sábado, 20 de septiembre de 2014

DEL LIBRO DE LOS CONTAGIOS

EL LIBRO DE LOS CONTAGIOS

Asociativo

Antes que me coman los gusanos
o antes que mis cenizas
entristezcan el aire que no respiré
Mucho antes que las tribulaciones
penetren en el cambio de nombre
el placer de cualquier prolongación
pasará pusilánime sobre las divisiones
de mi carne
Me obligará al rigor de una idea fría
considerando el abandono
de este único mundo
la salvedad de mi voluntad asociativa

















   Aspereza

Las calles desiertas
Sobreviven al áspero
Viento de la vejez
Ronda la juventud
Sobre un gozo de favores
Dirigidos hacia una corrección
De pruebas inútiles
Eternas y  desvanecidas.
La predilección de un cuadro
Enaltece lo solícito de un descanso
A las orillas de este invierno errante
Concedemos la supervivencia
A este arlequín  donde se impregna
El exceso.











Voces manuscritas

 Esas voces manuscritas
En el aliento de la memoria
Tributaban en tus dedos protectores
La disposición de los cuerpos
Apresuraba el veneno polvoriento
Entregado por la buena tierra
Y un descanso vespertino
A orillas del secreto.
La mar se esfuerza
En ser rio.













Excedente

El afecto de una ráfaga
De espejos favorecidos
Por el susurro de la
Rebeldía
Me oprime el excedente
Nacimiento de un semblante
Desconocido
Me aseguré la vestimenta
Apropiada para un evento
De collares de bóvedas
Y labios tímidos
Es el orgullo de la lejanía
Mientras la sospecha
Se convierte en una holgazana
De costados exiguos.











Recuerdos de la niñez

Recuerdos de la niñez
Una cabeza de oveja asada
Sobre una rama de recelos
Ánimos encontrados
En un extremo de las llamas
El orinal de la abuela
Expuesto en tu escote
De sílabas imperfectas
Y un querer abrirte
Entre zarzas y amapolas.
















Perro del sigilo


El perro del sigilo
En el manto de madera
Escancia el alba
Entre aullidos
Y cruces desplegadas
En el hastío.
Si estamos muertos
No hay tiempo
Y el tiempo asiste
A la blancura de tu mudez














Vehemencia

Este desmembrar de
Cuerpos en el collado
De la soledad
Este deslizarse pálido
En el regreso de un abrazo
Conocí la abundancia y la fatiga
Entre microscópicos francotiradores
De elevados dilemas
Y de intenciones vehementes.













El rizo del deseo

 Era pura supervivencia
Una larva agarrada
A una hoja de castaño
Mis  pies hundidos
En el barro
La lluvia humeaba estrepitosa
En el amargo invierno
La mañana se iba deshaciendo
En retazos de tiempos inmóviles
Láminas de bosque
Entre tus dientes
El corazón pendiendo
De una rama perturbada
Devolvía la moldura
De la lejanía en tus labios
Fue en la lluvia sumergida
Un presagio de tus desvanecimientos
Un deshacerse lento en el rizo de tu deseo.




Año dormido

La voz es la arruga
Del silencio
Tus labios la arena
De mi cansancio
El tiempo sorbos
De mi cabeza
Que beben los ojos
De tu alambrada
Es un año dormido
Un año de esquinas
Convenidas
En un interrogativo presagio













Corteza de carne


El huésped del silencio
Y los servicios convenidos
Al miedo de lo humano
Dos es corteza de uno
Y la clara carne del deseo dialoga
Con el espeso camino
De la costumbre

















Mientras acuchillo al sol
Tu nombre surge del salitre
De las heridas
El hombre todavía no ha nacido
Y el desgarro de las olas
Duerme ignoto
En las nubes del cerro.





















Cada sueño que zambulle
Se abraza a la arena
Como un pez muerto
Volando entre toneladas
De desperdicios anillados
A la balanza de quehaceres cotidianos
Entre la confusión recojo
Cenizas y paisajes de piedra
¿Cuándo bebimos la soledad del mar?
¿Cuándo el desierto apareció aleteante
Entre la multitud?.















Pasos desdeñosos
Apresurado diluvio abierto
De tanta calor
Escarchada
En el vacio hirviente de tu juventud






















Rasga la luna
La marea y el sol mutilado
Secciona tu afilada mirada
Siempre el vuelo malhumorado
Salta jubiloso entre
Mi transformación y tu herida
Insomne





















Luna de agosto

El hielo de la luz
En el vientre de la tierra
Desata brillantes músculos
Alternantes de lujuria
Y cuerpos crispados
Que retiran el velo
A su soñolienta muerte
Es preciso que el tugurio
Demarque los ademanes
Inhóspitos y las rutilantes
Máscaras  de salitre
Cuando la sangre de las algas
Adelgace el horizonte de
Mar y cielo evanescente
Arrojemos los párpados
Al bullicioso jardín!
Y quememos las últimas velas
Del engaño!






 El gozne de la tierra
Gira sobre la alfombra
De diminutos cristales
Que emulan al líquido
De tus ojos.
Y es así cuando seco el mar
Y lo bebo a sorbos
Como leche materna
Y es así como el azar
Recoge las ruinas
Que cuelgan de mis andamios.

















El dardo del viento
En tu armadura pueril
Nalgas que fluyen
Entre los resquicios de mis dedos
Cielo y mar unidos
En una danza constreñida
Por el hígado y las heces
De las gaviotas
Que aletean armónicamente
Sobre el légamo de tu sexo.

















Tiende al vacio el mar
Y el azul se desmarca
Del horizonte
La mano abierta
Arrebata el juego de los peces
Cuando todo es silencio
Y nada acontece
A mis espaldas
Salvo los escombros de la última marea.


















El mar teorema
De arena y salitre
Prenden de una mano
Que aparece y desaparece
Es entonces cuando
La prolongación de un ahogado
Despierta en tu cuerpo
Un apartado infinito
De tu microscópico flotador


















Atracción inexorable
De una dirección de estrellas
Otras líneas recorrerán el vacio varado
Tus manos calientan el fuego
Y nadie es sombra
En esta peregrina pleamar.




















 La roca amalgama al cielo
Y el cielo se expande
En la arena
Como tu dedo señala
Mi desaparición
Así mi cuerpo
Aparece en tu cuerpo
Como una pluma
Hundiéndose en el mar
 Como una piedra
Flotando en el rio.

















El arte de fluir indiferente
Sobre la luz y la ceniza
Un leve chasquido
Consonantes y vocales inconexas
Casi eres poema
Una invención malintencionada
Además de apostar
Por otra identidad
Dejaremos de lado
El interrogante de la espera
Seguiré siempre en el equívoco.
















El tiempo tras la puerta espera
Tus ojos perforan el reflejo
En el cristal
Las palabras desplazan
El espacio
Casi imperceptible
El ruido del aire
Calla en la distancia


















El tiempo se acomoda
Lento
La grieta de tu cuerpo
Sueña con la materia dormida
El esfuerzo de quebrar al sueño
Señala el límite del aire
La esperanza duerme
Entre las olas cercenadas
Yace el paso ligero
Sobre la balsa de cenizas
Infinitas de tu infancia.













De día
El desamparo de la luz
Solícita de sol quebrado
Asola al vástago hundido
En un recuerdo de verano
Cuerpos hendidos
En la orilla de la existencia
Mientras la humedad
De la sangre
Desarma tu nombre











El crujir de las nubes
Al final del viaje
Mestizaje de abrazos
En la aflicción apurada
De tu boca
Ayer vivo
Y hoy sepulcro vacio
De una vida laboriosa..
Cánticos de esperanza
Precipitan el cansancio acumulado
Noche de infinitos vientos..
Y vuelve el esfuerzo
De tus ojos cerrados
Envueltos en esta túnica insomne
¡respira, respira!
El aliento iluminado
De este instante eterno
La brisa de esta disolución dormida
El tierno abrazo del dolor
¡respira, respira!
Cuando el telón afuera
Recoge los desperdicios
Irreparables de tu silencio



Recoge los desperdicios
De tu mordedura
La luna balancea
El reflejo de la tentación
Abierto como una ventana sin cristales
Dejas pasar la tenue brisa
De la desaparición




















Las calles desiertas
Sobreviven al áspero
Viento de la vejez
Ronda la juventud
Sobre un gozo de favores
Dirigidos hacia una corrección de pruebas
La predilección de un cuadro
Enaltece lo solícito
De un descanso   de este invierno errante
Concedo la superviviencia
A este adoquín
Donde se impregna
El arlequín del exceso
Inútil de tiempos

Y remoras desvanecidas 

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