvidados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aquellos que ignoraron

Incomprensiblemente

La fragilidad de la vida

Trazan la línea de la esperanza

En un ahogo de miedo sin destino

Pasará el tiempo

Sin respetar los derribos

Que acumula la existencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Expreso la brasa

El álbum del disparo

El aleteo incapaz

De expresar la pluma

El espacio de un museo

Derribado

Andar sobre pasos momificados

Echar los pantalones en la hoguera de las

Vanidades….

Es verdad que la decepción

Dulcifica a los boticarios

Vertebrados

Que el turbio relojero

Es imperturbable antes tantos

Ahogados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Conté unas cuantas escafandras

En el cuarto de baño

Cuando me ahogaba

El viejo mar

Me sacó del pozo alicatado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa muere

Apilando librerías

Libros muertos

Abiertos por la misma página

¡Qué bálsamo es la lectura

Sobre estos ojos de conjuros

En un cielo delirante!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Permanezco con el azar de la mano

Radiante embriaguez

De este cometa que observó

Al astrónomo orbitando

Alrededor de la luciérnaga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ese valle que parte en dos

El dormitorio

Y que detiene el tiempo

En los zapatos

Se olvida del árbol

Que nace en la almohada

Todavía hay hojarasca

En mis sábanas

Esta primavera se detuvo

En Invierno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Grabo al vacío

En la punta de la lengua

Nostálgica

Ya casi el espejo

No devuelve la imagen secreta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despertarse con los ojos

Cerrados

Abierta la boca

Masticando el aire escaso

De la habitación.

 

Revivir cada segundo fugado

Antes de poner pie en tierra

Y engañarte que esta vez

Este día, será diferente

A todos los días muertos.

Sé que no será así.

Me cepillo los  dientes

Mientras el café hace vahos

En el espejo de mi otra vida.

Tiro de la toalla

Y me quito el sudor

De otra noche que jamás volverá

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tú eres lo que está

Fuera de ti

No intentes que el suelo

Te sirva de cielo

Los pájaros no nadan

Solamente algunos

Bucean.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cartografío la habitación

Voluntariamente hago

De arqueólogo y doy con estratos

Que ni suponía podrían asistir

A esta adjudicación de nombres contrarios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se admiten vacíos

Titulares de cuerpos

Muertos vivientes

Razón: gobiernos que conceden

Fondos buitres

Sobre nuestros cubículos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El paseo escalonado

En mar de furia

El chasquido de conchas

En un cielo de latigazos

Se encorva la pétrea espuma

En láminas de luz…

La noche concederá succiones

Corporales

Y altares de despojos

La pregunta siempre dormirá

Entre los párpados

En aquellos ojos que invictos

Ofrecieron falsas metamorfosis.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el sol sale por la ventana

La ventana duerme

En la cara oculta de la luna

Así camina el tiempo

Entre la ciénaga de un espacio

Por crear.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pájaros que amanecen

Entran por la ventana

Sólo uno se despojó

De sus plumas

Dejando sus alas

Entre las brasas de mis sábanas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La botella encuadernó

Mi cuerpo

Las viejas cortinas

Callaban al tiempo

Todo parecía conmoverse

Hasta el espejo que reflejaba

Generaciones destruidas

Por el miedo cómplice.

¡Cuidad del retrato

Antes que agonice

Y devuelva enigmáticos reflejos

De lo que no fuimos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mayo

“mata su luz un fuego abandonado”… Pizarnik

“Tú que eres tal sólo/una herida en la pared” L.M. Panero

 

“Si regresa el sol, si cae la tarde, si la noche tiene un sabor de noches futuras”. Pasolini

“Si lo que importa es que en el fondo de todo esto encontremos un hombre, sigamos…” R. Bolaño

 

“Soy un enorme tazón de besos” D.H. Lawrence

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el desastre

Sobrevino

Permaneció una ligera

Inclinación hacia el olvido.

La inconfundible

Inmensidad

De tu lengua benefactora

No volverá nunca

Más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como si fuera

Una casa de cristal

Que deviene en hielo

Así mi leal patíbulo

De fructíferas noches

Quemadas en mis precipicios

Soñolientos

¡Qué delirios descompuestos

Entre inexorables conjuros

Y genuflectos gemidos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Extraño es

Que la memoria

Decore las paredes

De la habitación

Que el silencio

Tema a la soledad

Engastada en esta puerta

Triturada

Por las hormigas.

Es extraño

Que al atravesar la niebla

Del pasillo concebido

Para vigilar palacios

Dibuje paisajes

Cerrando puertas

Y cercos de luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bebimos

Columnas

Dóricas

Mesillas

Que ascendían

Exaltadas sobre

Frescos griegos.

Significa que la historia

Como crepúsculo

Con los dados

De un azar orgulloso

Aparte de mí

Esta Pompeya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿A dónde vas?

Preguntó el armario

A mis pieles.

Hubiera sido una conversación más

Con la muerte

Si la representación

De una bolsa de basura

No decorase

La composición

De sirenas exhibiendo

Sus escamas dentro

De los escombros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Apacigüémonos

El tiempo no puede

Destruir nada

A no ser que la conquista

Vuelva a ser expresión

De un anuncio

Sobre una crápula tumba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ni las hojas en blanco

Ni tu nombre articulado

Por el desierto

Ni tus manos asiendo

Una montaña de nieve

Ni tus ojos escrutando

Un pozo oscuro

Ni yo

Ni tú

Ni nadie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se extiende la naturaleza agraviada

Por el ser humano

Nos queda la lectura títulos necesarios

Para releer entre sábanas sudarios

Aquellos deslumbramientos

Sublevados frente a la esperanza

De no ser sometidos por el barro

Engendrado por los cruzados

Devoradores de escalofríos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dicen que ciertos vientos

Devoran parcas

Que el amor es un sustantivo

Sin cuerpo

Que a altas horas

Las nubes descargan

Corazones secos.

Un rio incandescente

Siempre llena de orgullo

Un mes cualquiera

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se apoderaron de todo

Menos de la

Ca

í

da

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Darías un estúpido sí

A un mundo en descomposición?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Prenderemos una hoguera

Desinfectada de nombres

Sobre el vaso de Poe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre que Alicia

Mendiga un manicomio

El espacio destruye

La caricatura de la muerte.

Torpemente se evade

Por la grieta de mi cráneo.

Poder hablar en un museo de cera

Fijando un proposición de Wittgenstein.

Marinar las babas

En los cuernos de un caracol

O alargar el péndulo

Hasta que

Edgar  salga de la cueva maldita

De sus versos.

Siempre ese pensamiento

Cálido, titubeante

Cuando el volcán nos cubra de cenizas

Y aullemos desnudos

En el hueco que dejamos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Murió acribillado de sombras

En una cuarentena

Surgida de la nada

En una habitación

Retenida por la flor

Que lloraba sueños

En una araña

Que atrapaba niños

Bebidos con leche tatuada.

 

 

 

La máscara

Se ha convertido

En mascarilla

Gran metáfora

Del personaje.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ten piedad

De tu larga

Miseria.

Ten piedad de

Tu larga desdicha

Estúpido que no arañas la tierra

Con tu existencia.

Idiota que padeces

La herida

De tu moribunda

Insistencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay casa

Que revele cuerpos

Cuando se escapan

De sus paredes, desnudos

Hacia una grieta abierta

Por la humedad

La soledad se come

Al tiempo en un chasquido eterno

En una retórica

De habitaciones vacías

Enumerar las ventanas

Deshojadas

Y alejarse del fulgor

Fermento de macetas vacías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa vacía

Víctima de la realidad

La  información cubre de musgo

Otra realidad desconocida

el rumor apila escombros.

No hay cuerpos que resuelvan

Este desconchamiento  social

En la lejanía, sobre el Ebro, se divisa

Una tormenta.

Dentro de poco lloverá y humedecerá

El asfalto agrietado

Por esta naturaleza desbocada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los juegos de la normalidad

Acontecen en sus propias tierras

Inestables

Van cambiando de ciénaga

A tierra invariable

De ahí surgen las banderas

Y los territorios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se llama el absuelto

El absuelto de fotogramas

O de enigmáticos despidos

De lo humano

Fue de cortometrajes

Porque la vida es intensa pero no “longa”

Concentrada en la palabra y no en el discurso

Que la enmaraña.

Ocupo el lugar

De sus antepasados

Porque se vivía ya muerto

Admirada los descensos

Y la navegación ocasional

En la fuente prístina del deseo.

Aconsejaba dietarios

Y sin embargo siempre se encontraba

En huelga de hambres.

Fue capaz de heteronomizar la vida.

Los nombres para él eran

Como huevos duros

Como una mano sin dedos

Como una manera distante

De ser él en una impostura

Clandestina pero fecunda.

La falsedad o la verdad

No fueron problemas

Porque ambas son ilustradas

“y son el problema

Para finalizar la temporada

De rebajas”

Se llama el absuelto

Lo ejecutaron

En un día de cuchillas sin afilar

Dentro de unos labios que sabían a tierra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si una máscara se coloca una mascarilla

¿Dónde comienza y termina la metáfora?

 

 

Sumergirse

Es emerger

Con el silencio

Detener la manivela

De la creencia

Entregarse

A una embriaguez

De huellas

Por visitar.

Sumergirse

Es ser conscientemente

Vulnerable,

Enteramente

Frágil

Vivir sin orgullo

La propia vida y las ajenas

Alimentar intensamente

La lucidez.

La noche es corta

Y el día perfectamente perfeccionable

 

 

 

 

Cuando fuimos enterrados

Quisimos volver

A nuestras fronteras,

Nosotros, guerreros del abandono.

Dentro de un estado de excepción.

Regresaron los de la cruz

Ya no supimos avanzar

Hacia lo que nos quitaron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya nada importa

De derrota en derrota

O importa la leyenda

Que dejemos al vivir dignamente

Fuera de su surco

Maquina funeral

De su apasionado miedo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El breve viaje

Se sitúa entre una sartén

Salteada por huevos y hongos

O el coito interruptus de los balcones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Te levantas con Hölderlin

Como un coágulo de crisálidas

Luego se atraviesa Biedma

Como una orilla inmóvil

Entre tu mano

Y una taza de café leo:

-nos están venciendo y convenciendo-

Más tarde Gogol

Presenta su alma muerta

El barro huele a azahar.

Valle Inclán afirma que seguiremos

En el hundimiento de nuestro delirio…..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estas fosforescencias

Decadentes

De infinitos cercanos

A la miseria

Estos fiordos de lenguas muertas

Estas lunas emisoras en un panel

De espaldas receptoras

Estos aleteos

De palmeras entre vuestras caras desiertas

Este resbalar

Hacia la pertinencia

De ciertas secreciones

Este estar sin más

Lejos del ruido

Cerca de la arena

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No quiero nada

Que ate

Solamente el desnudo de esta cocina.

 

 

La vida terminó con el humano

Y comenzará sin el humano.

 

 

 

 

 

Juntos

Haremos un museo

Más tarde

Dejaremos las pieles

Tendidas sobre los helechos.

 

 

 

No hay memoria

En los cuadros de Bacon

Tampoco muerte

Sólo destrucción

Y espejismos

De una gran carcajada

 

 

¿Que  cómo los mares

No extrañan el agua?

¿Que cómo los peces

Se desprenden de sus escamas?

¿Que cómo la arena

Ingresó en tus entrañas?

Supimos del equilibrio

Cuando caminábamos

Entre Sirenas

Las Diosas proveen.

 

 

 

 

 

Hubo un tiempo

En que el tiempo no existió.

 

 

 

 

 

 

 

 

Esos labios turgentes

En ese pasado insurgente

Hubo turbulencias

En el viaje

Casi olvidé el equipaje

El rio Utcubamba

Consiguió los abismos de la habitación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La noche que vence al sueño

Entre cucharas olvidadas

Viajamos solos

Y que yo sepa

No hay viaje sin que una hoja

No pague por su caída.

Viajera de raíces

Y noches que sobrevivieron

A un desnudo del mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay acto de habla

Que no se refiera

A un astrónomo

En busca de abanicos

Estelares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hubo apagón

Ni ventanas solitarias

Detenidas ante un paseante

Ni pasos deslumbrados

Por paredes embarazadas

Por el paso del tiempo

Y la dejadez de los habitantes.

Palpita la ciudad

Enfebrecida

Permanezco ante esta mesura

De tumbas verticales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 La piel se abre

En un sudor masturbatorio

En voz baja

Araño el cristal

De tus gafas

Mientras observo

Un caballo filtrando

El desierto del mar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sé que soy el mito

De una identidad perdida

En un jardín de sábanas y succiones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JUNIO

“Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo”. R, Char

 

“Si regresa el sol, si cae la tarde, si la noche tiene un sabor de noches futuras”. Pasolini

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En instantes como este

Veo alejarse a la palabra arrebatada

A sus dominios.

El entretenimiento

Es lo esperado:

Trasladas el pensamiento

A un museo de algoritmos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pilares de la civilización

Se habían roto,

En verdad dijeron

Que nunca existieron

Que son una metáfora

Del vacío.

Siempre vendrán a rellenar el hueco

Las mismas manos

Que tiemblan de miedo

Con orgullo

Levantando jubilosamente

Sus iglesias de destrucción.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las páginas en blanco

Que solemnemente saltas

Son las más repetidas

En esta exaltación

De exterminios poéticos.

El mero ejercicio de respirar

Aniquila el ascenso

A los infiernos matinales

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las jaulas se comen

A los leones

Las charcas despellejan

Ranas

Y el viento

Despluma halcones.

El tablero de lo humano

Se inventa su propio adversario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El rugido del motor

Entra por la ventana

Cuando las raíces

Se hermanan con la telaraña

El polvo en suspensión

Se adentra en el sueño

Baila con el contagio

De un microscópico cuerpo.

La taza sobre la mesilla

Escupe textos sólidos

Como el cemento que abraza al ladrillo.

Rodea la habitación

Unas manos al compás

Del ventilador

Mueve el surco del tiempo

Pierdo el hielo del sueño

En una flor que arranca

Desesperadamente la luz

De la última estrella

Perdida dentro de la taza

De la mesilla.

 

 

Mordisquea

El cristal

Que saltó

Por los aires

Por este sol

Torturador

De ventanas

Camina de rama en rama

Dibujando muertos

Dentro de hojas

Alejadas del fuego.

Se multiplica

Por los disparos

Del viento

Alojado dentro

De las ranuras

Barnizadas por sus ancestros.

Vuelve  la mirada

A un reflorecido

Arcoíris

Sarcófago sin techo

De un cielo

Sanguinario

Inmensa biblioteca

Del silencio.

 

 

 

 

Necesito una ruina

Sólo una ruina

Para convertir la superficie

En su hábitat.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo me distancio

Tú me acercas

A esa cerca que es un yo sin partida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La lluvia se desata de las nubes

Golpea la claraboya

-Ojo que saborea

Las tonalidades del interior-

En desbandada hienden

Herméticamente las máscaras

De los inquilinos

Más allá del brillo

De este universo de escaleras

Carnívoras.

 

 

 

 

 

Después de levantar

El polvo de las hojas

La época que nos ha tocado vivir

Deviene en una lenta

Y amarga madrugada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tras un traspiés

En una escalera de hierro

Cartago se levanta insolente

En mi cocina.

Dicen que fue el primer genocidio

De la historia.

La cazuela con los macarrones

Incandescentes

Preparan su catapulta.

No dejo de quemar

La historia ni tocar

El sueño de aquella

Mirada asesina

Cuando voy contando

Uno a uno

Los excrementos que dejaron

Su estruendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las gotas de pintura

Que sobran de las paredes

Apuñalan horizontes

Y tienden espirales.

Las olas surgen

De mi cabeza

Van haciendo huecos

En el cuerpo frío de la arena.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las montañas que crecen

En mi tejado

Me dejan valles

Debajo de mi cama.

La calle llama a la puerta

Trae debajo del brazo

Adoquines perdidos

Y puntidos abiertos

Que arrastró la lluvia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El jabón discurre

Malhumorado irreconciliablemente

Con mi piel aprendida

En este curso intensivo

De primavera acompasada.

El agua tropieza

Con mi brazo que asciende verticalmente

Sobre estos peldaños contradictorios.

Continúa la interrupción en reposo

Del remolino y del contorno

Ceñido a la roca

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diez mil habitantes

Confinan el silencio

Entre calles vacías

Repletas de cuerpos

La geometría de la carne

Se vuelve olvido

Cruzan sus horizontes

De miedo

En un encuentro perpetuo

Hacia el aniquilamiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las calles duermen el sueño de los muertos

La pérdida ahonda

El desastre de la quietud.

Respirar sus pieles

Es un ejercicio de amargura

En este transcurso frágil

De memorias en construcción.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Porque la luna siembra el camino

De cadáveres

Porque lo inerte

Vence a las orquídeas

En una danza de evasiones

Porque la costumbre

Talla de servidumbre

El esbozo

De la desaparición

Porque el viaje llega a su fin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre que doy un paso

Hacia adelante

La espalda retrocede

Y reemplaza al anciano

Que fui

Nada que es valioso

Se queda atrás

Día tras día

El tiempo nos da la espalda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde lo alto

Del tejado

Los cuerpos

Se extienden

En una danza

Cansina.

No conviene

Que el miedo

Cree otra identidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recuerda la tormenta

Arrastrando las lecciones

De nuestros sueños…

Tal vez lo que nunca

Pudimos observar

Se encuentre presente

Dentro de nuestra bolsa de basura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cae la tarde

Los pájaros adosan las casas

En sus nidos.

Algún día abandonarán la mía

Sin aspavientos

Como viene el verano

Y luego el otoño y el invierno.

Como pasan  los años

Y se pierden los días

En esas hora no intervenidas.

Dicen que es un principio

Y un final

Simplemente otro ciclo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nada mejor que un diálogo consigo mismo

Para ser dueño de tu esclavitud.

 

 

 

 

Revolotean con sus alas

El espacio dormido

Me pican por todo el cuerpo

Creen que soy un gusano agradecido.

 

 

 

Enamorarse de algo

Es una huida de nosotros

Un vaciamiento de nosotros

En definitiva

Un miedo a nosotros

A soportarnos

Y reconocernos.

 

Esa excedencia

Ese exceso comienza con una carencia

Y acaba en una carencia.

 

 

Baja y sube

Sube y baja

Todo está en subasta

Hasta la vida se traspasa!

Pregonaba el sumergido

Inútilmente deshilachada

El lienzo de la realidad

Y a sorbos recogía

La escarcha de la ebriedad.

Sube y baja

Baja y sube

El que no tiene mirada

Traslada el silencio

A las palabras

Y enmudece en la charca.

Sube

Baja

Baja y sube

Como una araña atrapada

En su propia telaraña

 

 

 

 

 

 

 

Tras estrellarse

En el cristal de mi ventana

Icaro perdió las alas

Y devino  araña.

Desde entonces

Atrapa sueños

Con el hilo de Ariadna.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pisar el asfalto

Arrancar el paraíso

En una barra de pan

Perfeccionar el paisaje

Y levantar la piedra

Una y otra vez

La misma que oculta

El vacío y el ruido

De nuestras vidas

La misma que enloquece

En los límites

De nuestra miseria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sísifo no puede

Aplaudir

Bastante tiene

Con tirar la piedra

Y esconder la mano

 

 

 

 

 

 

 

Gente corriendo

Persiguiendo sombras

Sobre un círculo de horizontes

Remando en un mar inhóspito

El azul desborda el espacio

El turquesa amamanta

El silencio de la espuma.

 

 

 

 

 

 

Lucha de clases

El blanco no es blanco

El mar no es mar

El cielo se estrella

En la mano

Y la estrella apaga

El firmamento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la arena

Cantan las caracolas

En la calle las amapolas

Se cansan se consumir

Miradas apesadumbradas

El barro aplasta cuerpos

En los muros invisibles

El trato está dispuesto.

Mañana no volverá

Se habrá ido como se van las palabras

De tiza

En una pizarra de agua.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las calles vacías

Aplauden a los humanos

Las calles tejen

Grietas en el asfalto

Las calles susurran

Voces de silencio

Las calles caminan

Con los pies cansados

Las calles callan

Bajo un cielo atormentado

Las calles agonizan

En cuerpos olvidados

Las calles vacías

Aplauden a los humanos

Las calles callan

Dentro de los quirófanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La tierra late

Se esfuerza en entender

El soliloquio de la servidumbre

La tierra late

Cual caserón

Al acecho de una reverencia

Embalsamada por la ardiente

Bruma de huesos sostenidos

Por un tiempo sin moraleja

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sopla el viento

Sobre el tendido eléctrico

Balancea la demanda

De gritos

En el mercado de astillas

Y penas

La oferta es una bolsa

De heridas

Donde Sísifo aprende

A hablar con la piedra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una palabra

Una sola palabra

Perenne

Esperando un verano de ratas

E historias

Paralelas a la prohibición

 

 

 

 

Lo terrible permanece desterrado en el aplauso

 

 

 

 

Las calles duermen

Entre el perfume de cadáveres

La ruleta precinta

Cuerpos

A sabiendas que la tierra

Ya está abonada.

 

 

 

 

Como es sabido

Ya nada será igual

Porque nada fue igual

Ningún despertar es igual

Ningún desayuno es igual

Ningún acto cotidiano es igual.

Si aprecias el instante

El círculo se abre

Hacia las disfunciones perversas

Olfatean los pequeños rituales

Reinventando cada minuto

El espacio no habitable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre ocultamos

Con palabras, con conceptos

Con ruido

Siempre os ha dado miedo

Ver que todo es lento movimiento

Siempre habéis dado la espalda

A la existencia

Sostenida por un témpano invisible

Que zozobra entre lejanas huellas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Adivino una casa

En derrumbe

Dentro de contenedores de basura

Con las bocas abiertas

Preparadas para el saqueo matutino.

Adivino cuerpos desollados

Entre la maleza aterrada

Preparados para la apelación

De sus cubículos sordos.

Adivino la adivinanza

De una vida cansada

Preparada para arder

Entre tanta materia orgánica

Adivino el silencio del rio

Trasladando los abrazos que perdimos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rasga la piedra

Con sus uñas de cristal

Extrae cuerpos.

El retraso del día

Parece una victoria  sobre la noche.

Recoge el descuento

Que el viento ofreció

Entre esta bruma

Entregada a los placeres

Ligeramente cotidianos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos días fragmentados

Descansan arrastrados

Por el murmullo del mundo

Y se funden una y otra vez

Entre la rueda enredada de la vida.

 

 

 

 

Mientras acicalo

El frio de las sábanas

Va pasando un funeral

De hormigas

Solidificado en mis entrañas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En pleno siglo veintiuno

Cada uno no es uno

La memoria nos lanza

A un laberinto sin memoria.

Nuestros cuerpos lagorítmicos

Ocultan los caminos

Que no supimos transitar.

 

 

 

 

Si cada vez que cuelgo

La ropa en la cuerda

Se tambalease el tiempo

Haría una colada diaria

Con mi piel.

Centrifugaría a este huésped

Que extrañamente se apodera

De estos pequeños rituales

De supervivencia.

 

 

 

 

 

 

 

Quisiera ser calle

Una calle que recopila

Miradas inflamadas

Y el temblor de los adoquines

Que ignoran la dirección del torrente

De barro y su grito.

Ruedan los cristales rotos

Impelidos entre cenizas

Y voces interfectas.

Resuenan incesantes

Las direcciones que no supimos elegir.

Y aún así, descalzos,

Contamos los pasos

Que nunca nos acompañaron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abre su boca

Como abre su cuerpo

Como una maleta

Llena de hojarasca

Cuando los árboles arañan

La tierra.

Cuando persiste un cielo

Fracturado

Adonde va siempre

La primavera procaz y efímera

De nuestra infancia.

Si fuese nieve insistiría en el espejismo

Del desierto

Comprobaría que  la geometría

Es  una ilusión

Que en ocasiones hay un refugio

En la huida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tal vez nada hay

Que merezca la pena

Que perezca de pena

Tal vez en el ejercicio

De la vida

Prevalezca ser polvoriento

Animadamente residual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como aletargarse

Dentro del sol

Patética lección de luz

Principio que desprende

La prueba de la inexistencia

De un interruptor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las motas de polvo

Calcificadas por el tiempo

El despertar a una viva

Ya vivida.

La estatura de tu cuerpo

En un perfil geométrico

Herméticamente entrópico

Todo tiende a un desorden

Coleccionado por la devastación.

A un desorden que al lanza al tiempo

A un pálpito

Por las laderas celestes

De tu habitación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay piedra

Que trate el veneno

Del humano.

No hay palabras

Para descifrar

Esta aberración

Del gran depredador

No hay espacio

Que delimite

Estos contagios en conserva.

Nació sombra

Para convertirse

En una extensión

De la materia desordenada.

Primero vino el miedo

A su propia cesura

Luego un golpe seco

Que lo condujo a la esperanza

De seguir mintiendo.

 

 

 

 

 

 

 

Es exquisito quebrarse

De par de mañana

Acostumbrarse a lo efímero

A  contar los hilos

De tus cortinas

Es sorprendente….

Como tapiar un territorio

Antes de que haya espacio

Y así sigue deambulando

En zapatillas de andar por casa

Sin tan siquiera saber sus límites

Coleccionando dimes y diretes

En un discurso que se antoja

Desmemoriado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Trazas un continente

Con la punta de tus dedos

En el balcón de tu casa

Hueles el rastro

Del último confidente

Abres los ojos

En el último hueco.

Sólo te queda respirar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Te dije que si miras no crees

Que en ese mirar se muestras

Lo cercano

De esta sima que es tu cuerpo

Y tu existencia.

Que la creencia es un desquitar

Cuerpo de cuerpo

Que es miedo de mundo

Invisibilidad que sostiene nada.

Huida por lo que significan las palabras.

Te dije adéntrate en los placeres:

Toda entrada tiene su salida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Incandescente la taza

Recoge otros labios abrasados.

Las nuevas amistades

Decoran la escena trivial

Frente a un mostrador

Que separa el tiempo de la vida

O el espacio de la muerte.

De fondo se escucha una suave

Melodía

Que compite con la arritmia

Del corazón

Y un decorado embotellado

De cuerpos que nunca serán

Descifrados.

Jamás la noche convocó

Tanta plenitud decisiva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sol prolonga la sombra

Del tejado.

Parece ser que las tejas

Añoran para lo que fueron hechas.

Sin sol no hay sombra

La sombra de la luna

Es más difusa y por ello más perfecta.

Es aleatoria como las tejas

Cuando buscan su función

En la lluvia

O en una tormenta

De ramas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay entrada

Sin salida

Cuando abres la puerta de tu casa

Y la cierras

Tu entrada es tu salida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palabras diluidas

En tazas de café de cristal

Dedos guillotinando manicomios

De diferentes tonalidades

Orgasmos periféricos y muñecas

Decapitadas masturbándose

Tras las cortinas

Inhalo cerebros que murmuran

Imágenes dispuestas a borrarse

Presumiblemente sin ninguna dirección

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora tenemos

Las sentencias de aquellos

Que extendieron al debilidad

De la materia

Aquellos fundados de la marcha

Convertida en sangre encendida.

Exfolian cuerpos

Y tiritan ante un cuerpo desnudo

Así es el apasionamiento

De los que confundieron el sol

Con el fuego dedicado al artificio de la guerra.

“La aparición de estos rostros en la multitud;

Pétalos en una rama oscura y húmeda” . Ezra Pound

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Latentes los ojos

Comienzan a andar

En un bosque de lenguas

En cielo de azar

 

Humano que callaste

Humano que alzaste

Humano que caíste

 

Latentes los ojos

Comienzan a nadas

En un mar de bocas

En un suelo por crear

 

Humano que caíste

Humano que alzaste

Humano que callaste

 

Latentes los ojos

Comienzan a descifrar

Un bosque de lenguas

Un suelo por crear.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JULIO

“No tengo amor por los hombres sino por aquello que los devora”. A. Gide.

 

“Atiendo a todo siempre soñando. Somos dos abismos

Un pozo mirando al cielo”. F. Pessoa

“Es el tiempo de la peste cuando los hombres dementes lideran a los ciegos”. Rey Lear

 

 

 

 

          MISCELÁNEA DE LEJANÍAS

 

 

 

 

 

 

Estás tan lejos

Que sólo recibo

La luz de tu existencia.

 

 

 

 

 

La parte visible del hueso

Que extrae el sol

De las montañas.

 

 

 

El mar desaparece en el horizonte

Y reaparece en el atardecer.

 

 

 

 

 

 

 

Como los cisnes patrullando

En pateras recogiendo lo que queda

De las últimas olas

En una marea que les conduce a la impostura.

 

 

Los cuerpos arrastrados

Por un sol extinguido

Desapareciendo tras los perfiles de cristal

De una milenaria sierra

Inhóspita a nuestros ojos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya se organiza

La piel en otros cuerpos

Ya la arena

Recopila sal

Para dar otro mar

Ya las palabras trocean el silencio

Para seguir siendo

Animal de compañía

Ante el hecho de la soledad

Ya el tiempo

Es un simple comentario

En el reverso de este atardecer….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la arena de junio

Una joven sonríe

Recoge conchas

De la infancia

Suspira por el barco que naufragó

Entre los dedos

De su madre

Recuerda que el hueco

Que dejó la lluvia

Precedió a un día soleado

A ese sol que invadió

El azul de aquellos días grises.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el cristal

Que dejó la ola

Contempla la ciudad hundida

Hay cuerpos atrapados y un desierto sumergido

Nada en la desconfianza

De que tal vez sus brazos

Ahoguen la mirada

Que sostiene al mundo.

Nada distraído

Señalando el olvido de aquel lugar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cernuda cierne las alas de Lorca

Lorca es sangre de tierra

Cernuda hiriente de cielos

Entrañables abrazos de poemarios

Que circundan a los muertos,

Entrañable el desfile

De cuerpos atados

A aquella luz

De una estrella que desapareció.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa luz que no esconde la oscuridad

Repite la oscilación

De un ocaso que vendrá.

No está

Quizá el tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tal vez la oscilación

Te lleve al ocaso de la metáfora.

Tal vez en el perfil de la colina

Se hallen nítidas

Tus desapariciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cierra la arena

La puerta del mar

Abre la ola

El aluvión del río

Que arrastra uno a uno

Las huellas a tus dedos.

Respira la alianza

Entre el barro y la huella

Compañera de horizontes

Compañera de soles imprevistos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es la palabra

La que cierra la boca

Es el silencio

El que emana de una botella vacía.

El cristal hace transparente

A la luna decreciente.

La barra del bar

Golpea las sienes.

Bebo tus pies

A fuego lento.

Inventariar tu cuerpo

Requiere de tiempo

Y yo no lo tengo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al abrigo de la noche

La mirada se vuelve rosal

Entro desnudo al descubrimiento

Del cuerpo.

Todo es solemne

En este enjambre de muertos

Hay eclipses que proporcionan

La ceniza al resplandor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cuerpo decae

El viento realiza esculturas.

Atravesar el aire

Con tus labios

Persistir en la desaparición indomable

Entre paisajes categóricos

Y un servil error

Que es cera en el ocaso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Afrodita cerró la música

No llegó al ocaso

No hay peligro

De una sobrecarga de luz.

El lenguaje congela

Todo lo que no nombra

Será que el deseo

Es quietud en ese laúd

Que le falta a esta escritura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El agua cuando te mira

Se ahoga

La tierra requiere

De espacios

El cielo es tu cuerpo desnudo

Araño las nubes

Desde entonces…..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay peces que saltan vestidos

Sobre la arena

Hay olas que olvidan

La memoria de la espuma

Hay labios pendientes

De la roca que desnudan mi boca

Y organizan tu espalda dentro del mar.

Hay una vida en una cama de conchas

En un atardecer de pleamar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Colgada la maceta

Retiene las nubes

En la planta que dispone

De pies

Arranca la cintura

De barro cuando

La lluvia se adentra

En la geometría

Invariable de sus ojos

Llora dentro de la tierra

Y recoge las desconchadas paredes

De mi piel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recordé que la luz

Entiende de música

Que tal vez el dorado de la ciudad

Sea la astucia de los cristales.

Este desierto de alquitrán

Dignifica los nombres robados

A aquella isla sin aventuras

El valor es una abrupta carretera

Sin semáforos

Una falsa palabra

Que habita este gran charco

Sin gaviotas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las calles

Sin muros

Los surtidores

De neblina

Sin caballos

La edad pendiente

De una mirada

Sin atisbo de tiempo

Cerrar la calle

Dentro de tu casa

Y desconocer que el tesoro

Se esconde en tu isla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hablan los lobos

En un oval espacio

Dentro del armario

La sal sórdida

De una vulgar arquitectura

La sucia derrota

En el estucado de la historia……

Consolé al amor

En una silla eléctrica

Donde la hospitalidad

Vuelve entre caricias.

Perderé en la derrota

Vaciaré mi cuerpo

De firmamentos ceñidos

Al ciprés.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Plataneros

Y los relámpagos

En las raíces

Una horizontal realidad

En una belleza que desvanece

La claridad de mi cuerpo materia

Detrás de los libros perdidos

En una negación de cunas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llueve

Alguien cuenta las gotas

Mientras otros escriben

E inventan relojes que no dan las horas

Mi casa es un hostal

Para las polillas

No hay humanos que tracen caminos

Hacia mi cocina

Transcurre el espacio

Y se detiene la extensión

No fue para tanto la ilusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Construir casas

Para destruir espacios

Los aplausos se comen las manos

Los dedos señalan.

Veo las grietas

De las baldosas.

Saltaré sobre mi vida.

Nacer, morir

Volveremos a la incertidumbre

De respirar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pared oyó los pasos

La balanza equilibró las palabras

No hay sonido que amortigüe

El grito del remolino.

Cerró la puerta

Y nada dejó atrás.

Se oían sus pies

De juventud precipitándose

En una hermosura de huesos

Pegados a la carne.

Una araña debajo de la ventana

No tiene dirección en esta orilla

De cuerpos desnudos.

Realmente el día

No tiene prisa.

Hay aroma de tomillo.

Nuevamente la llama

Colorea el marfil

En una disposición de manos cortadas

Por el viento.

Nada digo que el olvido

Recogía noches y raíces

Cuando florecían tus manos

En la luz.

Y aquí estamos

En este desarrollo de líquidos

Arrojados al desierto del tiempo.

Hicimos picante con el espacio

Sin avisar que la hoguera

Caía sobre la noche

Heredera de ráfagas vegetales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enciendo el fuego

El vaso está lleno

Mi boca seca

Se acerca a la ventana

El camino del cristal

Es inexistente

Atrapo una mosca

Y dejo mis alas a secar.

Siempre he respirado

Hacia dentro

El calor lucha con el tenedor

Recoger pieles

Y atornillar cuchillos

En mis venas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AGOSTO

 

 

 

 

“El descenso nos llama

Como nos llamó el ascenso”. W.C. Williams

“Todo es una trampa en este mundo cubierto de palabras” Marthe Robert

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los huevos en la sartén

Hacen añicos a este minuto.

La rueda del tiempo

En una clara incombustible

Las horas bailan con los cuchillos

Nado en un mar ignoto

Siempre se acercan los peces

A esta descomposición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No esperaba

Mi regreso sin cuerpo

Cuando el suelo se subía por las paredes

Y el techo extraviado

Ejercía de cielo

Llegué sorteando

Las arañas del corazón

No hubo labios que cerraran la puerta

Ni  puentes que surcaran

Las avenidas de tus ojos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagínate una ventana

Que cierra el aire

Imagínate la luz

Que atrapa sombras

El cansancio añade

Una grieta en tus sueños

La vida es un suicidio lento

De la biografía

Llegué tarde a mi nacimiento

En una primavera sembrada

De inviernos.

Un patio sin nadie

Dentro de un retrato invalidado

Otras sábanas cubrieron mi cuerpo

Yo padecía la cuenta atrás

En un fingir de postigos

Descansando entre unos dedos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quedaban palabras

Cuando subía el sol

Por las paredes

Desvanecido

Arrancando los abismos

De mis ojos

¿Qué cuadro soporta el frío de un poema?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando un cuerpo envejece

Realiza la quiebra

Del tiempo

Se adentra en una montaña vacía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego ver el mar

Acariciar

Tus ojos y cobrar

Las olas

Que vienen y

Van

Y

No más

Ni

Menos

Que la espuma

Acaricie nuestras pieles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Son mis labios

Vacíos de palabra

Enhebro el tejido

De mi piel

En mi espalda.

La mano

Soslaya

El vacío de la membrana

Pero la mirada sostiene.

No soy

No estoy

¿Será que la gravedad del cristal

Es ser transparente?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la cara se aprecia una fotografía

Sus ojos describen los focos de la niñez

Cuando los pájaros volaban sin alas

Y sus manos acariciaban el frío de la vida.

Al final el amor vino por ráfagas

Como el viento que golpea su pelo gris.

Un dorado sol perdido en el desierto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La palabra fina

En una calle repleta

De cuerpos henchidos

Por el calor

Golpea la lujuria

Entre espejos estúpidos

Colonizando los adoquines

Tan desalojados como siempre.

Tal vez la conversación nocturna

Repleta de arlequines, llene el agujero

Que dejan las farolas

Al paso de la luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Detrás de esa playa hospitalaria

Se encuentra mi cuerpo

Devorado por conchas carnívoras.

Tal vez desconfíes de mis restos

Cuando se conviertan en arena

De otra isla desierta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El mar se escapa de las olas

Las olas comen peces

Mi cuerpo húmedo se adentra

Entre la espuma.

Busco la mirada

Que un día cerró labios

Y abrió colinas

Sobre la superficie

De un cristal de Murano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay cristales

Que buscan en mi respiración

Hay calaveras que sonríen

Detrás de un vaso

Hubo huesos

Que recompusieron

Ese cuerpo

Que escapa de la sed

De otro cuerpo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Decir te amo

Con una mano

Decir te quiero

Con un quiebro

Decir tu nombre

Con mi cuerpo repleto

De tentaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa se comió

A la roca

Oigo el chasquido de los dientes

Por la noche.

La vida me piensa

Y yo la siento irse

Sobre un descampado

De amapolas

Disimula la noche

Entre estatuas de hierba

Cierro el grifo

Y me encuentro perdido

Sin cuerpo en otro cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al fondo

Una lágrima

Se vuelva mar…..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ruina mañana

Será arquitectura

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los dedos

No tienen fronteras en la mano

La mano

No tiene fronteras en el brazo

Los brazos

No tienen fronteras en el cuello

Mi cuerpo

No tiene fronteras.

Cuando escribo tu nombre

Borra el mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El rio huye

De sus orillas

Cada gota de agua

Se emancipa en forma de nube.

Cuando llueve el cauce del rio

Se convierte en piel

Debajo de ella

Un cuerpo intenta sobrevivir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde la ventana observo

La palabra que va coja

Entre tantos cuerpos laminados

Todo se precipita

Hacia la gran indecisión

De los personajes

Las máscaras ya no sirven

No hay nada que ocultar

Pero siguen a la deriva

De que algún algo cambie

Para que sus vidas

No sean golpeadas

Y devoradas por el mito de la esperanza

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es inútil

La vida se apaga

Y se enciende otra

Entre movimiento circular

No entiende de morales ni de ídolos

Olfatear en silencio

Este silencioso devenir

Hace que el sentido

De cada acto no espere a nadie

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo inefable de un epílogo

Es que sea prólogo

De un encuentro sin capítulos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin más

Los peces lloran

Salitre

Las olas retiran

El mar

Y mi cuerpo

Contempla un horizonte

De un sol que padece

De horizontes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Veo cambios

En mi cuerpo

Es un despellejo

La vida es clara

Y evidente

El tiempo no mira a los ojos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay vacio

Sin espacio

Ni presencia

Sin ausencia

No hay miedo

Si no esperas nada

Siempre el cristal

Abraza la ventana

Siempre la ventana

Abre y cierra

Lo que hay dentro

Con el afuera

Los pilares que sostienen la casa

No se ve.

Respiro y el silencio

Forma mis latidos.

Señalo y el dedo

Amputa al tiempo.

Recorro mis pies

Con el suelo

Y es mi cuerpo

El que se extiende

En este adentro

En ese afuera.

 

 

El camino del agua

Es una grieta sin palabras

Viajar entre las olas

Donde los fondos son de nácar

Y la arena de plata.

Es un esfuerzo inútil

Nadar en la tierra yerma

Y descansar dentro de un volcán apagado

Pero a pesar que el final siempre está ahí

Inauguro principios sin motivos

Y me embarco

Sin nostalgia en una playa vacía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las caracolas

Juegan con las nubes

Y las nubes con las estrellas

Hay torsos desnudos

En este atardecer en vela

 

Detrás de las rocas

Los acantilados lloran

Cíclopes y sirenas

 

Duerme la sal

En mi boca

Entre corales crujientes

Y gusanos de seda

 

Las niñas buscan ojos

En la oculta cara

De la tierra

 

Parte la barca

En un mar sonámbulo

Donde la luna emerge

Tranquila y serena

 

El azul celeste

Juega con el violeta

La fiebre del oro

Se quedó en la arena

 

En esta playa desierta

Las olas acompañan

A la espuma muerta

 

La ciudad duerme

En un eclipse de luces negras

Quienes aman la vida

Nada esperan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cántaro viene

Y el agua se lo lleva

¿Dónde vas niña

Perseguida por las estrellas?

La sombra de tu cuerpo

Araña la tierra

 

Corre corre!

No dejes huellas!

 

Tus pies de cristal

Lloran piedras

 

El cántaro viene

Y el agua se lo lleva

La sombra de la niña

Teje estrellas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buscador de búhos

En una ventana

De Marruecos

Fui ligero de ropa

Con una maleta

Llena de estrellas

Me perdí en tus ojos

De luna llena

Casi lo efímero

Se convirtió en eterno

Unos dedos en mis ojos

Un pálpito en esas paredes

De tierra

 

 

 

Luna sin embargo sol

La raíz del árbol en mi pie

No tengo dedos

Para contar los muertos

Que me acompañan.

 

 

 

 

Búho y alondra

En un mismo ser

No hay balcón de los sueños

Al amanecer

Búho y alondra

En un mismo ser

Mi niña tiene un vestido

Color verde pastel

Búho y alondra

En un mismo ser

Mi niña tiene un vestido

Robado por un mercader

Búho y alondra

En un mismo ser

Dime mi niña

¿Dónde está el mercader?

Búho y alondra

En un mismo ser

Ni alondra ni búho

Quiero ser.

 

 

 

 

 

 

 

Cantan los caballos

En el frío cristal

Los gusanos traumatizados

Escancian codeína

Zozobran en el verde de sus ojos

Fuera, entre las cortinas negras

Reptan animales

Sus extremidades ardieron

Dentro de mi cazuela

De caracoles

El agua pálida se bebe

El espejo

Insondable reflejo

De un mediodía que proyecta

Soles vagabundos.

No hay inframundo

Debajo de sus pies de bailarina.

No hay plazas sin tiempo

Ni mesas que mastiquen

Cuerpos roídos por los ratones

Relinchan las palomas sin alas

Y el viento aplaza

Las velas de un viaje

Carcomido por la esperanza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SEPTIEMBRE

 

 

 

“en un granero donde me encerraron a los doce años conocí el mundo”

A.Rimbaud

 

“Estamos en el

Centro del mundo

Ahora estamos cerca

Del río….”  R.Queneau

 

 

 

Del jardín sólo quedó el rastro

De los lobos

Y una cierta turgencia

En el cielo

Las flores desertaron

Como deserté

De mis pensamientos y del paisaje

Que circundan mi cuerpo.

El ventilador cantaba ópera

Hasta que la nostalgia

De mis gafas

Me obligó a un deslizamiento

Hacia la ceguera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Áspera lluvia

Que convierte

Mi sudor

En espanto

Ruinas perdidas

Que conservan en hielo

El camino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nosotros, los de la azotea

Consumimos estrellas

Asfaltamos cielos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un nido expuesto

En el calor de la teja

Paseas extendiendo

Tu cuerpo sobre la hierba

Respiras otros cuerpos

Y las miradas se pierden

Entre los árboles

Tal vez, cuando te abraces

A las raíces

La compañía no sea necesaria

Tal vez, un atajo

En ese infinito inocente

Calme la sed de la noche

Y no habrá cuerpos

Que señalen tu desaparición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La palabra se cansa

De subir escaleras

Las arañas tejen

Ropa en la maleta

Dentro de tu boca

Una serpiente repta

Por conseguir una chaqueta

El frío se pega en la silueta

 

La ola realiza una pirueta

En un mar cansado

De llevar corbata

Y la bragueta abierta

 

La palabra retrocede

En techos de maleza

 

Una música de fondo

Dibuja pozos

Y recoge dedos

De muñecas muertas.

 

 

 

 

 

 

Hay una mancha

En el cielo

Las raíces imploran tallos

No hay soles

Que beban de mi néctar

 

El silente frío

Recoge huellas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando nieva en verano

Las hormigas deletrean el abecedario

Las piedras vuelan gravemente

Siempre caigo en la tentación de ser pájaro

En mi mano de arcilla.

Luego el tablero

Consume las fichas

 

Tiempo para la vida

Tiempo para la muerte

 

El tablero se inventa otro juego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En este instante

Soy inmortal

Cuento gaviotas

Sumergidas en el mar

También cuento

Granos de arena

Dentro de conchas vacías.

 

De vez en cuando

Divido un barco fenicio

Junto a un elefante cartaginés

Andando sobre las aguas

 

Es cuando tu mano

Tiembla en el abismo

Señalando el horizonte

De un sol iluminado

Por su pérdida.

 

 

 

 

 

 

 

Desaparecer

Me crece la barba

Miro a un espejo

Que no es mío

Fumo un cigarro

Y veo una pinza

Colgada en una cuerda

Deberé de colgar mi piel

Quizá la mirada

Resuelva al ojo que no ve.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El rio es el desnudo

De la infancia

Cuando abro el grifo

Las raíces de los quejigos

Se confunden con el agua

Y cubren mi rostro

De hojas y bellotas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi casa es un barco

De roca

Todas las mañanas

Naufrago entre el oleaje

De paredes que sostienen

El vacío que el suelo derrocha

Hablo entre ruinas

Y estancias que escuchan

La risa de una mujer

La pérdida de un abrazo

La escoba que busca

Un recogedor dentro del fregadero.

Mi vida es una fotografía huérfana

El bombín de la puerta

Perdió las llaves.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las cenizas del jardín

Recopilan las hojas

Entre chopos de ensueño

Y quejigos depuestos de estopa

El muchacho juega con el fuego del rio

Las hojas desordenadas

Ahogan su sueño

Llega el otoño

Un otoño coleccionista

De rincones muertos

El muchacho bosteza

Cisnes y lagartos

Corre por la orilla de un rio seco

No hay lección de vida

No hay polvo que suene a melodía

El rincón de la hiedra

En una infancia de piedra

Las cenizas del jardín

No hay agua ni cuerpo

Ni tan siquiera recuerdos.

 

 

 

 

 

 

Amanece

Y la luz se mece

En mi mano

Arranco telarañas

De mis ojos

Y me seco el sudor

De la luna.

 

 

Dicen que el tiempo

Cuando te despiertas

Se paraliza

Ya que el tiempo no existe

El espacio lo reemplaza

Durante tu largo sueño

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ver y tocar

Para luego ocuparse

De sobrevivir

Parece grosero

Pero es la nada

Que no asiste.

 

¿Qué quieres decir cuando dices….?

 

La respuesta se encuentra

En la antesala del término

O que Minotauro

No se confunda de laberinto.

                                                          

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amanecí rodeado de tus pelos

Las sábanas ejercieron de anfitrionas

Nada subraya en el suelo

Cuando una ligera bruja

Se detiene en un pelo

Olvidado en la alfombra

Es de noche todavía

Los gusanos del jardín

Recogen cuerpos trenzados entre las raíces.

El sol amaña bostezos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todavía quedan cosas por hacer

Como envejecer

Y mirar los posos del café

Habitar el corte de un cuchillo

Cuando intenta separar

Mi piel de su cuerpo

Velar amaneceres en descomposición

Y trasladarlos a la pared

De un alba que se asoma

Silenciosamente en el don de la ebriedad.

Todavía quedan cosas por hacer

Extender los brazos hasta el confín

De la ventana e inquietar al cristal

Que se recoge en un espacio

Suspendido en otro espacio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No habrá rejas

Que pestañeen

En los nudos de la luz

La boca abierta

Los dedos enterrados

Los ojos mortecinos

El río que sueña

La hierba pegada

A tu lengua

Está ahí

La feria de las raíces

La ráfaga de una mirada balsámica

El circo de hojas

Cuyo otoño deslumbra

Al frío de una senda

Oculta en tus pies.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

OCTUBRE

 

 

¿Qué me diría si un atemporal insecto

Afirma que el mundo se desgasta?

Dylan Thomas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LAS HORAS DESNUDAS DEL DÍA

 

 

El cielo vomita tejados

 

 

 

 

El glacial despellejado

 

 

 

 

El día regresa a la noche

 

 

 

La luz cansa cuando hay lejanía

 

 

Lo apacible del conocimiento

Es la lentitud como brújula

 

 

 

Borra el laberinto entrelazado

En tus dedos

 

 

 

 

 

Tu desnudo envuelve

El yacimiento de lenguas muertas

 

 

 

Cada instante es una vela encendida

 

 

 

¡Apagad la luz

Que quiero ver!

 

 

Las paredes

Son extensiones de tu piel

Fuera, los pájaros con sus alas,

Ocultan el sol.

 

 

Retiro el vestido

De la realidad

Y encuentro otro medio de comunicación

 

 

 

El mar celebra

La espuma de la arena

 

 

 

Cuando huyó el tiempo

Se olvidó de tu reloj

 

 

 

El árbol inquieto

Se despoja de sus raíces

Y deja caer una hoja

 

 

La tierra sangra

Entre anillos de ceniza

 

El desnudo es la muerte

De los dogmas

 

La ráfaga del viento

Se llevó hasta el eco

 

 

 

 

Cuando el espejo habla

Tu figura se desvanece

 

 

 

Las manos son la salida

Del laberinto de tus dedos

 

 

El amor es un aullido

-En boca cerrada no entran moscas-

 

Más allá de la ventana

Un medio mundo

Lucha para ser otro

Medio mundo.

 

 

 

El aire que respiras

Se convierte en mariposa

 

 

 

En tu mesilla lo invisible

Se acerca a la nada

De tu almohada

 

 

 

La fuerza de la indecisión

Construye umbrales sin sendas

 

 

Una voz que ríe

Envejece cuando calla

 

 

El aspecto de la verdad

Tiene aspecto de excremento

 

 

 

Espesura secreta, corrosiva

Que segregan los  -bien pensantes-.

 

 

 

Habitar es la quemazón

Del espacio

 

 

 

 

Las creencias reclaman

Su parte proporcional a la muerte

 

 

 

La moral es la consecuencia

De una vida debilitada

La ética es la reflexión de esa debilitación

 

 

Tu intimidad es un tránsito

Hacia el asombro

 

 

 

Un zumbido, un rumor

Parece ser que el ser humano

Entra en escena

 

 

 

Finalmente el ahora

Dejó de enumerarse

 

Me perdí en el mar

Y tuve las escamas suficientes

Para encontrar un recipiente

Y bebérmelo

Entonces pise tierra firme

Y comprendí que el viaje

Nunca tuvo lugar.

 

 

Hay ciertas cosas

Que reclaman su espacio

Cuando te deslizas

En un fluir de miradas

 

 

 

 

Hay sueños que coinciden

Con el tiempo

Otras veces el tiempo

Determina el sueño

 

Un poema es un espacio

Donde el silencio y el pensamiento

Sienten cansancio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El resultado carece de drama

Abrir un cajón y ver como las palabras

Intentan afilar cuchillos y sierras

Que el día anterior se encontraban cortando

Un muslo irresuelto

Habitualmente las recojo y las echo

A la  sartén

Después de un sofrito

Las mastico poco a poco

Sé que es un acto de criptocanibalismo

Alguna se me escapa

Y comienza a nombrar

Lugares inverosímiles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Náufrago en la bañera

Grito. ¡Tierra!

Cuando observo una burbuja de jabón

Adentrarse en otra línea de agua

Donde mi cuerpo carece de horizonte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NOVIEMBRE

 

 

 

“Oh paredes vacías, cadáveres de libros

Sillas en blanco

Todo se astilló en mi cabeza”

Stephen Spender

 

 

 

 La sombra de la espada

Rasga el mármol.

Pies cansados

Bajo cielos espumosos.

Mis manos alcanzan las nubes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cuchillo construye alas

Mientras va cortando los tiempos

Afilo la noche con las baldosas

La proa negra del barco

Se encara con la roca

Que es ordenada y esbelta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No más niebla

Arrancada de los cristales

Las ventanas huyen del límite

La noche espera

Las sacudida del viento

El cuerpo devora

Otro cuerpo

Lentamente arrastra los pies

Dentro de una estancia

Amarrada a las mandíbulas del tiempo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dejo de levantar el mundo

Ese ladrón de pensamientos cobardes

Las ideas figuran burdeles

El sol llena de cementerios

Las pieles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cruzo la puerta

La danza de los cuchillos

Rechina en la pared

Hay barcos piratas

Sostenidos por las bombillas del salón

Un espejo golpea la puerta

 

-no tiene llaves-

Para entrar en este palacio

De musgo y madreselva.

Los libros leen el espacio

Las palabras cansadas

Se deslizan entre mis pies

Y la madera.

Habrá un acuerdo

Entre la burla y la indiferencia.

Conseguiré que mis dedos

Se reclinen ene tu espalda

 

 

 

 

 

 

 

 

El llano de las escaleras

Es equidistante a dos abismos

De agua y tierra

Los cisnes arañan

El techo con sus alas

No hay distancia

Entre la claraboya y el cielo

Que pronuncie las voces.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La vida se come a la vida

En el perímetro de un cubo invisible

Un terraplén de cuerpos

Ensortijados rompen

Las acrobacias de este tiempo equilibrista

A hurtadillas regreso

Al centro de la habitación

La luz de manos cruzadas

Es abrazada por el vacío

Que desaloja

Mi cuerpo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lento tiene que ser vivir

A las afueras del cuerpo

Como lento es el respirar

En este angosto Adentro

Luego te dejas llevar

Por el extravío del abandono

Recoges historias enzarzadas

Deprisa para solventar

La carestía del tiempo

Y vuelves al punto de partida

Como si algo quedase acumulado.

Sabes que el silencio

Se afianza sin esfuerzo

Que tal vez, por encima del aire,

Queda algo por exhalar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El túnel de cristal

Desea soñar

Con ser espejo

Mis ojos se mueven armónicamente

Con esta realidad

Cuando deja de moverse.

Las manos corren en auxilio de los pies

Escondidos en un lugar

Donde el tiovivo

Resuelve lo cercano

En la lejanía

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Evanescentes diálogos

A baño maría

Los oligarcas bajan

Al fuego de la hoguera

Ensimismada

Entre meditaciones estériles

Y conversaciones profundas

Milenarias.

Nadie avanza.

Promoveré tribulaciones pandémicas

Ampliando la clientela

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las frutas prodigan moho

Ciertos indígenas

Se ocultan en la selva del frigorífico nonagenario

Es el obsequio de recopilar

Bibliotecas de nombres muertos

Entre escalofríos pícaros

Y comediantes del silencio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante una avenida de lágrimas

El lodo ocultó el rostro

La llaga dibujada en el cristal

Se alió fonéticamente

Con el ronroneo del gato.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salí por la ventana

Y la casa murió entre mis manos

El musgo ocupaba

Tradiciones de paseos

Donde los patios

Rivalizan con los árboles

Donde las cantantes

Ahogan sus voces

Tras  noches improvisadas

Quedaba el agua

Sostenida por la sumergida

Y una cascada de sueños

Sobre un tabla carcomida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ayer asistí al deshielo

Del glacial que ocupaba

Las escaleras de caracol mutante

Se me cayeron de las manos

El cantar de los cantares

El apocalipsis se enredó

Entre el papel higiénico

Y ciertos logaritmos arrancados a la humedad

Fueron los circunloquios

De mi cerebro

Los que con cierta resonancia

Ocultaron premeditadamente

Los devaneos del espacio

También vi al tiempo

Balanceándose dentro de un reloj cleptómano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El azar, tarde o temprano,

Te cobra los dados

No se prodiga en facturas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los surcos de mi cara

Son los surcos de estas paredes

Desbrizno las hojas marchitas

Y expongo la mudanza de pieles

Sobre un techo en descomposición

En el olvido no hay niebla

Ni vacío

Sólo una ligera indagación

En un tiempo sin duración.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más allá del mar

El mar

Más allá de la arena

La arena

Más allá de la habitación

Otra habitación

Más allá de esta pared

Hay otra pared

Administro los pasos

En un suelo cubierto

De  crepúsculos

Y anuncio tormentas

Que se dirigen al ala ese del salón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El pasillo lleno de escombros

El agua se filtra en mi boca

El laberinto imposible

Descansa en el pasadizo

De mis ojos

Hay un equilibrio desnudo

De umbrales excavados

Por mis uñas

También escalones

Que se han liberado

De las alturas.

Desnudo accedo

A la última madera

Que me sostiene.

Me alío a la carcoma

Dentro de una librería

Huérfana, hastiada

Por el silencio de los libros.

 

 

 

 

 

 

 

La rueda del tiovivo

Llamó a la puerta

Ya no daba vueltas

Sobre sí misma

Excéntrica se confundió

Con el ciclo de la vida

Por eso siempre

Llama hacia atrás en el postigo

Por eso cuando abro

Retrocede sobre mis pasos

Elegidos al azar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Unas flores dolosas

Se acomodan en mi ventana

La reama riza

El cristal de la roca

El color crea vida propia

Más allá del tallo áspero.

Me escondo tras las exóticas raíces

De un algarrobo

La lluvia en el mar

Desperdiga mis huellas

Corro entre trampolines

De ramajes,

Entre espinas tahúres

Y delirios tentaculares.

Siempre hay una trampilla

Dispuesta a desentenderse

De este Gran Viaje.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DICIEMBRE

 

 

 

 

 

“Más que decir palabras, quisiera dar la mano a un niño…” L.M.Panero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy el sol se ríe

Desmigaja la luz

Sobre mi cara

Juguetea

Con la fiebre trastabillada

Me encuentro en la bahía de los sueños

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La fe es un estado perpetuo del miedo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bordeo el arrecife

De mi cama

Desenmallo mi piel

Entre peces de colores

Registro en el libro de incidencias:

La arena es tan extensa

Que el mar es el dibujo

De la última ola.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El polvillo de la mariposa

Dibuja sus alas en el agua

Se arremolina en el bosque

De pelusas que hay debajo de mi cama.

El invierno entra por la derecha

Y el otoño se acerca a la almohada

El sol en silencio

Pastorea entre las sábanas

Las palabras bordean el silencio

Ordeñadas

La quietud del camino

Se enreda en la pared blanca

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me desprendo de la vida

Como se desprende

El fruto del árbol

Siempre desciendo

al suelo

la gravedad nos ata

a la tierra

la imaginación escala las ramas

hasta enjalbegar el rumor

del espacio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las tijeras se han cambiado de bando

Ahora cortan palabras

Mientras, con la aguja, hilo

Ideas

Y rememoro conceptos perdidos

Entre los telares del pensamiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bajo la lluvia

Las gotas arañan mi cuerpo

Mis pies reculan en el fango

Las nubes penetran en mis ojos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El tiempo avanza

En una danza de grises

A un ritmo parsimonioso

Como una gotera

En mis recuerdos

Como un dardo

Bajo la esclavitud

De la diana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si estoy en desacuerdo

Conmigo mismo

¿Cómo voy a llegar a acuerdos con los demás?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuerpo evasivo

Espacio decisivo

Tiempo abrasivo

Ojo transitivo

Mano lenitiva

Boca adhesiva

Dedo curativo

Lengua difusiva

Oído adustivo

Pie bajativo

Posesivo y exclusivo

El aire implosivo

Difunde lo intuitivo

La tierra ostensiva

Lo privativo

La vida es asociativa

La muerte revulsiva.

 

 

 

 

 

 

 

 

“la vida cae como hojarasca” Salvador  Spriu

El tiempo avanza, nunca se detiene

Sólo la belleza lo convierte en instante

Como un espejo en medio

Del temporal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El exceso de vida

No teme a la muerte

De hecho las religiones

Se crearon como dique de contención

Hacia la propia vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mesa sirve

De puente hacia la caverna

La risa de los pájaros

Se confunde con sus sombras

Objetos de fatiga

Y alevosas zarzas

Danzan alrededor

Del último ser humano

Incandescente se agarra

A sus propias manos

El abismo de la cuchara

Abre mundos en un plato sin fondo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Te levantas como huésped

Como ese extraño

Que fuiste durante el sueño

Revisas las sábanas

De ese otro que perdiste

Cuando los márgenes del sueño

Eran sólo márgenes

Retiras la telilla de la realidad

Que despierta intenta

Adentrarse en tu falso nombre

Te sientas al borde de la cama

Y miras al suelo

Donde tus pies

De nadie quedaron anclados

En el último papel que leíste.

Todavía la noche y el día

Se están conociendo

Todavía ese cuerpo

Da lugar a otro cuerpo suprimido

Es costumbre envejecer despierto

Cuando rejuveneces dormido

 

 

                                                             

 

 

Ululan cuerpos

En el interior de mis sábanas

Saltan los goznes de las puertas

La madera se bate en el vacío

Con el puñal del cansancio

En sus labios

Vagan los cristales

Entre el asombro y la decepción

Siento que el mundo

Se perdió en estas calles vacías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Refléjate en otro mismo

Frente al conócete a ti mismo

La vida del humano

Es un viaje interior en el exterior

Cuanto más profundizas

Más se expande la superficie en el espacio vacío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos tenemos una selva dentro

Yo soy una selva

Para mi casa

Mi casa es selva

Para este barrio

Atado a las alturas

Este barrio es selva

Para este pueblo

Donde sus aguas secas

Resuelven este frío furtivo

Nunca me bañaré

Dos veces en la misma bañera

Como nunca esta mutilación

Resolverá mi cuerpo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La compañía, el abatimiento,

la desolación

el reloj que marca el espacio

y el tiempo diluido

en tu sudor

la certeza de abrir siempre

la misma puerta con distintas llaves

el ahogo de la tormenta

en el techo de caracolas

el aliento del cristal

la respuesta a este equívoco

de no estar siempre

con uno mismo

en soledad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENTRE EL 0 Y EL 1

 

 

 

 

 

 

ENERO

 

“Es la impotencia la que nos socorre

La que, haciendo imposible ya el futuro,

Salva el breve presente, dignifica el ayer”

Joan Margarit

 

 

 

 

 

Se arrastran mis pies

Vivo en un extravío de pieles

Entre el pellejo de la vida

Y el insoportable frío del instante

Tengo galerías después del espacio

Armonizo al tiempo

Entre coros de hogueras

E inocentes destellos de cicatrices.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuento las vértebras

De las rocas

La casa exhala

Armónicos cocinados

Con la brasas de Quimera

Aparece el sol

Eyaculando rayos

De escarcha

Mientras el grifo

Gotea cuerpos

Cubiertos de arcilla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                

 

 

 

 

Sigo contando baldosas

Inflamadas por la verticalidad

Desentierro condenados

Por el artificio sórdido

De seguir condenados

Inmóvil contemplo

La insistencia de la necedad

Nunca devuelve la mirada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La misma manera

Que tienen los sueños

De saltar sobre el tiempo

La misma manera

Que mi mano desoye

El temblor de mi cuerpo

La misma manera

Que el cuchillo hunde

Sus dientes dentro

De la carne extendida

Sobre la alfombra

De huesos y tendones

La misma manera

Que mi respiración

Abre el espacio

En un vacío de mesas

Agolpadas en un tiempo

Que ha dejado de fruncir

La arena del reloj.

 

 

 

 

 

 

 

 

Quedan las manos frías

Sobre el cristal

El jardín salvaje

Enramado sobre el cuerpo

Cuando las calles escupen

Adoquines y los miedos se agolpan

En las aceras

Queda el abrigo de las azoteas

El olor a invierno

Que silba detrás de nuestras cabezas

Y hace temblar nuestras rodillas

Queda una madre alejándose

En silencio

Con la primavera

Atraída por la luz del pedestal

Dejando a un lado las grandes avenidas

Para perderse entre callejuelas

Queda la soledad en el rellano

De este rellano de dirección única

Baranda de una vida fatigada

De estas vías sin tranvía

Queda mi vida entre tus manos

Cuando yo era tú

Dentro de tu vida.

 

 

 

 

Nubes de ceniza

sobre pilas bautismales

ventrílocuas pieles

asesinando cuerpos

fuegos artificiales

en humanos demasiado humanos

estallan las piedras

en los arenales

sus palabras no son partidarias

ni los elementos biográficos

arrasados por cualquier intervención del azar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El refugio concierne

a los que habitan

los deshabitados

abandonamos henchidos

de lugares

las riadas de espacios

en suspensión

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los cisnes acercándose al coche

las puertas consumen bosques

hay un cierto parecido

entre un helecho y un cielo roto

andamos por el sendero de hojarasca

los corzos vuelan entre las copas

de los pinos

el viento jalea

las ramas

en un compás sostenido

por la arena que levanta.

Recuerdo una melodía

por un canal de Venecia

también un cielo ceniza

arrojado a la senda

de la cual no se puede regresar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Te levantas y encuentras

a tu otra mitad

pegada  a la pared.

La noche árida de los sueños

dobla tu piel en el vacío geométrico

el equipaje cuelga de las cortinas

Sé que perdí la guia de mi viaje

en algún lugar recóndito del juego

Mi otra mitad se descuelga

de la pared,

arrastra irritada su otra nada

reconstruyendo cada lugar

que ocupa.

Sé que me queda un último pasaje

para adentrarme

en otra ilusión.

Sé que este mendigo que me acompaña

será generoso como el primero que

conocí.

 

 

 

 

 

 

 

Entre el 0 y el 1

Tiro la flecha

y es un iceberg telaraña

el que ata los cuerpos disecados

Horado la magia

de unas cuantas uñas apiladas

en la primera baldosa

de este osario.

los cráneos cansados

del trabajo prostibulario

de la muerte con la vida

o cultivar desiertos

en macetas que sancionan

el verdor de tu asfixia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las angostas líneas del cristal

sobre las telas de roca

en un suelo polar.

Cancelar la respiración

entre espina.

Sentado espero

que la velocidad del horizonte

atraviese el gélido adiós

de la máscara

incluso ver como tiembla

el firmamento

cuando pensábamos

que todo giraba entorno

a un silencio de fondo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa tiembla

resbala en el aleteo de la piedra

el tiempo Zahorí

da con el espacio enojado.

Retiro el olvido sin resolver.

Las palabras cambian de sitio

serpentean en este vaivén

embrujado.

El silencio despliega

el vacío del retorno eterno.

Ya la vanidad

se adentra en la frontera

de su armadura.

Ya la sombra de un mar azul

hierve en la fórmula

del fragmento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Agazapado en el sueño

mis pieles estallan en un bullicio

de plumajes

largas colas de rostros

observan la historia naufragar.

Los propietarios de cuerpos

juegan a la aritmética.

Cuentan los cuerpos supervivientes

entre tiburones geométricos

y redes carnívoras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es tarde, muy tarde

para abrir los ojos

de las paredes

para que la desaparición

se encuentre entre otra secuencia

de números que mueren

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la luz de la lámpara

atrapa a un mosquito

y la parca arranca

tus sueños de una salvaje

consumación de carne y espejos….

Cuando tu piel besa

el cadáver prohibido

y un barco de agua

rema sobre las piedras.

Cuando el hierro fundido

del núcleo de mi cama

se expande entre las raíces

del sol.

Cuando la vida se convierte

en el basurero

de disfraces.

Ya la fiesta fúnebre

se aferra al sordo golpe.

 

 

 

 

 

 

 

Hay momentos

que remolcan tiempos

y dedos que sollozan

entre espacios hipnóticos

te sacudes de las palabras

parasitarias

e inmóvil observas

cómo la luz construye

lámparas nocturnas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Latidos ventilados

sedimentos,

techos sacudidos

por un mundo aniquilado.

Hágase la broma

en esta brecha

llamada existencia.

Descanse en paz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La araña espasmódica

permanece inmóvil

entre la multitud

Tumulto de ojos,

espejos que abren

espejismos

a la atención

de un disfraz fúnebre

Los muros se pavonean

entre el tañer de miembros

La incógnita es la quietud

Los rostros imprescindibles,

los vacíos apoyados

en la bóveda que dejó

el arco iris.

Ser el guardaespaldas

de esta realidad estrangulada.

Un humo negro que enciende la distracción.

 

 

 

 

 

 

 

 

Todavía queda

primavera

para

invernar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Garabateo océanos.

Arrastro arena

con los labios.

Me oculto entre carámbanos

de bronce

y alargo la isla

hasta convertirla en continente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fabrico arrecifes

y enciclopedias

entre estas cuatro paredes.

Dubitativo

desembarco

en otra habitación

donde las olas de piedra

se diluyen entre las manos del escultor.

Mientras, otros, construyen

fronteras de arenisca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El último día

bajo las melenas blancas

de la tierra,

entre arco iris daltónicos.

Sólo los claros de la roca

emergen entre acordes

e irrumpen irreconciliables

con los sedientos recovecos.

Extraviado sello la dirección

y serpenteo bajo bóvedas

de polvo de estrellas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dentro de mi mirada

hay otra mirada.

El tiempo no existe.

Sólo el murmullo de las horas

nos hace pensar

que seguimos vivos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es el cautivo

el que abandona

los lugares de la realidad

el que construye

los errores

a base de tijeretazos.

Hay un hilo desvertebrado

que negocia el derribo

del cuerpo

que mudando dormido

elimina el alquiler

de la vida.

Es el cautivo

el que repta

sobre el tablero,

el que continúa el juego

atravesando paredes

abierto a un demente temblor.

 

 

 

 

 

 

6 PASOS INVERNALES

 

En espacios carnívoros

la armadura del tiempo

alimenta los vacíos

 

 

 

 

 

 

vibra solemne el horizonte

tras el cristal

ellos abren los exteriores

en un interior invernal

 

 

 

 

 

el mes de enero

abandona el salvavidas

el invierno deja el convoy nocturno

desconozco la ruta.

 

 

entre una ventana

y una puerta

un camaleón

abandona

anunciando la burbuja humana.

 

 

 

 

 

Se multiplica la transfusión

Arrastro la luna

hacia un mar garabateado

en esta vida sin parada

 

 

 

 

Entre sueños resecos

ejecuta enjambres

y fugitivas piedras

que alzan el vuelo

entre asombros

y desperdicios.

 

 

 

Las palabras

raen las alas

del tiempo

y con disimulo

enrojecen el olvido.

Revestidas con extraños ropajes

dan vuelo al casquivano

delirio

 

-cascabel que arde

en el laurel

recoge la hiel

de mi sepulcral burdel-

 

No me dejéis ser huésped

de mis propias cenizas

¡Arañad las palabras sin tiempo!

¡Arañad al delirio hasta el olvido!

 

 

 

 

 

 

 

 

Decir ayer

es juzgar al tiempo

es poner género

a las piedras

es afirmar que la flor

tiene autor.

El mundo se cierra

en una servilleta

en unas iniciales

cuya biografía

se extiende

en el fracaso de tus dedos

por atrapar

el poco aire que queda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pies que ensombrecen

el suelo

ciñen el espejo

a este lienzo de madrugada.

El aliento opaco

de la última imagen de la noche

o el desaliento

de la recompensa

de emitir un sonido

sin compasión.

en la maravilla del porvenir

hay una cierta aridez,

un dolor nefando

dispuesto a comerciar

con el espanto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando sientes la escarcha

del verano

cuando el invierno abrasa

tu corazón

cuando en la primavera

la hojarasca abraza a los árboles

cuando el otoño

es un brote nocturno

de verdor

exhala lo que inhala el vacío

cuélgate de una manecilla

y revierte el tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        FEBRERO

 

 

“Por eso cada palabra dice y además más

y otra cosa” Alejandra Pizarnik

 

“venid con vuestras cucharas

venid con vuestro ríos de sangre

en los brazos…..”  Ángel Álvarez Caballero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Existen relojes

que regalan horas

y campanarios

que merodean con badajos

Iglesias que cotizan

en el ibex conciencia

rebaños caníbales

que misteriosamente

patinan en la superficie

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Doy un salto

y el mundo se escapa

de mis manos

Doy un salto

y se llenan de cadáveres

los prados

Doy un salto

y los montes se convierten

en asfalto.

Doy un salto

y una minúscula llama

se refleja en el lago

Doy un salto

dentro del salto

y en una pirueta de mago

rompo muros de pago.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como vuelan los pájaros

sin alas

como cubren las nubes

el cielo

como la tierra abraza

al sol

como los árboles

se acuestan con el viento

como las piedras

huyen de mis ojos

como mis manos

se arrancan del cuerpo

como la noche

cerca la luna

como la muerte

transita la vida

como mis dedos

palpan el vacío

como mi boca abandona

las palabras

como el tiempo

señala su desaparición

como mi piel

deshace el cuerpo

como el silencio es protagonista

de la historia

como el aire

respira el vuelo del viento

como cuando yo dejo de ser yo

para ser yo

como mis labios

pegados a la vida…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A la espera

del minuto que decapite

el reloj de mi ventana

transito descalzo

entre brasas estelares.

Todo puede suceder.

Sólo me separa el espejo

y este pie oculto que no hace camino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No sé si cerré la puerta

cuando abrí mi mano

a la vida.

Volví  para comenzar a vivir.

Mi piel, la llave que casi cerró

mi cuerpo a ese latido inhóspito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegó la hora

la última hora.

Nada acontece.

Nada se fue

por el ocaso.

Nada dijo su nombre.

Nada.

Y existió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El descanso de la juventud

es el palacio de la senectud.

No hay obreros de la vida

como no hay burgueses del silencio.

La palabra nunca hace huelga.

¡Reventemos la gramática

y saltarán por los aires las palabras!

¡Levantemos los escudos

del miedo y la ignorancia!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando el tiempo

no es tiempo

cuando la mirada

mira la mirada

cuando la arena

de los pies

es barro en unos labios

cuando la vida respira vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siempre que nace el sol

todos los días

siempre que muere el sol

todos los días

la noche se vuelve

espejo

y arranca la piel de los rincones

y cose de miradas los muros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ladran los aviones

y los perros vuelan

por el cielo sin mensaje

las alas de algodón de la noche

perforan la sombra de una nube agónica.

No precisa de estrellas

para adentrarse en el inhóspito

telar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para los que afirman

que todo está constreñido

a una decisión

Para los que arrancan su libertad

y llenan el hueco

con miedos y visiones.

Para los que se envuelven

y no dejan que su desnudez

amplíe sus fronteras.

Para los que nidifican

y olvidan sus alas de cristal

tras el espejo.

Para los que silencian

y expulsan la palabra

a la proscripción.

Para los que se aproximan

borrando los espacios

y dejan sus instantes

al albur de oraciones.

Para todos aquellos y aquellas,

echo mis cenizas

a una cazuela en ebullición

y las aliño con especias

de diversos  mundos

para construir encrucijadas

con sus pánicos y esperanzas.

 

 

 

 

Los pequeños caminos

de algún modo

rechazan el camino

son el adentro

de nuestras intersecciones

la pérdida de orientación

en este laberinto de carcajadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El mareo de la marea

se marea en el madero

a la deriva en el mar

Amar se declina

con los dedos de los pies

arrostrando a la arena

al caminar

El sol desaparece

en la boca del horizonte

y se convierte en un bisonte

que no deja de tentar

a nuestras estatuas

dirigidas como instrumentos

del primer material

formado en los suburbios

de la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así la madera evoca

bosques

y la mar esa lágrima

suspendida

en el madero.

A la deriva cuento

los granos de arena.

 

 

Se escabulle el horizonte

entre los montes sin bosques.

 

 

 

Las patas del bisonte

arrastran nuestras estatuas

de sal marina

hacia la inclemente orilla

como un vertido del primer material

légamo del último latido

desaparecido tras el sol.

 

 

 

 

 

No es el mismo sol

el que entra todos los días

por mi ventana

tampoco es la misma mirada

la que limpia el cristal

de la última luz

como tampoco será

la primera vez que me reciba

dentro de este espacio

que colapsó

con este límite

llamado cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Soñando

me desperté dentro del sueño.

La caída de un cuerpo inerte.

La cuchilla que rasgó

la hoja

se adentra en las raíces

del tiempo.

Nada se sostenía

ni la sed del agua

ni el aire construyendo espacios

mientras se arrancaba las alas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La luz se ve

en la sombra.

Tú eres la que está

fuera de ti.

Hay una mano fuera

y otra dentro.

La nave del miedo naufraga

en nuestro cuerpo.

La luz sin sombra

es el dogma de la insuficiencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Somos seres quebrados

insuficientes, incompletos

un conjunto de miembros

inconexos

una red de impulsos

donde no hay causa.

Unos constructores de sentido

sin acceso a la realidad.

Una disolución de circunstancias

dentro de la sombra

en busca de un haz de luz podrido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los hombres mean con los hombres.

Las mujeres mean con las mujeres.

El  0 y el 1 se perpetua.

Lo binario se normaliza.

Es  una sexualidad castrada.

Me equivoqué de baño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La luz no se propaga en línea recta.

Gracias a ella

no vemos lo que hay detrás.

Nos limita

y hace posible nuestra visión.

Cuando no miras a través

de los ojos

te das cuenta

de lo que nos estamos perdiendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El río se abraza

en el Delta.

Lo que arrastra cuando fluye

se almacena en su desaparición

con el mar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tus pezones

tus tobillos

tu lengua

tus ojos

tu boca

tus orejas

tus piernas

tus nalgas

tus uñas

tus pestañas

tu culo

tu vagina

tu pene

tus codos

tu mano

tu cuello

tu ropa

tus sábanas

tu techo

tu ventana

tu piel…

Con  todos ellos

me transfiguro.

 

 

 

Si estrecharas la tierra

a tu rostro.

Si rasgaras el cielo

con tus dedos.

Si giraras

tu cuerpo

en el tallo.

Si tu piel

cubriera

el suelo de las calles.

Yo curvaría el tiempo

y el espacio

en un instante veloz.

Engañaría a la luz

y dejaría de respirar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sol lactante

observa las huellas

No trae luz

levita sobre los cuerpos

derribados.

Señala la basura cósmica

que las palabras abandonaron

en su artificio entre llamaradas.

Frágil la gravedad

invita a la materia

a desorganizar

a desinfectar el vacío

que dejó la humanidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llueven cuerpos

Hay un cierto aroma

de miembros deslavazados

La trayectoria de la existencia

se fragmenta y se aplana

entre las piedras dispersas.

Todo se pierde en la demora

de la reconstrucción.

Todavía quedan ropas tendidas

esperando ser usadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Protones, neutrones

en una cabeza de alfiler

bailan entre átomos neutros.

No hay hidrógeno

que soporte mi respiración.

En mi habitación

van apareciendo las primeras

estrellas carnívoras.

Mis sábanas irregulares

son la entrada a la vía Láctea.

Los quarks en formación

realizan piruetas caóticas

en mi reloj de arena.

Mientras regresa el espacio

me dispondré al próximo estallido.

Todavía el tiempo

sigue agazapado

tras las cortinas de piedra.

 

 

 

 

 

 

 

Amarrado al mástil

de mi cuerpo

voy sacudiendo tormentas.

Forcejeo con el viento

que arrastra sirenas.

Los cantos que nunca escuché

destejen el velamen.

Deshago la distancia

de un cúmulo de carne organizada.

En el asombro no hay correspondencia

tan sólo una pérdida de nombres

que no se cansa de sondear

la arcada del vacío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Duermo, leo, respiro

Respiro, leo y duermo

No hay solución en la paradoja.

Sólo quiasmos que repiten

un modo de estar en el mundo

sin marco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No dejé nada

cuando me fui

sólo unos cristales sucios

donde escribí la primera palabra.

Un cuerpo colgado de una pinza

balanceándose al son del viento.

Unos zapatos llenos de barro

reclamando la presencia

de unos pies venosos.

Unas sábanas epilépticas

en busca del colchón

ladrón de cuerpos.

Un libro tartamudo

reclinado sobre un ojo tuerto.

En fin, no dejé nada

cuando me fuí.

Sólo el ronroneo del gato

que me acompañó

en aquellas noches

de alfombras carnívoras

y mesillas mutantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

Abandonaré Marzo

esa fábrica de hacer primaveras

alienadas en las gotas de lluvia productivas.

Los meses quedaron abandonados

en la cadena de producción

del eterno retorno.

Los instantes fueron cosificaciones

del tiempo

aperturas en el reverso

de la gran ilusión

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la luz del sol

se atenúa por una simple nube.

Cuando el vacío que deja un cadáver

tiene una mirada ausente

la sombra subraya su límite.

Toma volumen, acentúa su espacio.

La luz se presenta

retirándose en la sombra.

Luego la lluvia barre los contornos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando muerdo la luz

Los espacios que construyen mi mano

Y a los que renuncia mis dedos

Son huesos dispuestos

A organizar el hueco

Que es mi cuerpo.

Una escalera de branquias

Evidencia el abismo.

Mide 10 centímetros.

El mismo que hay entre escalón y escalón.

El corte lo realiza mi pie

Donde termina el volcán

Que acelera las ganas de salir

De uno mismo

Y jugar con las cenizas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

       MARZO

 

“Creamos falsos infinitos”  Epicuro

 

“El misticismo es el ateísmo de las religiones”. Goio Ojer

 

“Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes”

M. Yourcenar

 

 

 

 

 

 

Cierro los ojos

Y transitan medusas dentadas

Por el líquido acuoso

De los ojos.

Sé que el tiempo, algún día,

Marchará hacia atrás.

Deshará mi cuerpo.

Todo volverá a ese punto

Donde el cuerpo

No ocupa espacio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El modo de habitar

Construye superficies

Se alimenta de espacios

Que no habitamos

Y se esparce

Invirtiendo la necesidad.

Somos seres expansivos:

De una cocina

Elaboramos multiversos.

De una baldosa

Enigmáticos mares.

De una luz inmóvil

Estrellas incandescentes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La puerta recela

De la calle

Cuando en penumbra

Los cuerpos desguazados

Solventan su inmovilidad.

Fue intrincada la melodía

Que exhibieron sus miembros

Cuando una fugaz ave

Arrasó con sus alas

La diligencia simulada

De sus miradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En un microondas

Cultivo cenizas

Rosas combativas

Y lágrimas cegadas

Por su propia desaparición

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pinza que sostuvo

Mi casa

Sostiene la piel

De mi cuerpo:

Estación esparcida

Adversario extenuante.

Es este tiovivo

De encarnados asedios

Es mi cuerpo desocupado

El que pende de un hilo

Y sé que nunca regresaré

Al primer trámite.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta noche

La luna se siente ociosa

En su reflejo

Vibrante es su cara oculta

Como es sonora la certeza

De mi frigorífico vacío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay dos cucharas iguales

Como no hay dos cristales iguales

Mis manos tampoco son iguales

Y el cuerpo tampoco es igual

A mi cuerpo.

Dos gotas de lluvia

Se balancean delante de mis ojos

No son iguales

Me miran

Y observan a dos personas

Resolviendo el acertijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alguien almacena

Arena en los bolsillos

Como alguien colecciona

Cenizas en mis zapatos

Mantener el equilibrio

Requiere de años

Morder cristales

Como si fueran hojas

Cubrir de raíces

El hueco que deja el grito

Cuando ya es demasiado tarde…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Densa noche

Cuando los sueños

Se convierten en arados

De tu vida

Pierdes el equilibrio

Y pronuncias realidades

Fosilizadas

El susurro de la lámpara

Reviste de bombillas

La áspera invención

De la pesadilla

Hay mares que mueren

Debajo de mi cama

Bosques remachados

Con mi sangre

En la pared geómetra.

Las esquinas se bambolean

Y quedan abiertas

A la intimidad del tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

Se enreda hueco el polvo

Deja que las huellas

Muerdan las rodajas

Que mi cuerpo desenterró

En el museo de los venenos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comienzo a fabricar

Caminos en la alfombra

Profundas madrigueras

Que conectan océanos insondables

Las olas levantan muros

Y envuelven con resistencia

Cuerpos desnudos

Condenados a desaparecer

Como desaparece la espuma

En esta ecuación déspota.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La calle sin voz

Y las fauces de la luz

Fracturan al interrogante.

Rompen la reverberación del silencio.

Todo se atropella lentamente

El monótono lamento

El dolor rasgándose

En otra fisura

El llegar tarde al deshecho

No identificado.

Me atrevo a despertar

En esa incisión

Perfumada

Muy lejos de la última tormenta

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La casa está sola

Yo me veo desde la casa

Se abre el silencio

Cuando se presenta

 Y me gusta este comienzo

Que se despliega en sus esquinas.

Me incrusto en sus paredes

Realizo mi mirada

En su forma quebrada

Y atravieso ese pequeño espacio

Que une cada uno de sus rincones

No hay palabra

Que abarque su adentro

En su afuera

Como no hay afuera que respire

Su adentro

Como no hay reflejo

En sus interiores

Que iguale a su propio espejo

Vacío.

 

 

 

 

 

 

Un zumbido de sillas

Y platos

Y una lobreguez

Que lo envuelve todo

La oscuridad emite sonidos

Como el silencio completa

La palabra

Así mi vida se publica

En este día

Donde pasado y presente

Envilecen a un futuro interpretable

A ese confidente que juega

Con  el tiempo como crimen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando te respiras

Y es indiferente

Si hay oxígeno, amoniaco

O alcohol de quemar.

La vida no tiene voluntad

Ni ocupación

Pasar de argumento en argumento

Y detectar que todo

Pende de un hilo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La jaula, los ríos secos

Tu cuerpo maniatado

En la orilla

El frío de la promesa

Incumplida

Claros de luna comprados

En las rebajas del misterio

Nada es habitual

Cuando la vida se posterga.

Intentar respirar

Se convierte en la hazaña

Del día

Declamar una farsa

En guión terapéutico

De Utopía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Saltar dentro de ti

E ir a parar al centro

Del charco

Dibujar líneas en el suelo

Y acabar con todas las frontera

Trazar un plan de fuga

Y encontrarte

Dentro del sarcófago

Tejer alas de cristal

Y sentir el vértigo en tus pies.

Y un día tras otro

Repetirte en el mismo cuerpo

Y agarrarte a la última estrella

Que ya dejó de existir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las lechugas no lloran

Cuando son habitadas por gusanos

Ni se compadecen

Cuando son pasto

De un animal o un suicida.

Yo sólo quiero un helado

Para calmar el frío

Que tengo dentro

Sólo quiero que el tiempo

No merodee en las entrañas

De mis pequeños rituales de supervivencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más allá del lenguaje

Los hechos vacían

El vacío

 

 

 

 

La ventana abre

El adentro del cristal

Para querer ser espejo.

 

 

 

 

El espacio tramita

Lugares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La distancia se desnuda

Tocan las campanas

En un osario vacío

Las manos de los hombres

Hacen que sangren las piedras

El gran portón enjaula al miedo

No deja que atraviese

La calle empedrada

De cadáveres.

La luna se refleja en las ventanas

Los cuellos de los ahorcados

Abandonan la soga

Que no hace mucho se utilizó

Como mecha para quemar libros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ir más lejos

supone un impulso

para levantarse de la cama

situar tus pies en un espacio reducido

retozar sobre ti mismo

y pensar que más allá

de la puerta no hay nada.

Vas construyendo espacio

en la medida que paralizas

al tiempo.

En ese instante

sólo dependes del equilibrio.

En algún otro sitio

otro repite ese acto de envejecimiento

ya que respirar supone

que te vas oxidando

lentamente.

 

 

 

 

 

La cicatriz del techo

Supura yeso macilento

Ráfagas de viento

Penetran retóricamente

Entre las vehementes ventanas

Fuera un barullo de pétalos

Hambrientos de cuerpos espumosos

Se arremolinan

Bajo el desprendimiento

Los corpúsculos primaverales

Tienden al mármol

A ese silencio que llega

Sin avisar

Después de la persuasiva figura

De la herida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era joven

Cuando olvidé mi juventud

Andaba entre terribles días

Y rastros sin devoción

Dicen que estuve

En guerras de mostradores

Que la sangre que derramé

Contuvo el frío relámpago

Del cristal,

Que olvidé las páginas

De mi niñez, en blanco,

Por la certidumbre de que nada existió.

Cuando aquella lluvia

Realizaba el desierto en mi mano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despertarse ojeroso

Con los ojos cerrados

Abierta la boca

Masticando el aire escaso

De la habitación

Revivir cada segundo fugado

Antes de poner pie en tierra

Y engañarte que esta vez

Este día, será diferente

A todos los días muertos.

Sé que no será así.

Me cepillo los dientes

Mientras el café hace vahos

En el espejo de mi otra vida.

Tiro de la toalla

Y me quito el sudor

De otra noche que jamás volverá.

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo no soy mi  cuerpo

Mi cuerpo no tiene

Nombre

Los pensamientos, las ideas

No son de mi cuerpo

Pero se irán con él

Todos los sentimientos

Todas las experiencias, los silencios

Se extinguirán

Cuando mi cuerpo

Genere otro cuerpo

Cerca de otro nombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Voy envejeciendo

Entre baldosa y baldosa

La vida exige no retratarla

Los viejos libros….

Y ese perfume olvidado…….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo miro al mundo

Y el mundo no mira………

 

 

 

 

 

 

 

 

“Mi corazón es un avión perdido/definitivamente para quienes/piensan que estar arriba es volar alto”. Anibal Nuñez