miércoles, 5 de enero de 2011

DE LA DEMENCIA (1983)

GREGORIO OJER





A todas mis carnazas
A la provisionalidad de tu
carne y la mía




No conviene que digamos el nombre
De aquel que nos piensa más allá de nuestro miedo.

Salvador Espriu





























Ciego, a tientas
Surco la arena
De la memoria
La voz que nos levanta
Calla
Ya no quiere pronunciar
Nuestros nombres
El miedo aprisiona
Nuestros cansancios
Intentaré tropezar
Con el palacio de arena
Forjado por el abandono
Las palabras no pronunciadas
Combaten con lo extraño
De sentirse declinado
Por la boca muerta
De estos instantes mansamente soplados




















A veces susurro
Tu nombre
Gimo en tus despojos
Que he ido abandonando
En mi boca
































A veces la desnudez
Atraviesa la frontera
De la muerte
Y estallo en madrugadas
En húmedas madrugadas
Detenidas en la oquedad
De mis cenizas




























A veces
No cesa
La derrota de sentirse
Deseo
Cuando los crímenes no cometidos
Se agolpan en el alba rasgada
De la vida































A veces
El enigma
De tu cuerpo
Cruje
En mi luna ahorcada
También los vacíos vibran
En los desgarros
De tu carne



























A veces
Estoy cansado de flotar
En este mar de heladas
Aguas
Dejo de vivir
En este rumor de desordenes
Y camino sin pies
Sorteando las huellas
De un viento mordido
Por la tempestad
De tus agrios pensamientos









A veces
Estoy aquí
Y lamo como un animal
La sangre de tu boca
Me arrastro
Por las llanuras
De tus ojos
Y deletreo
La desdicha, el fuego
La discordia
Y a veces
Las amargas aguas
Del amor





















A veces
Soy un perro
Detrás de tu espalda
Carnaza entre tus piernas
Tempestad en tus senos
Y crimen en tu boca













A veces
Un ángel desgarrado
En tus manos
Inquietud en tus dedos
Una abandonada falsedad
En tu pelo
















Otras veces
Atravieso el
Umbral
De tu hechizo
Y enloquecido
Me agrieto
En los fríos muslos
De la desdicha


















A veces
Dejo la playa
de tus órganos
lanzados a la brisa
Y excavo
En tu paisaje
Que cuelga de mis
Labios











A veces
Exhumo el cadáver
De mis incertidumbres
Y me acuesto con la muerte
Desnuda
En tu garganta
Encaramado a lo más alto
De tu floresta sexual
Amaso los sueños
De tu sacrificio












A veces
Tiemblo
Cuando proclamo
Los vacíos consuelos
De mi lecho
Y dejo aullar
Estas enfangadas imprecisiones
Que conviven
Con el dócil zumbido
Del misterio

















A LA HOSPITALIDAD DEL CUERPO



Miríadas de huesos
Estallando
En miríadas de rostros
Bordes de corazón
Apuntalados
Con vértebras y gusanos
Grietas enloquecidas
Espasmos
Visiones que reflejan
Vacíos
Y un cuerpo erguido
Tras los cristales empañados
Por el deseo
¿quién es capaz de gemir afuera?


















A veces
Levanto mi
Cuerpo
Mutilado
Y bebo a través
De mis raíces
Tu sangre
Encharcada y amada























A veces
Grieta en tu
Herencia perdida
Borde incesante
En la desmesura
De tu carne




















A veces
Conjuro a la destrucción
Y un escalofrío
Provoca el crimen
De tus nombres


















A veces
Desviado entre
Mis huesos
Camino hacia el terror
Que envuelve
Tus víctimas











A veces
Me arrastro
Entre los huecos
De tu piel












A veces
cada órgano tuyo
abolido en
mi boca
recobra su
rostro
en las vértebras
reventadas
de mis excrementos







A veces
Acorralado
Por la diferencia
Insondable
De mis uñas
En tus heridas











A veces
Me precipito
En tus espejismos
Y revelo
El instinto fascinado
Por los vacíos
De tu geografía







A veces
La ira
Teje mis párpados
Deseo y muerte
Se sepultan
En presencia
De la carne
Y camino inmóvil
Hacia el placer
Aniquilado








A veces
Un soplo
Sortea mi sangre
Y mancha
Tu sexo de barro
Vivo fuera de ti
Privado
Extendiendo sobre tus
Mejillas
El líquido ciego
De la acción














A veces
Apruebo el dolor
De tu boca en
Mi piel
Tus dientes
Trazan un laberinto
De sangre
En mi espalda desértica












A veces
El soplo de tu envoltura
Requiere
Sometimiento
Y resonancia
De lujuria suspendida













A veces
recojo con mi boca
Tus pieles rasgadas
E incrustadas
En mis dedos
Y en carne viva
Me miras
Y señalas los relieves
De mi sexo














A veces
Aparece
El erotismo:
Ese abismo puro
De tu vientre














A veces
Sudor frío
Cuando tu pezón
Vacía mi boca












A veces
El pánico
Atrapado en mis
Ojos
Dibuja los perfiles
Invisibles
De tu cuerpo















Otras veces
Tú y yo y
Este silencio
Que nos prolonga...





































































La vida no conoce el perdón
Se ejecuta en su tiempo perdido
















A veces
Leche amarga
Ola seca
Espuma rígida
De tu memoria
Estrecha y
Ceniza















A veces
Con un repentino
Latido
Dibujo sobre la arena
Tu aliento










A veces
Fría noche
Tus ojos agonizan
En mis llamas









A veces
Mi sexo
Convoca a tu boca
Y se aferra
A un rostro
Mutilado










A veces
Te invento
Con la arcilla
De mi piel
Y mendigo
Entre las cicatrices
De tu dolor















A veces
Ramifico
El ruido incendiario
De mi semen
Y escalo
La trayectoria
De tu sangre










A veces
Cristal
Fracturado
Cabalgo
A intervalos
Entre tu cintura







A veces
Me ahorco
En tus senos
Carcoma
En tu boca











A veces
Signo fraguado
En el discurrir
De nuestros cuerpos
Hundo el lenguaje
De mi semen
En tus dientes
Marinos















A veces
De noche
Mastico tus pieles
Y entre tus surcos
Abandonados
Me encamino
Irreversiblemente
Hacia la melancolía












A veces
Sacudida
Silencio
Retórica derramada
En la Hora trenzada
Al rojo








A veces
Salto en astillas
En tu vientre núbil
Y me rapto de mis promesas
Juramentos
De todo lo pronunciado

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