miércoles, 5 de enero de 2011

LA RETÓRICA DEL CUERPO. INTENSIDADES (1994)

GREGORIO OJER









Son los silencios que hemos compartido
Los que interfieren en estos ruidos palabras
Sólo tú, desde esta grieta que nos habita,
Puedes escuchar ese susurro que nos acompaña
E invita a una danza-viaje que es la vidamuerte
De un instante, de nuestro instante.











































Detritus.



Duermen entre polvo las siestas de la ironía.
Las palabras y las cosas chirrían con la semejanza
Produciendo un espacio nuevo: el del delirio, un espacio
De la no semejanza, el de la mesura innombrable de la locura. La
Erudición queda renegada al panteón de la ficción,
Donde las cosas son lo que son y los signos
Del lenguaje vagos recipientes.


































































































El hombre abusa de sus excrementos










































Deseo perforar
Cada poro de tu cuerpo
Con un latido ronco
De mi corazón
Felizmente acelerado












































Reviento los párpados ardiendo en mi pecho
Hay veces que la espiral de la vida
Parece pasearse entre mis pieles y huesos.
Una risa de pared blanca levanta los ojos
Desmemoriados de esta hazaña delirante.














































Cogí el hedor que desprendía su culo
Clavado en la escobilla del water. El agua
A borbotones se sobraba del límite enfermizo
De la taza. Un excremento se adueñaba
De los perfiles de su falo.
Recogí las babas lanzadas al vacío de mi vientre
Y golpee hasta sangrar su cabeza vertiginosamente
Convertida en un cenicero lleno de excrementos




































Su uña flotaba a la deriva en un charco de sangre
Como si de un sudario se tratara las sábanas
Se colorearon de su última menstruación. No surgió ningún rostro
Sin embargo entre los espacios que todavía permanecían blancos podía
Vislumbrarse aquellos gemidos que rasgaron mis retinas.



















































Los ecos de mi semen quedaron retenidos en su telaraña
Anal. Herido desde la primera convulsión arrancaba alas
De mosca para pegarlas en lo más recóndito de sus sobacos





















































Condené al destino a la silla eléctrica
Ningún tendido eléctrico se atreverá
A surcar los espacios en blanco de mi memoria.











































Necesito reconocerte en mis órganos
Inacabados, dijo ella.
Todos mis falos son esculturas en ruinas
Afirmó él.
Y el placer que habita los espacios ausentes de estas
Mismas esculturas entra en conflicto con una historia
Precoz cargada de razones y creencias.








































Detrás de las cortinas veinte serpientes
Surgen de la cabeza de medusa
Con su mirar me nombra y destruye
Mis nombres confinándolos a los dislocados tics
De su memoria
Cada serpiente perfora mis ojos referidos
A esos espejos bífidos.






































Su saliva se deshacía en mi polla
Cuando el sol babosamente se enfrentaba a
Su rosado culo. El aire renunciaba al singular
Abandono del placer. El odiaba mi disfraz de viejecita
Nada nos desorientó aunque el miedo a la muerte
Aceleraba nuestros gemidos.
Entretanto el suplicio de la carne en su incesante devenir
Enloquecía en nuestra fabulación




























































































Nací de una bofetada, de la tentación
Desesperada de unos labios muertos.
Mi única salida: un callejón sin salida
Donde los letreros de neón invitan a la vida
A excederse, a una convivencia hospitalaria
Con la muerte: con una muerte que irrisoriamente
Se lamenta de esos rituales
Que inventan el sacrificio de la carne
La trasgresión desmemoriada del deseo











































En sus labios las palabras iban tejiendo
Un manto escénico de cuerpos desmembrados
Así una pirámide que chorreaba sangre y la restregué por sus cálidas
Nalgas. Los gemidos junto con los ademanes rodearon cada grieta
De mis labios. Intenté erguirme cuando súbitamente sus dientes desgarraron
Mis testículos. Su boca todavía permanecía abierta esperando
Tejer una nueva retórica corporal.








































Reconozco el umbral de esta puerta. Tras ella
Una silueta ríe ocultándose en el envés
De una hoja reseca
Un gesto talla el obstáculo de mis ojos. Desespero
En esa espera de no volver nunca a empezar
Giro sobre los goznes de la vida y abro estos silencios
Retenidos por el paso del tiempo.
Me apresuro a roer la madera carcomida reservada para los vencedores
Y vomito espanto y rotos lamentos convidados a un
Aislamiento de falsos propósitos.














































Alguien roza los escombros de mi pecho
Reconozco esta continuidad de situaciones
Inverosímiles, de horrores entregados a un quizá
Matinal,
Desde ningún lado de esta vida se aprecia todo como geografía
Extensa, como la disolución de puertas enfrentadas con los espacios
Que nunca podrán habitar
Giro sobre todos los goznes desterrados de mi existencia, sobre todos
Los espacios que jamás podrán nombrarme. Por eso levanto con la brisa de tus ojos
Desvelados una arquitectura de harapos disfrazados






































Gimo y deseo como ese niño que en el regazo
De los labios resecos, agrietados de su madre
Imagina las viejas heridas de su precipitada
incertidumbre









































Su piel se tensa donde mis pensamientos resbalan
Y crujen con la inquietud.
Una presencia lamiéndome delira tras los barrotes
Del deseo
Ayer llovió sobre el cuerpo de un torturado

















































Escupo en tu carne
Apiñada de
Escritura y
sangre













































En su boca dos ahogados abandonan la
Impostura de su orgasmo y su piel
Desgarrada por los fines dientes de un cerdo
Se extiende tras los cristales empañados
De sus muertes anunciadas




























































El hombre abusa de sus excrementos (bis)





























Sobre su rodilla una espiral de cabezas
Cortadas se yuxtaponen a una maraña de
Labios, párpados y brazos
Su sexo palpita fielmente, hábil y angustiado
Reproduciendo con dificultad la mirada de un
Rostro moribundo
La escena construida sobre una plataforma
Gelatinosa llegó a excitarme. Poco a poco
El mármol fue dilatándose semejante a un anillo
Anal musculoso en busca de su torneada polla.
El sol caía de bruces sobre el pubis alquitranado
De la carretera. Un niño jugaba alevosamente con un seno
De madera. Vi que el pezón se desprendió y comenzó a rodar calle abajo sorteando cadáveres y miembros amputados. Justo a mi izquierda una estatua
Negra desnuda
Abría vigorosamente las piernas. Su sexo rojizo increpaba a mi lengua a ese trabajo arduo de friccionar vertiginosamente su clítoris marmóreo. El cielo escupía lunas muertas sobre mi espalda mientras un ano interrogante enfilaba la dirección precisa de mi polla erecta. En su nalgas resaltaban dos inscripciones vagamente impresas: “la muerte se abre de piernas fugitivas”,
“placer herido de muerte y radiaciones”.
Sonreí y me sumergí en ese espacio muerto, inexistente.
Un zumbido sordo confiscaba los gemidos ensangrentados del deseo




























suicidio




Retina surcada por
La irrealidad de la vida













































Angosta boca metálica
De sexo abrupto pisoteado
Por el fino torbellino del deseo
Simulacro de muecas y espinas
Dorsales cabalgando tras el crimen
Perfecto
Nos hundimos e esperanzas escatológicas.










































Su cuerpo se desplomó sobre las ranuras
Flexibles de aquella piel. En un estado de crispación
Salpicó de líquido vaginal aquel rostro. Todo dependió
Del intervalo de tiempo que existió entre su gemido y el vigor
Con que aquella extremidad echó mano del cuchillo
Para hundirlo transversalmente en sus nalgas.
Un grito de pánico se filtró entre los borbotones de sangre
Que emergían ingeniosamente de sus carnes y salpicaban las nevadas
Baldosas de su celda
Desde su cama podía divisarse el dinero que ella
Había dejado hacía unas horas sobre la mesilla.
Al lado un vaso lleno de semen atrapó su atención
Dentro una mosca descuidada luchaba por sobrevivir
En un medio que no era el suyo.




































Sobre mi cuerpo yacía el cadáver
De un hombre desnudo. Detrás de las cortinas
La silueta de una anciana me había hecho cómplice
de mi propio asesinato. Yo había dejado de existir en el momento
preciso que la mosca se ahogó dentro del vaso de semen.












































SAN SEBASTIÁN (DEDICADO AL RETROGRADO TAFALLESISMO)





Entre eructos deambulaban sus testículos
Su culo perforaba los gruesos labios del icono
Que representaba la figura de un santo agitando
Su cuerpo perforado por infinitas lanzas. Se abrió paso entre
Institucionales gestos que sólo conducen a confesiones
Confinadas al fracaso.
Inmediatamente miró hacia los cuerpos que había
Dejado atrás y bostezó. Sabía que su desnudez no podía
Ser apreciada entre tanta bondad.

























































































MORIR
En cada momento de la vida
Sobre el borde
De tu aliento





Escucho tu gemido
Subterráneo
Que nombra cada
Excremento
Muerto y triturado
Por la incertidumbre
De mi rostro





























EN EL BORDE
De tu desnudez
Soñaba
Que era una cuchilla de afeitar
Que desgarraba
Cada rincón iluminado
De tus babas




Cubierto de semen
Leí el espanto
De tus bocas


Ninguna forma se entrega
A la risa de tus espaldas





El silencio cosió tu párpado
De estrellas


































QUISIERA morir
Sobre una pastilla de jabón
Deslizarme en tu
Boca amarga
Y sentir como el sudor
Despierta en otra carne
Abierta
Enfrentada
A tu conocimiento






































ELEMENTOS SOLUBLES





REVIVIR en la imperfección
De no saber elegir
O saber que el devenir
Se incrusta en cada
Gesto borrado




































BELLEZA MATINAL




ATAME a este paraíso carcomido
Es tu sexo
Ese espacio imaginario de
Redes carnales
Un acontecimiento
Que esparce mis ruinas sobre
Tu vientre henchido
De pus y mugre










































Un rostro traspasando los límites de
La imagen, ese mismo rostro que ayer
Te abandonó vuelve para silenciarte,
Para convidarte a la condición más anónima
Inconfesable.
Tú te yergues vacío y entre fuerzas inconexas
Intentas atrapar esa voz rasgada que proviene de tu ausente
Rostro.










































Todo se separa y desaparece
En esa bruma de instantes vidriosos
Tus rostros se agolpan en este rincón
De plagios y traducciones jamás realizadas.






















































Busco la grieta de las palabras
El centelleo de lo imposible
En los excrementos humano








































En tu piel soy cruel con el deseo
En tus ojos busco mis centinelas ciegos
Y cuando abandonas espacios que he habitado
Perfilo en tu desnudez
Palabras que hasta entonces no significaban nada









































Entre nosotros querida botella de vacío
Y hielo pugnando cielo atrofiado
Un mínimo aliento sorprende....
Tras la frágil figura
Una luna consumida por la violencia
De estos silencios gesticula con indiferencia:
No hay nada que no esté
Abocado al cansancio

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