martes, 4 de enero de 2011

EL SUEÑO DEL ORFEBRE (2009)

GREGORIO OJER



Tenía proyectos
Se me han olvidado

UN AMIGO
















Entre convulsiones
La materia eleva su grito
Alzando los materiales
Mudos
Estructura siniestra
Piedra filosofal
De una alquimia que lee
Entre la fragua
Los renglones de fuego y
Martillo








































Golpe tras golpe
Se retuerce el orden
Ficticio de la naturaleza
Las manos proyectan la materia
Y construyen realidades puras
Siempre cercanas al éxodo










































Fundido y embarillado
A los huesos
Lapislázuli entre la arena
Los bordes del anillo
Describen el vacío ornamental
Del universo















































El pavimento transparente
En la oquedad
¿Cuántas puntas se clavaron
En la lluvia estelar?








































La boca fuera de la cara
El ano engulle la boca
Y los órganos en el espejo
Reflejan un cuerpo invisible:
El fantasma del orfebre










































Confitura de oscuros
Raspar la materia
Estrangular lo invisible
Gemir al borde de las briznas
Y realizar el trabajo de ir recopilando
Los fragmentos imprecisos de los trazos
Perdidos












































La textura del cadáver
Pegado al surco del apero
Junto a las manos definidas
En el remiendo de lo desconocido:

Piedra quebrada en el acero












































Desanudar los bosques
A la luz del ensueño
A un graffiti de estrellas
Suicidas en la hoja
Del deseo
Matéricamente solemne
Entonando palabras
Todavía por inventariar








































Es extraño sentir
Los pies en las manos
Y las manos en el corazón
Como los densos nubarrones
En mi estómago
Y los rayos perforando
Mi apéndice coloreado
De excrecencias marinas




































La flor resume el tallo
Y los pétalos el vacío
Que supone atrapar
Todos los días
Al arqueado sol
De luz de distancias
Infinitas













































Bajo la tierra pedregosa
Anidan las raíces del fracaso y
El gusano que supura materia
Y zumbidos estelares en el fogón
Del ultimo orfebre












































Piedra trashumante
En viento paciente
Fundición de temblores
Asombros y gemidos
Elípticos sin rotación
Aparente








































La traslación distorsiona
La luz
La quietud tiende hacia
El rojo
Girar y girar
El grito de un caosmos destripado
Abalanzándose sobre la primera
Vocal de un mamífero inteligente




































Poco a poco fui adquiriendo
El miedo a tener un solo nombre
A respirar aire afilado en los
Dientes de otra boca



















































Balbuceo de fotón
Desinhibido de la luz
Estalla impuro para alumbrar
El color y aspirar a un pequeño
Arco iris alrededor del vacío
Cromático


































Pisar distinto a
Lo ya andado
Observar sobre lo
No vislumbrado
Conjeturar sobre los
Nutrientes
De lo imposible
Tal vez el azar
En la disposición
Del espacio en torno
A la materia alegremente
Etérea
Fundida en el tiempo
Del reposo y
Lo desteñido


































Cara o cruz
O cara y cruz
También sólo cara
O sólo cruz
Las distancias
Del azar
En la materia
O la incomprensión
De una infinita tirada
Con infinitas monedas
Trucadas en el perfil
De una cara que no termina
De reírse frente al espejo
Mudo de su última jugada





































Cuando los poros crean la piel
Y la piel hace posible la respiración
Y la respiración prolonga el oxígeno
En los pulmones
Y los pulmones se adhieren
Al tinglado de transportar vida
Al último recóndito valle
De la asfixia
Aparece una extremidad
Que juega con el vacío
Y se prolonga en la inmensa
Caricia de un vuelo no culminado



































Finge que huye
O deglute el gesto
De resbalar
Sobre el precipicio
Del regreso





































En el salto del tiempo
Se sumerge el espejo
Luego la figura
Al fin el hombre
Que observa la melodía
Del agua sobre la piedra
Haciendo orilla
En el límite justo
Del pez.









































Sin tiempo
Sin nombre
Sin suerte
Sin muerte
Sin tan siquiera
El cobijo de la certeza
De ser al mismo tiempo
Tiempo nombre suerte y muerte









































Escucho el nombrar
De las cosas
Cuando no hay nada
Que señalar






































Fluir
Fluir inocentemente
En un cauce de cristales
Que reflejan un cielo
En llamas
Fluir
Fluir inocentemente
En un cauce de cristales
Que reflejan la luz desnuda de la
nada






































Un fragmento
De cabeza
Sonriendo por debajo
De la cara













































Extensamente las palabras
Que no he vivido
Disponen del tiempo
Suficiente
Para inventar el nombre
Que las nombre


















































Todavía no he nacido
Y ya la materia
Dispone de mi ejecución










































Solo
Aturdido
En el desencuentro
De la aventura
Con el final del recorrido
Que no aprecia el viaje
Del que se sabe vencido
Por el ruido
Del silencio






































El corte de la esfinge
En la materia
No sabe de alas
Mendigas del viento
Vuelve la llama a enhebrar
El delirio del vacío
Al abrazo de la noche
Con el tiempo










































La cicatriz descarnada
De la herida
La sangre fundida
Con la arena
Pequeños fragmentos
De rostros sin bocas
Recomponen el instante
De humano demasiado
Humano
Detrás del último salto
A la sombra del escalofrío



































Abrir el espacio
Y derramar vacíos
Y materia
Caminar por la sombra petrificada
Del desierto
Y organizar el agua
En torno al último sediento
De espejismos












































Recogí la flor
En su aroma
Y respiré mundos
Que respiraban hombres
Y un silencio de seda
Perpetuado en el gusano







































Archipiélago de llamas
Tatuadas en la noche
Pagana:
Enlazar cuerpos
Alrededor de las brasas
Del sueño
Permanecer lejano
Al incendio de la danza
Desnuda del misterio
Masticar la lujuria
Dentro de los huesos
Y recorrer consumido
El amor sin miedo





































Entre los dedos del muerto
Ahorcado en las binzas
Del olvido
Otro más allá de la memoria
Sin reflejo
Ahogado entre los dedos
Del espejo




































Los agujeros de las cifras
Sobrevolando
La lengua muda
De las cosas














































Alargando las manos
En la niebla
Dibujando los nombres
En los hilos de la nada








































Pulsar la materia
Hasta que hable el silencio

















































Cuando muera
La muerte
Organizaré mi cuerpo
Alrededor de otros órganos
Será vida detrás de la vida
También delante y sin huellas







































Simplemente la materia
Rota en la ausencia
Noche que pinta de cenizas
Al día
Luna de terciopelo
En la brisa de la herida














































Un racimo de cenizas
Rayando el temblor de luz
Cae por el muro de la sombra
Asomando la mirada del espejo











































En la noche la furia
Del olvido
Oscuros naufragios
En el jardín
De las delicias
La sangre licuada
En los dedos
Fuente de piedra
Que recoge el agua
De la boca sellada.
Atraviesa la luna
La garganta.
El desgarro de la tierra
En el vientre soñado
Significa la ausencia
El temblor de mi piel
Atrapada entre horas
Quemadas en el gesto de la espera
Donde los dedos
Se despegan de las manos
Donde el rostro configura otro cuerpo
Donde lo visible queda suspendido
En el sueño del convidado
























Un pétalo transparente
Atraviesa el ataúd de cristal
La hojarasca oculta
Todo signo de existencia


















































Extraviados sus latidos
Corroen la materia
La ebriedad del nombre
En la boca de la palabra














































La tragedia de la materia
Golpeada
Por la materia
El clavo adentrándose en el martillo
El hombre recogiendo su caída
En la intemperie de su sombra
Incandescente






































Deslizarse en la desaparición
En la duración del balanceo
En el columpio de la muerte












































Refundación
De la voz
Que escucha
Sus silencios
De la infancia
Que inventa
La vejez
De la vida
Que posee
El sueño
De la vida
Entre la bruma
Del poema


































La lluvia que aprieta
A la piedra
El abrazo de la noche
A la materia
Anuda el circulo
Del infinito
Al silencio de la piedra
Al desgarro de la materia
En el borde del abrazo













































La maleza no deja
Ver el silencio
Tampoco oír el vacío
Disperso en el fondo
De la maleza








































Un reloj de arena
Dentro de otro reloj de arena
el cuerpo sepultado
Por la arena
El tiempo consumido
Por el tiempo de arena







































NADIE Y NADA



















“Mi único deseo es ver la lluvia,
escucharla caer en lo infinito”

Justo Jorge Padrón. Memoria del fuego




















Estoy solo
Nadie y nada
Me acompañan
El zumbido de quimera
Entre el frío de la sábana












































Estoy solo
Y me voy apagando
Entre el grito del metal
Nada cosida a mi espalda
Nadie en mi vientre convaleciente











































Entre el golpe
Del dolor
Y la fiebre del silencio
Se estira la caída
De mis pies
Al otro lado
De la cama









































Corren mis venas
Por la habitación
Del tránsito
Grito las palabras
Que retienen mis dientes
Levanto un párpado
Presintiendo
La noche










































Tengo la forma
De un peregrino
Pared blanca
No hay variaciones
Entre el principio
Y el final










































Aguardo a un yo
Que se fue por la puerta
De atrás
En el centro de mi experiencia
El vacío que configura
El límite de mi cuerpo








































Una luz trémula
El chasquido de los huesos
En desuso
El dolor del cuerpo extraño
En otro cuerpo extraño
Vuelvo al espejo
Y retrocedo al otro lado
De mi existencia










































Tintineo de tinieblas
Calambres a la altura
De memoria
Mis pies se obstinan
En no adelgazar
En recomponer mi cuerpo
Dentro de la grieta
Que sangra











































Un manto de nieve
En el alfeizar de la ventana
Duermo sobre el blanco
De mis sueños
Abrazado al dolor
De la carne








































El deseo se retira
No estoy acostumbrado
A estos acontecimientos
Debe de ser la fiebre
Que obstinada confina a
Dionisos al jardín del
Crucificado








































Vi la oscuridad girar
En la oscuridad
Vi la noche hacerse día
Y al día precipitarse
Dentro de mi cuerpo
Sólo conmigo anudando
Mi nombre a las patas de la cama
Por si el sueño se hacía extenso






































Las ruinas del conocimiento
En un bisturí
Entre grapas que retuercen
La carne descarnada
La esclavitud de no poder
Prescindir por un tiempo
De uno mismo
Y salir a respirar
Los últimos aleteos de invierno













































Las cenizas del viento
Golpeando el cristal
Añadiendo locura intravenosa
A los destellos estivales
De mis lágrimas
Estoy ácido
El sudor se apodera
De mi respiración cansina
Poco a poco recobro los nombres
De las cosas
Después me adueñaré de su silencio





































Los primeros rayos de sol
El diálogo con el vacío
De la habitación
Proyectarse hasta la ventana
Y dibujar horizontes
Y naufragios de azules








































Un reloj de arena
Dentro de otro reloj de arena
Mi cuerpo sepultado
Por la arena
Mi tiempo consumido
Por el tiempo de arena







































Comenzar a andar
Entre el silencio de
Otros enfermos
Luz artificial
Y una tenue melodía
Que transpiran las paredes
Del hospital
De vez en cuando
Me exilio a la maternidad
Y escucho el llanto
Del recién nacido









































No me espero
Cuando quiero ir
Mis pies ya han regresado
El cansancio se desliza
En mi pesadumbre











































Maldición de una mirada
Que no pregunta
Empobrecida
El daño
Que puede originar
Cuando te interroga
Y no es capaz de compartir
El silencio premeditado
Incluido en la visita









































Insomnio
Otra vez respiras
En mi sueño
Y alumbras
Con un fósforo
La jaula abierta
De mi cuerpo







































Otra vez irrumpe
El dolor
Y la hostilidad
Al dolor
También me acompaña
En estos momentos
Ausentes de dignidad
La rabia emblemática
De no aceptar
Este servilismo







































El filo de la noche
En el filo de la herida
Dolor cerrado
En mis ojos cerrados
En mi voz exiliada
Al dolor indefenso
Y callado










































Intento reconstruir
Mi voz
Sacarla de su estado larvario
Y precipitarla al gusano
Que me corroe el estómago










































Hoy he comido y
He evacuado
Mi vida se arqueaba
A cada perdida
De niebla
A cada presencia
De fantasmas
Sobrantes




































La garganta seca
El cisne devastado
En mi pecho
La sombra del cristal
En la máscara de la noche
Persigo delirando
El último vuelo de sus alas















































Devorado por el cansancio
Mi corazón acuna
Sus labios.
Sonámbulo dibujo su ausencia







































Y otra vez Morfeo
En la telaraña
De la cama
Abriéndose paso
A través del valle
Que surca mis mejillas








































La herida abierta
En sus manos delicadas
Se cerraba ebria
De dolor
Oscilaba entre el ardor
Y la llama














































La máscara del fantasma
El hueco de mi existencia
Los ojos nublados
Abrazados a la coexistencia
De mi niño y mi niña
Flor que aprende a ser perfume
Entre el silencio de la espera








































La luz de la luz
La noche de la noche
El dolor del dolor
Lejos de mí
Cerca de otra luz
Cerca de otra noche
Cerca de otro dolor





































Amanecí arrullado
En otros ojos
Que miraban abiertos
El aire de mi cuerpo
Convaleciente














































Quién siente el dolor
Quién me llama
Quién amordaza al silencio
En el furor del delirio
Quién se acerca humeante
Detrás de la noche
Quién paró el reloj
Y lo echó al tiempo
Quién espera en un mar
Lleno de estrellas
Quién pronunció mi nombre
Si se borraron las huellas

































Variar la posición
En dos metros cuadrados
Levantar este cuerpo magullado
Que no responde a las ordenes
Acariciar la primera naranja
El primer plato de pescado
Y brillar con el primer haz de luz
Que se esconde tras la persiana












































Abandonar la posición y respirar
Sueños
Cielos azules
En la cabecera de la cama
Asistir a la primera caricia
De las cosas
Levantar los brazos, los pies
Levantar la noche transfigurada
De la almohada
Y sentir el fluir del agua
En mi cuerpo líquido




































Los días se extienden
En la noche
Las noches se agolpan
En el día
Las palabras no señalan
Lugares
Tampoco espacios transparentes
El cántaro que recogió
Mi cuerpo se abre paso
Tras las rejas minúsculas
De mis entrañas
La mortalidad es el fondo
De la existencia
Y con los mismos ojos
Recuerdo la infancia
Y ciertos cabellos
Alrededor de mi cuello


































Otra vez cerraron
Mis ojos
Y la nada desplegó
Su sentido a destiempo
Sin darme cuenta
Ya era nadie
Entre vulnerables respiraciones
Y manos nocturnas
Intenté calmar al vacío
Llenarlo de escombros
Y de arena de otros mares
Pero fue inútil
El viajero sin rumbo
Ya había dado la vuelta
A la esquina de otro cuerpo
Sin órganos
Sospechoso de haberse tragado
La incertidumbre de su cuerpo
Desnudo


























Cómo retener las pulsaciones
De un corazón invisible
Cómo desnudar los nudos
Que maniatan al corazón
Cómo retener la dulzura
De un balbuceo
Y proyectar el ruido
En el silencio
Cómo atravesar el cuerpo
Con el dolor que no pronuncia
Nombres ni colores
Cómo decir nada seguido
De una emanación de paisajes
Cómo prescindir de esta ficción
Y aventurarte en otra más pulida
Y más desvelada
Cómo desgarrar el negro y pintar
De verdes el asombro y el invierno
Cómo explicar la multiplicación
Del cuerpo en una aire gélido y breve
Cómo inclinar la luz
Hacia este espacio de nadas y nadies



























La lluvia exalta
A la nieve
Y la nieve
A las enfermeras
Y a los enfermos
Y los enfermos
Florecen en macetas
De cristal
De raíz en raíz
Absorbiendo los últimos
Hilos de sangre
De otros enfermos
Contaminados de muerte


































Deja la herida de sangrar
De ondular sobre mi piel
Cual ola deshilachada
De un mar vagabundo
De otros cuerpos
Y otras heridas más
Explícitas








































Alcancé el delirio
Al escribir
La fiebre en el techo
De la fría noche
Apenas
El blanco de tus pupilas








































La habitación va cambiando
De lugar
Mutándose en un gran animal
Hembra...
Dispone sus ubres
Para amamantar mi resacosa boca
perezosa















































Un bosque de piernas y brazos
Cercenados
Un jardín petrificado
Una reyerta de cuerpos
Malogrados
Una noche de abrazos bastardos
Un dolor de cristales rotos
Unas ruinas que muerden las zarzas
Agazapadas en mi vientre desertado
Un telón carcomido en mi desnudo
Arrugado
Un cuerpo suicidado en la mesa del quirófano
Sombra desnuda de una lengua no escrita
Más allá de mis manos sin manos


























La luz que no llega
La tristeza que entra despacio
Arrastrando otra herida
Palabras que dan sombra
A mis ojos posados
En una rama
De mi bosque imaginario
Sólo siento cenizas
Calcinaciones en el silencio
musitado







































Me aferro
A la gravedad húmeda
De la nada
A un nombre perdido
En el desierto
De pasillos y quirófanos










































Otra vez
No hay luz
No hay sombra
No hay túnel
No hay nada
Sólo un despertar
En un cuerpo estancado







































Veo enfermedad detrás
De cuerpos
Veo lágrimas
Detrás de un mar seco
Veo gestos disecados
En abrazos que no llegan
Veo un tiempo tramposo
Que no busca finales felices
Veo un puñado de cuerpos
Asomados a un descampado
Veo oficios, médicos revoloteando
Entre enfermedad sin cuerpos
Entre lágrimas sin mar
Entre gestos sin abrazos
En un tiempo embustero y segado

































Sed de risas
De ternura
De brasas
Abrasadas
En mi pecho
De estrellas
Estrelladas
En mis ojos
De locos
Que miran
Al infinito
Sed de memorias
Desmemoriadas
De amores
Que hacen
La primavera
De manos
Amasadas
En mis labios
De asombros
Asomados
Al precipicio
Sed de lejanías
Que habitan
Cerca de la noche
De colores distantes
Disonantes
Habitantes de otros
Colores
Sed de silencios
Pertenecientes
A otros mundos
Paralelos a las mismas
Cosas que me nombran
Y me humedecen
Y me dan vida
Sed de instantes
Que respiran
Veranos e inviernos
En la brisa del
Recuerdo y del olvido


















El teléfono oblicuo
Surge de la llama
Y llama a gritos
En un vuelo ajustado
A la voz que no llega:
Cumplo treinta y ocho
Sin prisa ni acertijos


































Fui al fondo
Opacidad
Invisible imagen
En la herida












































El aplomo de mi cuerpo
Mudable
El corazón de piedra
Grabado en el fósil
De tu despedida
El pasillo enredado
En tu falda
Huellas de cristal
En el delirio de mis ojos
Incrustados en las linternas
Mágicas de mis ruinas










































Es la compañía luminosa
De la noche
Que perfila la nocturnidad
Del día
Que se aviene leal
A la melancolía
De mis manos
Buscando mi cuerpo diminuto
Entre los muros de mi secreto
Publicado





































Es extraño sentir
Los pies en las manos
Y las manos en las orejas
Como los densos nubarrones
En mi estómago
Y los rayos perforando
Mi apéndice coloreado
De excrecencias marinas







































Una despedida indolente
Un mutis
Sin espectadores
Una legión de limpiadoras
Abrillantando el suelo
Del Hades
Narraciones que estrechan
Los pasillos en la palma
De mi mano
Un fantasma limpiando
Las cenizas de la ausencia
Un hospital de hojalata
Resonando en los tímpanos
De la nada
Nadie me despide
Y me acompaña
Hasta la otra nada
Esta vez insolente
Con nombre fluvial
Orillando el agua
En mi cara

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