miércoles, 5 de enero de 2011

OTRAS VOCES. (1990)

Gregorio ojer








EL BRILLO DEL LABERINTO






REQUIERE
De una música
Astillada
Un indomable vestigio
De raíces exteriores
Alentar el humo
Con una mirada






























INCREAR los márgenes
De las cosas
En la costumbre de
Desvelar las palabras
Tejiendo con seda
De la fertilidad
Ahuyentando cada Verticalidad
Nacida de la tierra inhóspita
Del pensamiento.
























EN LOS SURCOS de la sombra
Clavada en los sufrimientos
El destello del deseo
Hace perecer al cuenco
De las admiraciones
Tus ojos asombrados
Se escancian entre los
Estremecimientos
Que cubrían los espacios
Vírgenes.





























LA DESNUDEZ de las palabras
Que festejan
Los abandonos, las retenciones
De los susurros escritos
Sobre la calzada de piedra
De otros pensamientos.























A LOS LADOS del tiempo
El Rostro de Nadie
Balbucea espacios cuneiformes
Deshabitados por los perfiles
De números multiplicados
De vacíos.






























LA MUERTE en tu mano:
Blanco perdido
De mi arena:
Estoy cristalizado
En tres astillas
De tu boca:
Mi semen y otras voces
Te escuchan.





























MEROS NAUFRAGOS
Cuando en cielo
Se ahogan mares
La lluvia retenida
En el ojo del ciclópeo
Devenir










CELEBRE maternidad
Que anidas
En los restos
De la inmensidad






























LOS ESCOMBROS de la pictórica
Extrañeza
Pulidos dentro de las pinceladas
Olvidadas sobre la tela
De tu corriente...
Tocas
El lienzo blanco
Con tus labios vulnerados
Y cuentas
Los colores del Tiempo
En la belleza.























LAS HOJAS resecas de las huellas
Que perdimos en el camino
Señalaban oblicuidad
La indirección de las cifras
Adosadas a nuestros pies
















EL UMBROSO pliegue
Y la bendición horizontal
Las grietas de las piedras
Que nos nombran
Sepultadas en un manto
Seccionado
De abruptas palpitaciones








EN EL ÚLTIMO atardecer
De las ramas de la
Vida
La corola vespertina acontece
Ausente
Sin propósitos
Deambula entre ahorcados sueños
Y raíces heladas.
La mirada gélida
De la luz yaciente




























EL LABERINTO CIEGO





“El que sólo busca la salida
no entiende el laberinto, y, aunque
la encuentre, saldrá sin haberlo entendido”
José Bergamín.





























TU BELLEZA matinal
Resuelta
En un párpado
Se me adhiere
En el selecto espanto
De la voz



































VA reapareciendo
En un ámbito difuso
La idea
Celebrada con sangre
De otros paisajes




































EN UNA CUBIERTA
De vacío
Tu urna exhumada con otros
Alientos
Juega a reconciliarse con
Nuestros nombres


































DE ESPALDAS
Con la mirada clavada
En el murmullo que no cesa
De borrarnos
Perdidos en el giro
De no vernos
Restituidos
Por la casualidad de
Nuestra silueta































EL VACÍO
Que precede
A la mano
En un trance de
Tu deshacerse
Borrado
Cuando la perversión
En un gesto irrepetible
Percibe la mirada transversal
De tu otro exterior
















OTRAS VOCES








“Quien entre aquí, conquistador será;
quien mate al dragón, el escudo ganará”
E. A. Poe. La caída de la casa Usher



































DESCUBRISTE en torno
A mi espalda
El corazón cónico
De tu tránsito



Deshojaste la crueldad
De los vacíos
Almacenados en mis manos


Por qué corregimos
La saciedad de
Los trances?



Sin mi.












REGRESASTE con el cuerpo abierto
Tus ojos en la arena
Todavía apagaban
El murmullo de la espuma




Los signos que olvidaste
Profundizan en mis saltos pesados


Una extensión de castillos
Destorreados
Barridos por la historia.


























LA FRENTE húmeda
De tierra
Sobre el desfiladero
Que nos maniata
Los pensamientos



El tiempo de los entrantes
Oscurece el humo
De los huesos



Casi palabra
Cuando el torrente nos
Respira.















EN LA GEOGRAFÍA
Atrapada
Hormigueantes
Desiertos
Acostumbrados
A engendrar
Reproducciones proscritas
Enarbolan
Indescifrables territorios:
Lenguaje que flexiona
Fuera de la materialidad
Zigzagueante:
La rosa que desaparece tras el movimiento
Sinuoso de sus pétalos.






















PUDE ver
La sombra de mis pensamientos
En el espacio donde los signos
Silencian a las cosas:
Nada como la soledad compartida
Por un murmullo de voces
Anegadas
Por el cansancio.






























DESALUMBRADO por la comisura
De tu aliento
El cono llameante del lenguaje
Penetra en la sima
De tus ojos
Es el tiempo consumido por los testimonios
De nuestra carne quien desaparece
Entre las ficciones creadas
Por nuestros soplos.





























PLIEGUES y lamentaciones
Tal vez rodeadas
Por el anuncio
De la palabra
Dominada



Contaminaciones que embisten
Los saltos de las muertes



El signo escucha
Mientras se deshacen los contornos
De lo aspirado.







UN AZUL cielo
Y tu cuerpo
Levantado en mis agujeros

La carne que oscurece
Nuestra sexualidad
Errante tras las manos
Borradas
Sobre tu vientre


Gemiste cerca del reflejo
Anudado a mi corazón
Descorchado




















LA ESCRITURA que silencia
Lo desdibujado
Renuncia
Al ardor de lo imprevisible
Hablado


Los sonidos eternizados
En los entrantes de los vacíos
Jadeados
Brillan en destellos

Alguien inventa
El susurro
Que asciende tras los cristales
Empañados de nuestra memoria


















ASESINADO por una palabra
Detrás de los peces de colores
Que cantan nuestros nombre



Sobre tus cabellos de plata
Nado arrojando mis miembros


Este poema arrancado del cielo
Invisible en cada vacío de tu
Rostro

























DE LO VISIBLE
Emergen nuestras voces
Y los dados
De nuestro juego invisible
Los que olvide
En tu cuerpo enfermo
Ahora derretido en la arena
De mis manos




























ME PERDI
En tu mirada
Cuando la muerte
Me llamaba a gritos
Desde tu vientre






























OTRAS VOCES
Marcharon
Borrando los lenguajes



Nos exterminaron




Yacemos en la espuma
No despertaremos
De su abrazo

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