CRÁNEO DE ALTAMAR (1989)
GREGORIO OJER
Vita es viventibus esse
Lienzo
Andaba en altamar
Apartando su mirada
De la espuma hechizada.
En montañas invisibles.
Jugaba con el horizonte
Alrededor de un
Atardecer en combate
Altamar
Por un extremo de sus
Nervios
Supera un arrecife
Sus dudas ampliamente
Desconocidas
Tal vez se exporten a
Otros archipiélagos
Donde las palabras
Zozobran por su velamen
Y por falta de caníbales.
Espumas
Este desierto languidece
En nuestras bocas
Acercamientos
La brisa de la noche
Esculpida en sus manos:
La brújula se perdió
En sus desvelos:
Tras la cautividad
Se oculta el lamento
Del que no sabe acertar
En su memoria
Enigmático
Entre sus pulmones
Anémicos
El mar
Un espejo roto:
El barco a la deriva
Con sus viejos ropajes
Tendidos entre cantos
De sirenas.
La admiración
Luces de lujuria
Disimulan
Apenas la sombra
De una gaviota
Traspasando los susurros
Renovados
En la ansiedad de
¡Tierra!
Quizá Mar o Nada
Orillas
La cara acartonada
El deshielo del sol
Porque la lluvia ignota
Multiplicó los éxtasis
De la espera
Silencio del tiempo
Viaje áspero, laberíntico
De restaurar la sangre
En los ojos de esta mar
El tiempo del hielo
y la escarcha
De los atardeceres
Enredados
A estos silencios
El horror
Tiempo ejecutado.
En las crestas
Adornos marítimos.
Los meridianos salpican
Con espejismos
Los vacíos y los gritos
La fatiga
Soñamos
Con el otro lado del espejo
Sobre las olas febriles
Que traicionamos
Con nuestros pasos...
Y este cascote vacío
De crepúsculos y noches
Iluminadas
La traición
La noche abraza confesiones
Mientras con el fuego
De la cubierta
Hacemos añicos los sueños
Y esperamos el botín
Del tiempo retenido
En las olas
El lugar
Con la salitre
No hay esperanza.
Inesperadamente
Trazamos la ruta.
A veces incluso acariciamos
El deslumbrante artificio
De la vida
Perversión
Y regresa la perversión
De los pensamientos
Tuvo el amor
Y devino ola
Puso estrellas entre labios
Y susurro cementerios marinos
Raptó su sombra a la luna
Y dibujó el nombre de la arena...
Y navegó hasta la indecisión del mar
Equívocos
Siguen los paisajes
En el equívoco de la extensión
De los ojos
Lejos, la embriaguez de los recuerdos
Tensa al viento
E inflama con vehemencia
El velamen de la dicha y las promesas
El amor
Anoche
El mar sollozaba
Y cubría con su velo
La travesía del rostro
Y sin embargo en aquella inmensidad
Desembarcó el tiempo
Permaneciendo secretamente guardado
En la perplejidad
La magia
Habla por ese otro arremolinado
En los paisajes de la muerte
Cuando las estrellas convertidas en signos
Señalan lo indescifrable del destino
Sabe que el silencio enmudece.
Incluso entrevé el rostro amable del viaje
Un lugar
Jirones de cielo
Amarrados a un latido
Ejecutan el braceo del mar
En el hueco del agua
Repitiendo el chasquido
De las estrellas
Y tus huesos
La proximidad
La mirada trocea el tiempo
Sumergida en la espuma
Rompe la quilla del trasiego
El agua en la memoria
Levanta la escafandra
Y descifra el poniente del rostro
Alargando la estela de la sombra
De la mar en su boca
La lujuria
Cuando el sol arribe
En la ultima silaba
El crepúsculo interminable
Morderá el aliento del náufrago
El último viaje
La brújula sujeta el horizonte
En la línea del espejo
Calidoscopio de ensayos y errores
Emergiendo de la piel tendida
En la argucia
Otro rastro del tiempo sobre
El espacio infinito
De la mar abierta
Otro vaivén suicida
En la dialéctica del remordimiento
Son las migraciones en el cuerpo
Del delito
El porvenir hecho eco
Y las ruinas del ocaso.
La melancolía
La muerte cóncava
La arquitectura muda de la arena
El desierto que padecen los mares
Las selvas que trasiegan las mareas
El rumor de las palabra
Conjurando horizontes
Revelando espejismos
Declinando tempestades
Maledicencia
Los universos anclados
En el trazo que dibuja
La salitre con la espuma
La desolación en la cubierta
Y la asolada huella
La lágrima
Permanece impasible
Ante el testimonio del viaje
Y recuerda el inicio
Del balbuceo de la mar
En sus ojos
El deseo
Descubre el laberinto
En el anverso del mar.
Retoma el Instante
Como agua surcada
Por la arena del olvido
En el reverso del cielo
La carne
La raíz de la rosa
Restituye el azul
En el borde del temblor
Es el ocaso sin aurora
Cuando el salto desborda
A la mar
Y la existencia se arroja
La complacencia
Sospecha en el rostro borrado
Por la vida
Sospecha en el rostro borrado
Por la muerte.
Rapto el tiempo solar
Y conjugo la sed de tus labios.
Rapto el tiempo lunar
Y conjuro la red de tus manos
La desolación
Flota el anuncio de la muerte
En mar locuaz
Dirigiendo el naufragio
Hacia aguas que arrecien
Su desolación
La habitabilidad
El color deshabitando el espacio
Retirándose al territorio
Del inquilino
Desaparece tu nombre
En la clausura del mar
Y el destierro de tu voz.
La angustia
Inmenso el océano
Se interna en el misterio
De los límites
En la resistencia
De los confines.
A partir de las preguntas
La mar se espesa cómplice
En el extremo del silencio
No hay naufragios transitando
Tal vez una cierta melancolía
Homicida
El asombro
El pasaje perdura
En la dimensión del hombre
Retorna el tiempo de la memoria
Insatisfecho, inquieto
Ni el instante es indulgente
Por no alcanzar la habitabilidad
Ni la resistencia a la carencia
De la belleza
Surge del asomo
Al crimen de la pregunta
TRES APRECIACIONES DE UN MISMO HECHO.
No hay Itacas ni Alejandrías
La historia se diluye en el viaje
Y el viaje se diluye en el paisaje
El naufragio es un habito
El naufragio como un hiato?
Como salto?
O como pirueta marítima?
Fue Ítaca la que se perdió
En su viaje a Ulises
Son los lugares quienes
Naufragan
Nosotros los hombres
Aguardamos a lo interminable
La soledad
Esta barcaza rayando el mar
Embiste al destino
Cosiendo su biografía
Con retales y alambres
De otros mares
La sirena
Tira mi cuerpo y estira
Los pliegues de mi imposibilidad
Extremadamente lacónica
Hinca su movimiento
En cada uno de mis confines
La mentira
El murmullo uniformado de gentío
El color de las primeras pinturas
El abandono tenaz de los cuerpos
Grieta sobre grieta gimiendo
El golpe intermitente
Intento alcanzar la otra orilla
Y sé que no existen orillas
Me agarro a tu trozo de piel
Todavía no cuarteado
Por la calor de mis manos
Aquí desnudo y vaciado
Desfigurando la vida
Entre estos cortinajes marítimos
La grieta
La soledad, el ámbito
Que nos sobrepasa cercenando
Nuestros horizontes corporales
No hay viento
Que nos haga regresar
A nuestra vejez.
El desnudo
Acariciar lo convexo de la espuma
Cabalgar ebrio hacia el fondo
De la noche
Recoger los espejos olvidados
Y los reflejos de arena
En el vientre de otro cuerpo
Y desnudar tu secreto
Cuando el sol reta al horizonte
En la quietud del deseo
El espacio
En la orilla del desencanto
Imitar las voces de la demorada
Bajamar
Las huellas se solapan con la espuma
Y en esa recóndita transparencia
De mantener fija la mirada
Desparecen entre el esfuerzo
Del recuerdo y la presencia
De otro aliento
Lo recóndito
Quiero tu otra vuelta
El otro lado de tu cuerpo
La otra mano que paraliza
Tu otra boca que inmortaliza
Quiero reconocerte en el centro
Pasearte en mi frontera
Respirarte en el vacío
Quiero un espacio que engendre
Mi cuerpo en el tuyo
Otro mar, otra arcilla para moldearme
En tus manos
Quiero el camino consumado
En el borde de tu precipicio
El naufragio
Extinguirme
Aleatorio
Dentro de la ola
Y tu espuma inexistente
El vuelo
El tallo subterráneo
Busca una gaviota
Que mire su irrealidad.
Así el estallido del sol
Será leve
Casi en el centro
De la sombra de la hoja
Sin rama
Barrenderos
Barrí el mar en un atardecer
Sin mares
La palabra no llegaba
Más allá de los reparos
De Octavio Paz.
También Valente se acercó
A la lucha de la transparencia
Con la nada
Pura realidad de líneas
Que retroceden
Y formas devoradas
Por el cadáver del tiempo.
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